Discurso 41/2016
Quito, Ecuador, 18 de octubre de 2016
Quiero saludar primero y con mucho gusto a todas las niñas y niños que están el día de hoy. Vengo de un vuelo de la una de la mañana y vengo muy contenta, porque la primera actividad que nos toca hacer el día de hoy es con todas y todos ustedes; porque no hay ningún sentido de nada y no tendría razón de ser ninguna sociedad, si no volteamos y escuchamos a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. El día que nos olvidamos de eso, es cuando tenemos complejidad de violencia, de abandono, de soledad, de desarraigo y de una, incluso, despreocupación de lo que implica nuestro propio entorno.
El estar con ustedes el día de hoy; el que, efectivamente, haya y están todas las autoridades de todo tipo de sector convocadas, generando estos espacios, también es motivador, pero al mismo tiempo reflexionar sobre lo indignante que es saber que hay niñas, niños, que no tienen acceso a la salud; niñas, niños, que no tienen, y pareciera un privilegio, la educación; que viven entornos de violencia; entornos incluso de desplazamiento forzoso y que, justo esa es la responsabilidad de quienes nos toca poder hacer una cambio. Pero el cambio empieza aquí; y, efectivamente, como bien lo decían: no desde un futuro, desde el presente que son ustedes, escuchándolas y escuchándolos. Y generando este compromiso, justo de hablar de lo que implica este Derecho a la Ciudad, como un Derecho humano; lo que implica exigirlo, lo que implica apropiárselo, vivirlo, apasionarse por el hecho de saberse libres y saberse también corresponsables con su comunidad, con su familia, con su sociedad, porque finalmente, si no apostamos a esto, vamos a seguir en un clima donde vemos entornos que nos preocupan cada vez que prendemos la televisión y hay un noticiero. Y el hecho de escucharlos, creo que es una parte muy importante.
En el caso de la Ciudad de México, la Comisión puede recibir quejas de niñas y niños, y eso es fundamental, porque pueden reportar entornos de violencia intrafamiliar, pueden reportar situaciones que les preocupan. Pero sobre todo, en una cultura de la paz, que es algo que tratamos de desarrollar en la Ciudad, son ustedes el factor, son ustedes justo el ejercicio mínimo que necesitamos para que se vayan apropiando, conociendo, pero sobre todo empoderando y ejerciendo sus derechos.
Creo que este ejercicio, este ambiente, esta cordialidad nos obliga justo a reforzar estos esfuerzos, a que podamos visibilizar más sus necesidades, pero sobre todo, a asumir esta corresponsabilidad, que efectivamente nos está quedando amplia a los adultos, pero que nos toca seguir escuchando, propiciando, generando esta forma de convivencia, como esta comunidad, como esta hermandad, donde no hay barreras, donde no hay fronteras, donde no exista la discriminación, pero donde sobre todo, algún día esté David, Sol, cualquiera de las niñas y niños que están aquí y que también están afuera, sabiéndose que tienen un futuro que están construyendo en su presente.
Y muchas gracias por esta oportunidad de estar compartiendo con ustedes. También la oportunidad y el reconocimiento de todas las autoridades que están generando estas condiciones, pero sobre todo este compromiso y esta corresponsabilidad y, acuérdense: son importantes, porque lo valen, porque tienen una esencia vital, porque ustedes son la diferencia cotidiana, la diferencia constante, porque vale la pena cada momento que haya un esfuerzo porque ustedes construyan en su presente un mejor futuro. Muchas gracias.