Discurso 06/2017
08 de marzo de 2017
Gracias, buenos días a todas y a todos los que nos acompañan. ¿Cómo están? Saludo al honorable presidium, sobre todo al Doctor José Ramón Amieva, Secretario de Desarrollo Social; la Doctora Ruth Villanueva, Tercera Visitadora General de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; nuestra Visitadora, la Segunda Visitaduría General de la Comisión, a todo el equipo de trabajo de Educación y de la Visitaduría que están el día de hoy con ustedes.
Al Licenciado Hazael Ruiz, Secretario del Sistema Penitenciario; la Diputada Rebeca Peralta de León, entusiasta y más que conocedora de los temas de la Comisión Especial de Reclusorios de la Asamblea Legislativa; la maestra Elena Lugo, a quien le hacemos extensivo el saludo al Presidente del Tribunal Superior; la licenciada Gloria María Hernández Gaona, Directora del Centro, gracias por estos espacios; la licenciada Evangelina Hernández, hágale el saludo también a la Secretaria de Sederec; a Rosa Julia, quien nos estará compartiendo su mensaje el día de hoy; y el Doctor Luis Manuel Jiménez, Director de Servicios Médicos.
No quiero dejar de mencionar a ninguna de las personas que están aquí porque cada quien tiene un rol y es algo que reconocemos en esta cuestión interinstitucional y de lo que también tratamos de fomentar en la Comisión de Derechos Humanos, en apoyo de todas ustedes.
Conmemorar el Día Internacional de la Mujer siempre es una oportunidad para hacer recuento de los grandes avances conseguidos en el trabajo de muchas mujeres, cuya lucha y entrega han hecho la diferencia a lo largo de la historia.
Hoy y todos los días es indispensable que reconozcamos a las mujeres desde sus lugares, desde el quehacer cotidiano y enfrentando los obstáculos impensables y que diariamente luchan por tener para ellas y sus familias, sus comunidades, alternativas para una vida mejor.
Mujeres, que a pesar de su condición económica, de la falta de oportunidades de trabajo, de la imposibilidad de tener terminada la escuela, de haber sido víctimas de discriminación, violencia, malos tratos, levanta la cara y dice: “¡ya no más!”.
Mujeres, como ustedes, viviendo situaciones difíciles, no se rinden. Que aprovechan las experiencias dolorosas como un impulso para ser la diferencia, para buscar alternativas y salir adelante.
Que luchan por romper la imagen de la mujer que históricamente se nos ha impuesto. Mujeres que se vuelven ejemplo de vida para ellas mismas, para las suyas y para los demás.
En este Centro hay varios ejemplos de ello. De mujeres que vencen obstáculos, que le dan sentido a su permanencia privadas de la libertad.
Les invito a que sea este ejemplo el que nos impulse a hacer un recuento personal de nuestras batallas, las ganadas y las pendientes. A reconocer la importancia de ser actores principales de nuestra vida. A poder identificar qué de lo pendiente podemos conseguir y qué debemos exigir, con qué contamos y qué necesitamos para sumarnos a las muchas voces que demandan una vida digna para todas las mujeres.
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal reconoce que como sociedad aún enfrentamos retos que impiden alcanzar el respeto irrestricto a los derechos humanos de las mujeres que viven en esta Ciudad, por lo que refrendamos nuestro compromiso con ustedes, y llevaremos a cabo las acciones que nos toquen, para que no se sientan solas.
Sí nos importan, hay instituciones pendientes de ustedes, y como dicen por ahí las frases: “No queremos flores, queremos derechos”. Conózcanlos, aprópienselos y háganlos valer. Muchas gracias.