Discurso 12/2016
30 de marzo de 2016
Gracias, respetables Diputadas y Diputados.
He tenido la oportunidad de presentar ante este Poder Legislativo el Informe de labores correspondiente a este periodo de 12 meses de trabajo en la CDHDF.
Con cifras, propuestas, documentos, avances y precisiones sobre casos que le han interesado a la población y a ustedes como representantes de las y los ciudadanos, fijando no sólo la posición de la Comisión que me honro en dirigir, sino sobre todo, la posición de respeto y protección a los derechos humanos.
Hacer un balance a la mitad del camino obliga a revisar el recorrido, así como las decisiones tomadas para lograr los objetivos. Desde hace más de dos años, cuando se inició la gestión que encabezo, definimos los ejes que se convertirían en las líneas de trabajo: Prevención, Visiblización, Rigor técnico en las Recomendaciones, Territorialidad y Tranversalización de género con transparencia.
Cada acción que desarrollamos en esta Comisión va encaminada a cumplir con esas metas y a alcanzar esos objetivos que nos trazamos y, sobre todo, a atender y satisfacer las peticiones y necesidades de las personas que acuden a nosotros para hacer respetar sus derechos humanos.
Más allá de las cifras y de los datos duros que se pueden encontrar en el Informe, me interesa compartirles la parte humana de este trabajo, porque a veces las cifras son muy frías y no reflejan la labor tan directa y de atención a las víctimas que día con día realizan las personas que integran nuestra Institución.
Quienes trabajamos en esta Comisión hemos asumido un compromiso con las víctimas de las violaciones a los derechos humanos, con sus familiares, con nosotros mismos y con la sociedad. Este compromiso es colocar en el centro de nuestra actuación los intereses y derechos de las víctimas; es priorizar lo que más las beneficie, por encima de cualquier otro criterio.
A dos años, el balance nos permite afirmar que la estrategia rinde frutos.
Lo he dicho en varias ocasiones y lo repito hoy: habrá momentos en que la Comisión tenga que mantener una posición pública y mediática más fuerte y más contundente; en otras, nuestras acciones serán de muy bajo perfil, de diálogo directo con las autoridades responsables.
No se trata de protagonismos estériles. Igual de importantes son las dos formas e igual de relevantes para las víctimas que atendemos es que este Organismo las acompañe en sus peticiones y en el ejercicio de sus derechos de manera pública o de manera discreta.
Nos hemos esforzado por atender y resolver miles de quejas, a través de la mediación, de la gestión directa con las autoridades responsables. Nos hemos esforzado también para lograr en el mayor número de casos posibles, una reparación del daño integral para las víctimas que depositan su confianza en esta Comisión. Nos falta mucho por hacer, y muchas víctimas por atender, pero esa es nuestra tarea de todos los días.
Para ellas y para ellos trabajamos arduamente, y lo seguiremos haciendo, procurando en todo momento, mejorar nuestra atención y nuestro servicio, hasta lograr que los derechos humanos sean una realidad plena en esta Ciudad.
Sin embargo, no basta con tener la claridad del objetivo y el fin de nuestro trabajo, pues seguimos inmersos en una seria crisis de violaciones a los derechos humanos en México, de la que esta ciudad no puede abstraerse.
No podemos engañarnos y decir que en nuestra Ciudad las cosas son óptimas o lejanas a la realidad que se vive en otras partes del país. Efectivamente hay leyes, mecanismos, y sistemas públicos que permiten garantizar de mejor manera los derechos de quienes vivimos y transitamos esta Ciudad.
Sin embargo, no podemos cerrar los ojos ante los retos de la inseguridad, la mejoría en la efectividad de los programas de prevención del delito; la lentitud y complejidad del sistema de procuración de justicia, la falta de servicios básicos como el agua potable, la violencia contra las mujeres, los obstáculos y amenazas que enfrentan periodistas y defensores de derechos humanos, la discriminación, la tortura, la saturación del sistema penitenciario, entre otros temas que siguen preocupando a las personas, quienes exigen que se avance de manera significativa en su protección.
Por ello, quiero hacer énfasis en algunos de los temas que este año han llamado la atención de las y los capitalinos y que nos siguen mereciendo un esfuerzo mayor.
La violencia contra las mujeres. Los feminicidios son la expresión más extrema de la violencia contra las mujeres y, a pesar de que la gran mayoría de ellos son prevenibles, seguimos conociendo de casos en esta ciudad, algunos más violentos o mediáticos que otros, pero todos iguales de indignantes.
La misma indignación que nos provocan los feminicidios debe de provocarnos la violencia contra las mujeres en la calle, en el transporte público, en las escuelas, en las oficinas, en todo aquel espacio público en donde las mujeres y las niñas acudan. Esta violencia que no se ve y pocas veces se denuncia, es el origen social y cultural de muchos otros tipos de violencia, incluyendo desde luego, la violencia feminicida.
Tenemos que trabajar de manera coordinada para mejorar el sistema de atención para las mujeres víctimas de delito en el Ministerio Público, para fortalecer el sistema de atención, protección y asistencia para las mujeres víctimas de violencia sexual; para innovar en mecanismos de atención psicológica que eviten la revictimización de las mujeres y eviten su estigmatización social, por mencionar algunas tareas.
La atención a la población adolescente. Poco se discute en la vida política sobre ese amplio sector poblacional que concentra a una gran parte importante de quienes habitan esta ciudad. Las y los jóvenes que aun siendo considerados como niños y niñas por la Ley, merecen una atención especializada acorde con sus necesidades, aspiraciones y condiciones.
La población adolescente es invisibilizada entre las franjas de los adultos y las niñas y los niños, situación que ha impedido construir programas y políticas públicas integrales que atiendan de manera armónica sus principales problemáticas.
Este sector poblacional destaca el tema del embarazo temprano, no planeado, que acarrea no sólo grandes responsabilidades para las y los jóvenes, sino que además suele truncar sus proyectos de vida.
No se ha atendido adecuadamente estos problemas, pues se necesitan mejores y más efectivos programas de salud pública, de prevención e información, a pesar de que la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en un derecho asegurado en nuestra ciudad. De ahí que este año el Informe de género sea en esta materia.
En esta gran labor cotidiana, y frente a la gran responsabilidad que tiene esta Institución, mantengo un optimismo basado en una realidad que he confirmado todos los días: el personal, los hombres y las mujeres que integran la Comisión, tienen la camiseta bien puesta.
Cada día, en cada acción, demuestran el compromiso y la entereza que da el sentirse dignos por emprender la mejor labor; el velar por que quienes no tienen voz, forma o circunstancia para hacer valer sus derechos. Sepan que existe una Institución que les apoya, que respalda su trabajo y que mantiene como su razón de ser la defensa de la dignidad de las personas en el mosaico que implica la lucha por el respeto a los derechos humanos.
A todas y todos quienes integran esta Comisión, les expreso de manera pública mi reconocimiento y entusiasmo por seguir acompañando esta gestión y por orientar su esfuerzo y trabajo en la ruta que nos ha dado sentido. Condenamos cualquier acto de descalificación u obstaculización del trabajo del ejercicio valiente de quienes defienden derechos humanos.
A todas y todos los que habitan y transitan en esta Ciudad, les reitero que pueden seguir confiando y contando con esta Comisión de Derechos Humanos que día a día seguirá trabajando por la defensa de sus derechos.
Algunas veces lo haremos de manera pública y otras de manera discreta, pero siempre manteniendo en el foco de nuestra misión la atención a las víctimas, el respeto a sus derechos, el conocimiento de la verdad de los hechos y la obtención de una justa reparación del daño, procurando generar condiciones para que esta difícil realidad por la que han atravesado jamás se repita.
No quiero terminar esta participación, sin antes referirme al momento histórico político y social que vive nuestra Ciudad: el momento de la elaboración de una Constitución propia que refleje no sólo las aspiraciones que tenemos como sociedad, sino también las proyecciones que como conjunto humano queremos ver reflejadas en nuestra Carta Magna.
El proceso deliberativo para la construcción de una nueva Constitución no es sencillo, y por ello merece la participación activa y comprometida de todos los actores políticos de la ciudad. La Sociedad Civil es ese pulso plural y pujante de las mejores acciones de defensa de los derechos.
Merece también que, para su elaboración, se retomen los más altos estándares en materia de derechos humanos a nivel internacional y que aparejados a esos estándares, se establezcan las más claras obligaciones que tiendan a asegurar y garantizar el ejercicio de esos derechos por parte de las autoridades.
Una Constitución como la que merece esta ciudad, tiene que garantizar que las autoridades que aquí brindamos nuestro servicio, cumplamos también con los más altos estándares de profesionalismo, honradez, calidad, transparencia, rendición de cuentas, protección de datos y vocación de servicio.
Que todas las instancias de gobierno, delegacionales, autónomas y demás entes de la administración pública, tengamos la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de todas las personas que habitan y transitan nuestra Ciudad.
Esta Ciudad se proyecta hacia el futuro como una ciudad referente en muchos aspectos; como una ciudad que marca la vanguardia en derechos y libertades. No perdamos esa inercia, no perdamos los derechos que tanto trabajo nos ha costado ganar. No perdamos tampoco la oportunidad de construir un andamiaje legal que tenga como columna vertebral a los derechos humanos.
Estamos ante un gran reto. Hagamos equipo y construyamos una Ciudad que escuche a sus integrantes, que atienda las necesidades de la gente y, sobre todo, que asegure que los derechos humanos sean verdaderamente universales, progresivos y tangibles para todas y para todos.
Muchas gracias.