Discurso 46/2015
5 de noviembre de 2015
Buenos días a todas y todos. Más que repetir lo que ya se ha señalado, de lo que nos convoca el día de hoy, para nosotros como Institución, el reconocimiento en derechos humanos “Ponciano Arriaga” es emblemático, porque es un día que nos permite decirles gracias.
Es un día que nos permite como hoy, con Hermelinda, tener a la zona mixteca de Guerrero en esta Comisión. Sus palabras nos conmovieron; y conmover implica eso, el que no perdamos nuestra capacidad de indignación, de rabia, de justo este reclamo, esta indignación, de lo que implica ser mujer, de lo que implica esta lacerante forma de exclusión, y que, lamentablemente, en la propia Comisión hemos documentado en materia de muerte obstétrica, y que aún en la Ciudad y sin importar la zona en que estemos, sigue existiendo esta parte.
Y para nosotras y para nosotros en esta Institución es justo el momento. No es menor estar en un auditorio llamado Digna Ochoa, que sigue esperando justicia, y no es menor decir que estamos en un país donde defender derechos humanos cuesta, y cuesta la vida. Donde el tema de libertad de expresión en una llamada democracia sigue en alerta, en riesgo extremo, y donde mujeres periodistas siguen, a la fecha, desaparecidas; a un nivel de impunidad escandaloso.
Y de ahí la importancia de convocarnos el día de hoy como comunidad, como Comisión, con la Sociedad Civil, con las Defensoras, los Defensores, con ustedes, para decirles gracias; porque no es menor ejercer los derechos en nuestro país.
Lamentablemente estamos en un contexto donde el gracias es visibilizar, es incluso salvar vidas, para evidenciar el nivel de impunidad, para evidenciar la importancia de estas instituciones.
Habemos más de 700 personas en esta noble Institución, que cada día y efectivamente con la camiseta bien puesta, y con 22 años de trayectoria, nos conmovemos, nos movemos para tratar de hacer estas diferencias que no pasan desapercibidas.
Hoy Hermelinda, tu hija, tu hijo te ven, te ven porque saben que es algo grande, no lo entienden quizá en la dimensión, pero hoy hay una diferencia: esa dignidad, ese carácter, ese emblema para todas y todos nosotros, porque termina siendo la esperanza, termina siendo el no están solas, no están solos, y termina siendo el aquí se dicen las cosas por su nombre, y se dicen, se evidencian, porque esa es la labor inconfundible, incómoda, de las Comisiones de Derechos Humanos. No puede ser de otra manera.
Justo, este tipo de Reconocimiento no es más que para decirles: gracias por hacer esa diferencia, y porque nos motiva como personas a seguir tratando de hacer esa diferencia, a evidenciar, a no negar, a abrir. En la trayectoria el Maestro −como lo decía muy bien Isa− hay una frase muy bella de lo que implica ser maestro: que es el que ayuda a otro a descubrir a otro su propio rostro.
Maestro (Miguel Sarre) usted ayuda a cada abogada y abogado que forma, a descubrir su rostro en la defensa de los derechos humanos. Y no es menor el privilegio de poder hacer incidencia, y no es menor el privilegio de esta generosidad, de esta trayectoria que permite este acercamiento hacia las víctimas, donde por supuesto deben tener voz, y donde por supuesto no permitiremos ninguna Ley y repudiaremos cualquier acto donde no se escuche a las víctimas, porque no tiene razón de ser un pronunciamiento que las deje fuera, y no tiene razón de ser una Organización como ésta si no va de la mano con la Sociedad Civil, que estratégica, digna y valientemente hace la incidencia que necesitamos.
Y más aún, lo que tenemos que hacer, defendiendo en cada momento con nuestro trabajo, lo que implica ser una Comisión de Derechos Humanos progresista, una Comisión de Derechos Humanos que se distingue de cualquier otra de este país, y no es menor decir que como nunca, tenemos que defender la existencia de estas instituciones, porque somos demasiado incómodas, y hay que tener cuidado con el ser incómodos, y hay que tener cuidado con el decir las cosas, porque entonces hay que decirlo con más fuerza y hay que reconocer el día de hoy que los que no están, las que no están con nosotros, están presentes. Y nuestra facultad de indignación, y nuestra forma articulada y estratégica de acercarnos a actores y la forma en que acompañamos y evidenciamos y visibilizamos las necesidades es justo lo que nos da sentido.
No lo podemos ver de otra manera, e indigna, y enoja, pero es una energía canalizada, y es una energía inteligente, que hace daño, daño en el buen sentido, a los que no quieran respetar los derechos humanos, y a los que en pleno Siglo XXI seguimos viviendo en unos Méxicos divergentes, totalmente complejos, pero finalmente con una identidad, con un cariño a este país que sigue moviéndonos.
Y como mujer, como defensora, (Hermelinda) me conmovió, no puede ser de otra manera. Movámonos, sigamos, hagamos, y por los que no están, porque su ausencia nos sigue motivando. Muchas gracias.