Discurso 15/2018
7 de marzo de 2018
Estamos realizando este Conversatorio en coordinación y organización con el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJCDMX); gracias Blanca (Estela del Rosario Zamudio), siempre aliada y siempre con nosotros; el nombre “Las mujeres en el trabajo, miradas diversas”. Podríamos pensar que nada más vamos a hablar, cuando hablamos de esto, del análisis y el diálogo del papel de las mujeres en el mundo laboral, pero no es cierto. Cuando hablamos de trabajo, hablamos del mundo laboral pero también del mundo privado en donde trabajamos la mayoría de las mujeres en esto que conocemos como la “doble jornada”.
Además, hoy por hoy, las discusiones cada vez más fuertes están es esto que se denomina la economía del trabajo, la economía de la crianza que tiene que ver con eso que hacemos muchas mujeres; estamos hablando no de un mundo laboral, pero sí un mundo del trabajo, que además aporta a la economía del país, de esta Ciudad y de este mundo de manera prioritaria. Tenemos que ir rompiendo, no nada más en términos sociales y culturales con estereotipos, tenemos que seguir avanzando en dar la dimensión de lo que implica participar en un mercado laboral desigual, pero que también participamos en un mercado de trabajo que genera dinero, que genera recursos, que genera desarrollo en nuestra Ciudad, en nuestro país y en el mundo. Por eso son estás “miradas diversas”, por eso este tipo de Conversatorios y los temas que van a poder disfrutar. Agradezco mucho la participación de todas y todos los que van a estar compartiendo con nosotros esta tarde.
Hay que recordar que el 8 de marzo es una fecha conmemorativa, no celebrativa, conmemoramos paradójicamente –que ahorita vamos a muchos eventos y se habla de muchos aspectos que tienen que ver con las mujeres-, pero el 8 de marzo se crea alrededor del mundo laboral. Es la agenda laboral la que plantea porqué estamos aquí. Me da mucho gusto que la Comisión y el Tribunal estemos promoviendo este diálogo y este análisis a partir de eso.
En las últimas décadas hemos sido testigos de la recomposición de la alteridad de lo masculino y lo femenino, la figura social de lo femenino ha transformado progresivamente los sistemas, pero aún no hemos podido llegar a las últimas consecuencias. La feminización del poder ha podido remover viejos patrones culturales, pero aún sigue latente la cultura machista y las distintas formas de violencia que se ejercen contra las mujeres. Si bien el poder femenino ha avanzado progresivamente en el mercado laboral, existen varios rublos pendientes que actúan en contra de las mujeres: las remuneraciones diferenciadas a pesar de la realización del mismo trabajo que los hombres, se calcula, los últimos datos son de 30% menos por el mismo trabajo, las mismas responsabilidades. El techo de cristal que impide a las mujeres avanzar, la mayor carga de las labores domésticas y del cuidado de la familia, que limita las jornadas y remuneraciones, que al final determinan los tiempos para jubilación y los montos de pensión. En este sentido nuestro primer deber es difundir y promover la igualdad entre hombres y mujeres tal y como lo establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y múltiples tratados internacionales que hemos firmado, que signamos y acompañamos, y que ponen en relieve el derecho de las mujeres en el mundo laboral.
Si bien existen avances en el nivel de cobertura educativa, persiste el problema del trabajo precario, informal o el desempleo, donde las mujeres son más vulnerables a estos fenómenos que los hombres.
Básicamente les puedo decir que, en 1970, es un dato que escuché en la mañana en otro evento como este. En 1970, el 10% de las mujeres de la matrícula de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) eran mujeres, hoy es el 60%. De ese nivel estamos hablando, del 70 para acá, en 50 años hemos logrado sextuplicar el número de mujeres incorporadas a nivel superior, en niveles de licenciatura, en carreras como las que estoy diciendo, no eran estas carreras en términos de que tendrían que ser maestra, pedagoga, o trabajadora social –que qué bueno que lo somos-, pero básicamente lo que rompen es el estereotipo.
Creo que si volteamos a ver a nuestras compañeras policías, tenemos otra muestra, no nada más en lo educativo, de lo que es romper el estereotipo. Cuando yo era niña, no había mujeres policías. No había, estoy hablando de los años 70. No había mujeres policía. Hoy tenemos cada vez más mujeres policías, que básicamente lo que hablan es que no hay barreras. Culturalmente lo que tenemos que romper es la cultura de que hay cosas que nada más pueden hacer los hombres o cosas que nada más podemos hacer las mujeres, lo que estamos haciendo es construir cuestiones sociales, cuestiones que como tales podemos transformar y cambiar, y eso es la riqueza. Muchas felicidades por ser parte de nuestro paisaje urbano que nos habla cada vez más de que podemos transformar las visiones, podemos no tener límites en lo que queremos hacer y en cómo lo queremos hacer.
Resulta relevante tener en cuenta que el lenguaje y el uso que se hace del mismo para evitar ser sexista. Hoy por hoy cada vez hablamos más de las y los, poco para evidenciar, para poner en relieve… Por el lenguaje se transforma el mundo. Se los voy a poner tan claro. Cuando nosotras les decimos a nuestros hijos “te quiero”, cuando le decimos a nuestros sobrinos “te quiero”, en ese “te quiero” estamos transformando. Se los tenemos que decir. Se los tenemos que hablar. Y cuando nos referimos a nosotras, se tienen que referir a nosotras, como “nosotras”, no como nosotros, porque para eso a nuestros compañeros varones, para eso está nosotros. Aunque nos cueste más trabajo, hagámoslo y repitámoslo a nuestros hijos, a nuestros sobrinos, a nuestros vecinos, a todo mundo, porque de ahí también devienen cosas y transformaciones.
En la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal se han modificado los Lineamientos Generales del Trabajo, de las y los servidores públicos de este Organismo a fin de que se contribuya a lograr la igualdad de género en el ámbito laboral.
Tenemos hoy la gran oportunidad de contar con especialistas servidoras públicas de distintas dependencias, compañeras y compañeros de la Comisión y público en general interesadas e interesados en contribuir en sus espacios de trabajo a conciliar la vida familiar y laboral, a prevenir escenarios de violencia de género que han sido materia de queja e investigación en la Quinta Visitaduría General de la CDHDF.
Este nuevo movimiento que hemos visto en mujeres públicas que en inglés se llama #MeToo, básicamente también se genera desde el ámbito de las relaciones laborales y la vida laboral de las mujeres. Hoy por hoy lo importante de este movimiento es que abre la voz a algo importante, algo que nosotras en nuestra vida laboral habíamos dejado pasar como natural. “Pues ya si me dice, pues no le hago caso”, “Ya si se pasó o tuvo una broma que no me gusta, que no quiero, mejor me doy la vuelta y no digo nada y no hago caso porque eso me cuesta el trabajo, me cuesta el turno, me cuesta el castigo”. Pero hoy, ese gran movimiento surge del ámbito no familiar, surge del ámbito laboral, en términos de “yo también y no más”. No más, porque queremos el mismo trato, porque finalmente a ninguno de nuestros compañeros de trabajo, tampoco le gusta que una mujer -puede suceder-, lo acose y le diga o lo trate como de: “que bonitos pantalones traes tú tan pegados”. Igualmente nosotras, si no queremos, es no. Igual que ellos, es no. Es muy importante también en términos de estas luchas y del día a día cotidiano.
Cómo ven, la discusión sobre las mujeres y el trabajo en esta Ciudad, en este país y en el mundo, lamentablemente tiene que ver con todas estas aristas, tiene que ver con la vida cotidiana de muchas de nosotras, de lo que fue la vida laboral de algunas de nosotras con mamás trabajadoras o abuelas trabajadoras. Yo me siento muy orgullosa, a pesar de mi generación, yo nací en 1960, pero mi abuela trabajaba; las dos, mis dos abuelas trabajaban, mi mamá sigue trabajando ahorita a sus 80 años. Para mi entonces el ingreso y la vida laboral forma parte de mi ser mujer, pero eso yo quisiera, es básicamente, es raro para mi edad, cada vez se va a volver menos raro, yo quisiera que todo mundo viera eso como un aspecto fundamental para el desarrollo de todas nosotras. Al igual que nuestros compañeros varones se sienten satisfechos y ven su vida repleta de logros, cuando ven su familia y ven su trabajo, y sus labores, también nosotras, tenemos que entender que somos mujeres por lo que hacemos en privado, por nuestras decisiones libres y soberanas de hacer por lo que hacemos en privado, pero también lo somos por lo que hacemos en lo público, y lo público es esto, lo público es el trabajo. Y lo público tiene que hacernos sentir igual de realizadas, como nos hace sentirnos realizadas lo que hacemos en privado, si es que elegimos hacerlo como nosotras queramos.
Solteras, casadas, viudas, arrejuntadas, con hijos, sin hijos, en una decisión libre, informada y soberana, porque tan somos mujeres cuando somos madres, cuando somos tías, cuando somos abuelas, como cuando somos policías, cuando somos comerciantes, cuando somos maestras, cuando estamos en el trabajo; lográndonos igual, lográndonos como mujeres.
Por eso en esta Comisión y en ese derecho que tenemos todas, me da muchísimo gusto que tengamos este Conversatorio, de tenerlos a ustedes, tanto a estas lindas mujeres, como a estos solidarios varones, en un Conversatorio que requiere exactamente todo; que con fuerza transformemos estas miradas; que con fuerza, en la medida en que las mujeres estemos y tengamos nuestros derechos laborales protegidos, lo tendrán también nuestros compañeros varones y tendremos por lo tanto un mundo mejor, un país mejor y sobre todo, una Ciudad de vanguardia en los derechos humanos laborales de todas y todos.
Sean ustedes muy bienvenidas y bienvenidos. Gracias