Discurso 15/2017
3 de mayo de 2017
Buenos días a todas y todos. Saludo en primer lugar a las y los compañeros de los medios de comunicación, que justo en este día, lo tenemos que decir con toda claridad: nada qué celebrar.
Y justo en este contexto agradecer a Ana Lilia Moreno, interprete de lenguaje de señas, que estará acompañándonos de ahora en adelante en los diversos eventos de la Comisión, con esta posibilidad de una difusión más amplia a todas las personas que tengan interés en estos temas de derechos humanos.
De igual manera saludo a las personas que amablemente nos acompañan en la presentación: José Reveles, Eduardo Huchim, instituciones del periodismo. No es menor y lo tienen ellos en su trayectoria, lo que han documentado, lo que han escrito, lo que ha sido su pensamiento libre, crítico en todo este tiempo.
Saludo de manera afectuosa a José Martínez, todo un biógrafo incómodo de personajes como Elba Esther Gordillo y en su momento Hank González, cuando eran quienes eran. Para que vean esos contextos cuando se hacían esas biografías. Gracias por estar aquí en esta presentación.
Y mucho en este entorno de lo que es la libertad de prensa sí es importante visibilizar más allá de lo que amablemente nos hicieron favor de difundir en cuanto al contenido de este manualito, de esta herramienta que queremos que sea incluso de bolsillo, para las y los periodistas, es alertando en los dos niveles de ataques que se viven cotidianamente en el ejercicio de la libertad de expresión.
Lo hemos dicho y lamentablemente el escenario no cambia, los ataques directos en los que va de por medio la vida, la integridad o la desaparición forzada de quienes ejercen el periodismo con valentía. Y esto se incrementa por el nivel de impunidad. Hay que decirlo con toda claridad: el Estado es responsable por omisión al negar el acceso a la justicia sobre el paradero o el conocimiento de los responsables en cada uno de los crímenes contra el periodismo.
Actualmente contamos con un record de 98% de expedientes sin tener siquiera una consignación o un probable responsable. Que lamentablemente es –y lo decía bien Eduardo Huchim- cotidiano, con los niveles de impunidad en diferentes casos. Pero aquí se agrava por la persona que sufre la agresión porque es en detrimento del derecho social a saber y porque el mensaje de la impunidad lleva a la autocensura como forma de protección. Ese es el nivel de riesgo que se vive y que no ha dejado de darse en nuestro país.
Muy importante decir el tema de impunidad, porque la impunidad hace que no cueste privar de la vida a un ser humano, en este caso a una o un periodista. Ya no hay una distinción entre hombres y mujeres. Hemos visto como se ha ido incrementando el asesinato de mujeres periodistas. También decirlo con esa claridad.
Por otro lado también el derecho a las familias. Nadie previó que podía hacer una familia cuando no está la persona desaparecida: qué pude hacer si no puede cobrar una pensión de viudez, o una pensión de orfandad; porque por supuesto la persona tiene que aparecer con vida, pero los deja en un estado administrativo de parálisis donde no solamente es la afrenta de no poder vivir un duelo, si es que fuera el caso, sino el no poder seguir adelante con su vida y sus trámites porque falta uno de los miembros de su familia. No está previsto en la ley y los deja, insisto, en un estado de parálisis a esas familias que siguen buscando su acceso a la justicia.
Otras son las medidas indirectas. Esa es más sutil, siempre lo hemos dicho, cuando se trata de agredir a un periodista, no hay competencia, no hay presupuesto, no hay atribuciones, todo puede pasar de manera directa. Cuando se trata de proteger al periodista no existe. Hay una agresión institucional. Una tercera parte del país sigue criminalizando la libertad de expresión con los delitos contra el honor. Existe la ley anacrónica de los delitos de imprenta, así se llama: Ley de los Delitos de Imprenta, de mayo de 1917. En un caso contra Sergio Aguayo, en otro momento, porque ahora tiene otra demanda diferente, se actualizó por parte de la Corte dándole vigencia a esa Ley anacrónica. Si quieren saber que es moral ahí viene definida, nada más para que vean las dimensiones que puede tener una regulación con ese matiz.
Otra es la perversidad legislativa. Porque ustedes pueden mantener permanentemente demandado a un periodista: quitarle tiempo, disposición, llevarlo a que tenga una asesoría especializada, y un litigio cuesta -se puede hacer con programas académicos como en su momento lo logramos hacer con la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) para acompañar la defensa de periodistas-; pero si no se logra hay demandas en este país que han sido hasta de 6 millones o 10 millones de pesos. No sólo es esa parte sino la perversidad de mantener a los periodistas sujetos a un juicio. Se vale porque nadie está exento de ser llevado ante un tribunal, lo que no se entiende son los tiempos que duran los litigios y que tienen en un desgaste permanente al gremio.
¿Qué hacer ante estos escenarios? Vemos que en materia administrativa, una clausura por no tener adecuado el señalamiento de salida o un extintor, una clausura de 15 días a un medio escrito lo lleva a la ruina. No pagar las prestaciones cuidado… en materia de Ley Federal del Trabajo sigue estando como oficio el periodismo, pero ya ni salario hay, les pagan sólo cuando mandan nota, no tienen seguridad social y no digamos los que están concentrados en capitales, todos los que están en capitales de la república donde ante una lesión o situación no tienen una garantía. Es una falta grave. Una cosa es el periodista y otra cosa es el medio periodístico como empresa de comunicación. También la publicidad oficial, premio o castigo que no está regulada. Y eso en materia administrativa.
En materia penal los delitos contra el honor, en materia civil las demandas por daño moral. ¿Qué hacer ante un escenario tan adverso? Darles por lo menos una herramienta, porque lo hemos dicho hasta de broma, el derecho es como el aire: no se ve, pero sin él se ahogan. No se nos ahoguen, conozcan sus derechos. Sepan primero cuáles son las adversidades que tienen que enfrentar institucionales, porque hay leyes que anacrónicamente no se han actualizado.
Segundo, que es la parte inédita. La verdad es un primer libro que tiene este elemento: tiene todas las nuevas directrices de la Ley General de Transparencia. Cuidado, ya es una competencia concurrente, ya se hizo un laberinto de procedimientos y el periodismo de investigación es la esencia de la democracia, el contrapeso al abuso del poder, y se ha demostrado con casos emblemáticos en nuestra sociedad. ¿Cómo se blinda un periodista que hace este tipo de documentación? Usando la Ley de Transparencia. Porque aunque sea llamado a juicio, su información es pública y no pueden revertirlo u obligarlo a revelar su fuente. La fuente es pública. De ahí la importancia del trabajo que hace Gabriel Santiago porque esta Ley tan reciente, que apenas estamos tratando de entender los propios abogados, les hace una ruta crítica de cómo hacer una solicitud de información y cuáles son los escenarios hasta lograr obtenerla.
Esa es una base de blindaje al periodismo de investigación. Usar la ley a su favor. No es menor decirlo, cuando la ley tiene estas connotaciones desactualizadas o anacrónicas, se desvirtúa o se convierte en una forma indirecta de ataque y agresión a la libertad de expresión. Y están vigentes.
De ahí la importancia de destacar la impunidad y el anacronismo legislativo que requiere que se genere esta actualización normativa. La otra, el fracaso, porque desde el 2011 y aquí se refieren los punteos que dieron tanto la Organización de Estados Americanos (OEA) como la Organización de Naciones Unidas (ONU), de todo lo que tenía que hacer el Estado mexicano para evitar que se dieran las agresiones a periodistas. No se han cumplido, desde el 2011 visita inédita, que no se ha podido repetir, esa invitación está pendiente. Llama la atención que ahora con los nuevos estándares, justo de esa misma época, de la Reforma al Artículo 1º Constitucional, que ha sido un fracaso las medidas preventivas.
Una periodista, un periodista que sufre una amenaza se debe tomar en serio y se tiene que mover. Lo primero que pierde ya es su libertad de expresión. Se tiene que mover porque tiene que proteger otro derecho más amplio: su vida. ¿Cuántas personas están en el exilio? No sabemos. Porque eso las pone en riesgo. ¿Cuántas personas tienen que desplazarse con su familia y cuántas pueden regresar a seguir ejerciendo su libertad?
La base de la democracia para pluralidad y crítica es la libertad de expresión. ¿Cómo garantizarla si el propio gremio está amenazado? Cuando los mecanismos preventivos no están funcionando y de ahí al día de hoy siguen sumándose las muertes y desapariciones de las y los periodistas. Esa es la parte más grave. Sí nos unimos solidariamente al reclamo de organismos internacionales, de sociedad civil, del propio gremio, a la exigencia al Estado mexicano de que se lleven a cabo las reuniones de trabajo que puedan optimizar los mecanismos preventivos.
Decíamos antes que los periodistas no quieren flores, no quieren nombres en auditorios cuando ya no están, quieren ejercer su libertad de expresión. Un día como hoy, justo en esta regulación y lo que implican los riesgos que se viven por el periodismo. La mejor fórmula es la autorregulación, el ejercicio ético. Un día como hoy un querido amigo Omar Raúl Martínez nos dejó y él es de los grandes pioneros en defender los códigos éticos: dónde la ley no te limite, justo que te limite tu ética. Ese es tú blindaje, porque esa es tu congruencia y ese es tu sentido de libertad. Un día como hoy también tendremos que seguir conmemorando a las y los periodistas que no están aquí por haber hecho su labor. Y más que pedir, como lo hemos hecho de manera reiterada en diversos momentos en que recordamos su ausencia, la hacemos presente porque sigue la indignación de la falta de justicia y garantías. No hagas el silencio, hoy hagamos el aplauso, hoy hagamos el ruido, sus voces no se callan, sus voces son testimonio vital de que vale la pena ensanchar estos derechos, de que no se pierda la indignación. De que hay periodismos libre, plural, crítico y necesario. Las voces jamás serán silenciadas. Les pediría un minuto de aplausos, empezando por el periodista Filiberto Álvarez Landeros, que fue asesinado justo apenas este fin de semana y se suma a esas cinco ejecuciones más, sólo de este año, y más de 100 en menos de una década. Les pediría ese minuto de aplausos… Gracias.