Discurso 55/2015
10 de diciembre de 2015
Buenos días a todas y todos. Sí, justo es triste tener una noticia como la partida de una persona, y más con la trayectoria y cariño a quien hizo su trabajo en esta Institución, pero –y justo en estos testimonios y en esta forma de plasmar− lo que no se puede perder es que queda aquí esta memoria, este trabajo, y no se pierde en el recuerdo de todas y todos. Recordar es volver a poner en el corazón. Y siempre Gaby estará en el corazón de esta Institución, en su trabajo, en su familia y en el compromiso que hasta el último momento, y que desafortunadamente nos desprende y nos hace valorar lo más importante.
Creo que este año ha sido de varios compañeros que han tenido que decir adiós a algún familiar, lo que rebobina el chip de decir ¿para qué estamos? Como personas ¿qué podemos hacer lo que nos toca y decir siempre al otro gracias; decir siempre al otro te quiero, reconocer el compromiso, el esfuerzo. Es un buen momento y es una buena reflexión de decir qué bueno estar aquí, qué bueno estar presentes, y más en materia de derechos humanos por los que no están, por los que justo por llevar una defensa, por los que justo por tener una congruencia de vida, no están con nosotros.
Lo hemos dicho en otros momentos, pero sí, es muy sensible de repente, cuando uno escucha estas noticias, porque te ayuda a reflexionar de otra manera la vida y te dice qué bueno estar aquí, en el hoy y en el presente porque lo que podemos hacer en este instante es justo lo que podemos hacer para trascender, y en beneficio de todas y todos.
Entonces, para Gaby nada más nuestro recuerdo, nuestro reconocimiento y su testimonio que no quedará perdido.
Ya parte de este ejercicio de Derechos Humanos en México y en América Latina, desde la visión del Consejo, era una forma de otra manera diferente de decirles gracias a las y los Consejeros que han transitado por lo que han sido estos 22 años como Institución, porque en esa pluralidad en las personalidades, sobre todo, en esas capacidades y trayectorias es la fortaleza temática, la fortaleza de la discusión, la fortaleza de la pluralidad. Y lo decían muy bien, la corresponsabilidad de 22 años de una Institución que se tiene que seguir fortaleciendo, que va muy de la mano con los acuerdos que se consensan, que va muy de la mano de todas y todos en el cotidiano, pero que justo retomando en el ejercicio de lo que implica un órgano colegiado es la parte más importante de esa pluralidad, de esa situación que finalmente se asume la responsabilidad, y se asume con la convicción de que efectivamente se pueden mejorar las rutas, pero siempre hay una convicción de congruencia y de vida. Y ésta está más que plasmada en todas y todos los Consejeros.
Esa camiseta por los derechos humanos, esa indignación, ese compromiso, esa profesionalidad que traen, ese rigor técnico que tanto nos ayuda en momentos determinantes, ese carácter, esa pasión, eso es lo que está ahí. Y también recordar, y que quede ese testimonio de los que ya no nos acompañan.
Cómo pesa la ausencia, la ausencia de voces, la ausencia de plumas, la ausencia de carácter; y eso es parte de lo que no se puede perder, parte de lo que podemos retomar, y es este ejercicio reflexivo, más allá de que efectivamente en esta camaradería, en esta cordialidad, en este respeto que finalmente ayuda a la construcción de los consensos, y en esta pluralidad, insisto, que tanto fortalece. Y efectivamente no sólo en el escuchar, en el proponer, en el integrar, abatir esas situaciones de los retos que nos implica como Institución, pero lo dicen y lo dicen muy bien: todos han transitado y estamos de manera temporal, pero hay quienes han hecho su forma de vida en esta Institución. Y es lo que le da ese carácter, le imprime esa sustancia, ese compromiso.
Lo veíamos esta semana, acompañando a la Caravana de madres migrantes, cómo están ahí, cómo hay esa empatía, cómo hay ese rostro humano, cómo hay esa parte de que esta Institución efectivamente se muestra como no sólo garante, empática, sino también con los grandes temas y de manera progresista y de avanzada, y en los temas de género que sí nos siguen quedando a deber. Que efectivamente y con toda la fuerza hay que seguirlo diciendo, que es indignante la diferenciación, incluso constitucional de la igualdad entre el hombre y la mujer, como si no fuera algo que debiera ser espontáneo, como si la discriminación no tuviera que existir, pero que sigan estando ahí, y que justo estas instituciones tengan esta permanencia que, utópicamente, bien lo dicen, debiera ser temporal, pero no. También puede ser permanente en lo preventivo, en la capacitación, en otros rubros que no pasen ya por el agravio hacia las víctimas.
Y sobre todo, reconocer en este ejercicio de este libro, que ahora tienen en sus manos, que no se pierdan estos testimonios, estas reflexiones de personas tan valiosas, de personas que han aportado, que han dejado de sí en la Institución, de una manera tan generosa y que justo es lo que logra este fortalecimiento hacia la Institución, y que nos permita el día de hoy, en un momento tan emblemático y tan duro de lo que implica (y lo han dicho en el transcurso de otras gestiones) ahora vivir en esta complejidad, en esta Ciudad donde metemos nuevos derechos, como el desarrollo urbano, donde se rebobinan historias, que pareciera que regresamos a los 70’s, con la desaparición forzada, donde es indignante que haya leyes especiales para defender Defensores; eso ya es agravio adicional, el que ahora se tenga que defender al Defensor; el que no estamos ajenos a las críticas y a la situación del pretender, bajo esquemas poco afortunados, debilitar una Institución bajo situaciones que no abonan a su compromiso institucional, y que se refrendan con el trabajo también, que es parte de lo que ayuda, el trabajo que hacen todas y todos cotidianamente.
Y justo es eso, somos incómodos, y a la incomodidad hay que atenuarla, hay que bajarle, hay que confrontarla, y hay que dividir, que escindir y hay que generar toda una masa que permita esa ambigüedad que haga que no podamos fortalecer rutas con esta coordinación tan necesaria en muchísimos temas, sin perder la pluralidad.
De ahí, esa es la importancia de un Consejo, alguien que efectivamente no sólo acompañe, sino que una se sienta acompañada, acompañado, pero porque sabe uno que está refrendado en el trabajo, en la coordinación, en la pluralidad, en el diálogo, en la propuesta; y que finalmente, efectivamente en la responsabilidad que nos toque encabezar, más bien es esta corresponsabilidad de lo que implica el día a día, y de lo que tiene que seguir para seguir fortaleciendo una Institución como ésta, que no es menor y que cada vez se hacen más adversos los escenarios, que de veras en la ruta incluso de la desconfianza en las instituciones pues se tiene que refrendar doblemente con el trabajo. Pero es más noble cuando uno muestra el rostro, cuando uno ve detrás qué hay. Eso nos da más fortaleza.
No es menor decir que esta Institución son las y los Consejeros que han transitado por ella, efectivamente han impreso, han tenido una huella que quedará ahí, que no se pierde, que se recupera, que se rebobina y que nos da esta fortaleza y este ánimo de decir no están solos allá afuera las víctimas que lamentablemente viven sus afrentas, pero también al interior hay un compromiso de fortalecimiento, un compromiso de trabajo, también de responsabilidad, de rendir cuentas hacia afuera, en momentos claves donde sepan que cuentan con personas no sólo empáticas, sino comprometidas con sus resultados, con sus ejercicios; y que tienen una Institución muy noble, muy generosa, pero también muy comprometida con temas donde no se va a dejar de pronunciar, y que gracias a este acompañamiento, gracias a esta pluralidad de las y los Consejeros, los presentes, los ausentes, los que en ausencia seguirán porque no se pierde su testimonio.
Créanlo, días como hoy que, de veras, son claroscuros entre la tristeza, entre congratularse por poderse reencontrar con compañeras y compañeros, pero sobre todo en materia de derechos humanos, el desaliento no está permitido.
No permitan que nos puedan mermar en el desconsuelo, o mermar en la frustración, o mermar en de repente decir y ¿por dónde? Porque siempre habemos, siempre hay, y eso es lo más valioso del Consejo, personas muy valiosas, comprometidas, que confrontan, que exigen, que proponen y que permiten ese acompañamiento, pero que al mismo tiempo, les digo, es reforzar en esa confianza, no sólo hacia la Institución de adentro hacia afuera, sino también en el trabajo porque es muy necesario. Como nunca este país lo requiere, y como nunca es lo importante de decir gracias a este trabajo que generosamente han llevado a cabo las personas que han transitado, las personas a las que no queremos perder en estos acompañamientos que efectivamente son tan necesarios en este contexto, y el recordar siempre.
Así como el rencor también es poner en el corazón, el recordar también es poner en el corazón que sentimiento queremos. Y el día de hoy es para Gaby, para su familia, para las personas que en un momento dado tienen un duelo, es decir no están solas, porque habemos a los que nos importa; y mientras nos importe, puede haber errores, no hay mala fe, pero siempre hay una forma de construcción solidaria y comprometida, porque en el rostro de todas y todos nos reencontramos. Esa es la fortaleza de decirles, y a manera de gratitud, con este ejemplar, muchas gracias Consejeras, Consejeros.
Seguiremos trabajando por esta Institución, y esta Institución seguirá siempre congruente y firme para quien nos debemos, que son esas víctimas que desafortunadamente siguen existiendo en este país, pero que no están solas. Muchas gracias.