Discurso 55/2014
23 de julio de 2014
Algunos comentarios, retomando lo que a mi parecer es un espectro bastante ya completo que han dado las compañeras que me antecedieron en la palabra.
Lo primero es replantear esta parte que planteaba Verónica, igual lo que se plantea en las participaciones de Perla y de Margarita, en términos de que no estamos ante un fenómeno nuevo.
Es paradigmático estar en esta sala Digna Ochoa, corrían los años 90, la abogada Digna Ochoa trabajaba en el Pro y hubo un operativo que ella acompañó desde esa Organización de la Sociedad Civil con otras organizaciones aquí en el Distrito Federal, para poder, tal cual lo digo, rescatar a muchos niños en ese entonces, que había denuncias igual con operativos para traerlos y sacarlos del albergue de La Gran Familia, con esto les quiero decir no nos engañemos. Esto, y en el caso específico de La Gran Familia, no estamos hablando de un proceso que se haya venido generando desde hace cinco años, sino teníamos y se han venido documentando denuncias con relación a esta situación irregular desde hace al menos tres décadas.
Eso, digamos, nos parte hasta más atrás, en su momento antes de 1990, que tuviéramos el marco de la Convención de los Derechos del Niño, la UNICEF hablaba de una categoría que llamaba menores en circunstancias especialmente difíciles; y en relación a este tipo de albergues, instituciones, marcaba cuestiones que decía y denominaba como de humanización. Les estoy hablando de los años 80.
¿Qué es lo que nos están diciendo? Y eso es lo que pasa como en un segundo plano, en términos de cuáles son, la gran pregunta es cómo restituimos los derechos. De entrada esto es casi 500 niños, niñas y adolescentes y hasta algunos adultos que había en el albergue de La Gran Familia, y luego cómo aseguramos la no repetición.
Yo creo que con eso tendríamos que girar, y en el primer caso, ya lo han apuntalado las que me antecedieron en la palabra, se requiere la determinación del interés superior de cada niño. Es decir, cada uno de estos niños, al igual que los que no están en La Gran Familia y están institucionalizados, requerirían la determinación de su interés superior.
A nosotros nos preocupa de sobremanera lo que estamos, por lo menos ahorita viendo a través de los medios, es que están haciendo una repartición y nos sabemos los criterios de quién está determinando de cómo estos niños están siendo canalizados ya sea a sus familias de origen o a otro lugar. Entonces nos preocupa mucho cómo estamos restituyendo estos derechos y cómo estamos determinando y se está determinando el interés superior de caso por caso de estos niños.
La otra parte tiene que ver con el ejercicio de no repetición, y yo creo que las compañeras han abundado mucho en lo que preocupa, el término de que esto no vuelva a pasar, como con muchas cosas. A ver, nosotros tenemos en 2007 el caso de la Villa de las Niñas, en Chalco; tenemos en el 2008 el caso de Casitas del Sur y tenemos todos los años y casi todos los meses —si ustedes se van a medios locales— casos que tienen que ver y reportan cuestiones irregulares que están pasando en las instituciones que atienden a niños y niñas sin cuidado parental.
Yo creo que éste tendría que servir de lección para volver a discutir, verdaderamente en su amplitud lo que son y lo que requieren del Estado estos niños y niñas y adolescentes sin cuidado parental en México. No sabemos cuántos son. El diagnóstico que tiene el DIF es un diagnóstico generado en el 2007, alrededor de su diagnóstico de adopciones. Ellos marcaban en ese entonces, que había 29 mil niños. En ese mismo reporte que es público decían que no todos los estados habían aportado información alrededor. Entonces, más o menos igual seguía siendo una estimación y estimaban que para estos años habría 30 mil, pero ésa es una estimación. Junto con eso no podemos decir cuántos son.
¿Qué es lo que nos dice por ejemplo, los últimos datos del INEGI; del 2010? Que habría como alrededor de 60 mil, que tenemos alrededor de 753 albergues que institucionalizan niños. Pero todo esto, les quiero decir, son estimaciones. Seguimos, de entrada, sin seguir el Artículo específico de la Ley de Asistencia Social en México, que plantea que tenemos que tener un registro, que tendríamos no nada más que supervisar y avanzar en el seguimiento, sino también tener un registro de dónde están esos niños, qué está pasando con ellos, y qué está pasando con estas instituciones.
Lo otro es, como lo decía Margarita, hay “n” cantidad de documentos internacionales de experiencias que nos permiten generar políticas públicas, o que nos permitirían generar políticas públicas diferentes. Es decir, es importante retomar, por ejemplo, que las directrices en la materia de la ONU, lo que plantea es que estas instituciones llamadas grandes centros, porque rebasan los 80 niños, tienen la recomendación única de la ONU, es la erradicación. Es decir, se erradica, lo que les puedo decir es que esto no es un fenómeno aislado. Nosotros tenemos casos como La Gran Familia, el Hogar Solidario en Guatemala, La Sagrada Familia en Perú, y en México documentamos y aportamos a nivel paradigmático de violación de derechos humanos hoy a La Gran Familia, pero tenemos ahí puesto Casitas del Sur y otros casos que nos han dado a conocer fuera de nuestras fronteras, no por nuestra gran capacidad como Estado para proteger a estos niños.
Lo que se requiere entonces en este caso, como les digo, la recomendación es erradicar y la otra parte es caminar hacia lo que estamos intentando basar en la Ciudad de México, y es a discutir a nivel nacional las modalidades alternativas a la institucionalización.
Hoy como nunca, y como más se requiere, que sea publicada la Ley de Modalidades Alternativas en esta ciudad. ¿Por qué? Porque eso es para nosotros lo que apunta hacia cómo podríamos resolver y podemos ir caminando a la no repetición. Requerimos una apertura mayor.
Y yo concluiría con dos cosas: uno es la gran reflexión que nos deja, no nada más por el suceso, el caso que ahora nos ocupa, sino también en cómo como sociedad tenemos que ir caminando también a modificar nuestras percepciones. Esto que mencionan ahorita es muy claro, estanos acostumbrados a pensar que hay que rescatar a estos niños, que hay que sacarlos de la calle porque son un peligro, que lo que se haga con buenas intenciones está bien, y con caridad, y por lo tanto está bien. Y además a pensar que de que tengan y vivan en la calle o que estén abandonados al ras del suelo, pues más vale que tengan un colchón con pulgas. ¿Pues saben qué? Esa percepción que la sociedad también nos toca hoy a nosotros, y es parte del por qué convocamos a esta conferencia de prensa.
Se habla y se firma y se hace, y nadie habla por los niños. Nadie habla, y se refiere específicamente porque no hay que juntar firmas y los abajo firmantes, es por al menos medio millón de niños en México que están sin cuidado parental. Y en esa lógica, la responsabilidad es de todos, y es una responsabilidad pública.
Yo finalizaría. Hace algunos años, cuatro años hicieron unos talleres en Guanajuato, en algunos centros y finalizaría con lo que decía Carolina, una de las niñas que estaba en estos albergues en Guanajuato. Decía: “me sacaron de un lugar malo y me pusieron en uno peor”. Esperemos que esto no esté sucediendo con La Gran Familia. Muchas gracias.