Discurso 29/2014
28 de abril de 2014
Buenos días. Agradezco la oportunidad de hablar con ustedes, a nombre de la Comisión de Derechos Humanos, y el hecho de poder realizar este sentido homenaje a dos defensores de derechos que perdieron la vida en el ejercicio de su trabajo comprometido y solidario. A cuatro años de su asesinato, su crimen sigue impune, como impunes siguen casi la totalidad de los casos en donde se atenta en contra de las y los defensores de los derechos humanos en nuestro país. Es importante recordar que el trabajo que cotidianamente realizan todos y cada uno de ellos es fundamental para consolidar en esta sociedad los aspectos de democracia y la construcción que requieren los que saben y defienden sus derechos y empoderarlos también para exigirlos frente a cualquier autoridad.
No podemos olvidar ni la vida, ni el trabajo, ni la memoria de Bety y Jyri, porque olvidarlos significaría no recordar que fueron asesinados por luchar por un mundo mejor, por luchar por la vida y la dignidad de los pueblos indígenas de México; sería como no reconocer nuestro propio trabajo y nuestra vocación por la defensa de los derechos humanos. En un contexto de riesgo para quienes defienden los derechos humanos, tanto individuales como colectivos, la Relatoría para la Atención de Defensoras y Defensores de Derechos Humanos de la Comisión registró en 2013 un total de 427 agresiones al derecho a defender, a nivel nacional, destacando las agresiones que recayeron en un 63% en hombres, 22% en grupos y organizaciones y 15% en mujeres. Agresiones más recurrentes en los casos de 45% en detenciones arbitrarias, 25% en hostigamiento, 19% en agresión física, 7.9% en amenazas de muerte y 7.2% en desaparición de personas, 6.3% en homicidio y 5.3% en allanamiento, entre otras de las variantes. La entidad federativa en donde ocurrió la agresión se distribuye 27% en el Distrito Federal, 19.2% en Guerrero, 15.4% en Oaxaca, 9.1% en Chiapas, 3.7% en Estado de México, 3.2% en Chihuahua y 1.87% en Michoacán, entre otras entidades federativas.
Es en nuestro país, y es una cuestión que indigna y afrenta, el hecho que necesitemos leyes que defiendan ahora a nuestro defensores, y el hecho de que la impunidad sea el factor que permite que se sigan dando este tipo de casos y tengan que hacer este tipo de eventos, foros significativos, el que ponga en el radar la ignominia y la afrenta de la misión de la autoridad; llega un punto en que la omisión se convierte también en responsabilidad: dejar de hacer propicia este clima de impunidad y, no visibilizar, no poner en el radar y saber que los que no están aquí, por haber dado la vida por lo que tenía sentido, sigue teniendo sentido para nosotros y para los otros como personas, porque es antes que nada un compromiso ético, porque es antes que nada una afrenta y porque es antes que nada también una exigencia para que haya condiciones de defensa en nuestro país. Y más que defensa, que no haya condiciones de violación de derechos humanos.
Es una verdadera situación de alerta el tener que propiciar condiciones para el defensor, cuando el defensor por sí mismo está contando las condiciones para que no haya violación de derechos. A ese nivel y en este nivel de indignación y también de sensibilidad, de reconocimiento, de congruencia, es que el día de hoy, aquí, se hace un compromiso de seguimiento, de visibilización, porque aquellas y aquellos que el día de hoy no están con nosotros, por lo que valió la pena defender siguen presentes y lo seguirán estando, no sólo en la afrenta sino en la motivación para continuar haciendo lo que hacemos. Les agradezco esta oportunidad, de poder compartir con ustedes datos que, lejos de desalentar, indignan para continuar haciendo lo que tenemos que hacer, no puede ser de otra manera y nos da sentido la ausencia, esa ausencia que cobra valor y que nos da toda la fuerza para continuar haciendo nuestro trabajo. Les pido un minuto de aplausos por aquellas y aquellos y, en especial por las defensoras de derechos humanos, Bety Cariño y Jyri Jaakkola, porque están aquí y seguirán estando siempre cuando sigamos exigiendo derechos humanos, Gracias.