Discurso 26/2018
11 de abril de 2018
Agradecer la presencia de Arturo Velázquez Jiménez aquí para, como él dice, formalizar algo que ya hemos estado platicando, en lo cual ya nos hemos estado de hecho aliando, no nada más desde la Comisión, sino también desde un tiempo atrás.
Quiero agradecer la presencia de Gabriela Delgado Ballesteros. Gabriela no nada más es una feminista activa, ahora sí que luchadora y a ella debemos parte de lo que en esta Ciudad tenemos como los cambios que protegen cada vez más a las mujeres, que la convierten en una Ciudad de avanzada, sino también, en este caso, en su participación activa desde hace muchos años dentro de la agenda educativa. En la agenda educativa en donde creo que hemos coincidido más y que nos ha hecho igual tener encuentros que rebasan el que esté aquí presente atestiguando esta Firma de Convenio.
Al Doctor René Asomoza, del ILCE (Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa). El ILCE ha tenido durante todos los años que ha trabajo en este país una posición activa, de entrada en el inicio de lo que fue la incorporación de las tecnologías de comunicación para apoyo a la educación en México, y bueno, finalmente agradecemos mucho que esté aquí acompañándonos como testigo.
La compañía del Director Ejecutivo de Educación, de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, José Tapia Pérez; y naturalmente a Javier, de la OEI.
También aquí quiero comentarles que están presentes Zamir Fajardo, el Tercer Visitador; Carolina Vargas, la Secretaría Ejecutiva; Javier Conde, del Centro de Investigación Aplicada en Derechos Humanos, también de la Comisión. Eso nos habla, la verdad, de lo que nosotros consideramos importante en específico en la Firma de este Convenio, pero también con relación a la importancia del aspecto educativo y del aspecto de promoción y difusión de derechos humanos a través de este tipo de alianzas, pero con un fuerte trabajo que llevan y consolidan estos 25 años de la Comisión, que es el área educativa.
El día de hoy la Comisión se congratula por la tanto, con la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), la cual ya no voy repetir de qué se trata porque ya nos los explicó ampliamente Arturo.
A mí en particular me da mucho gusto. He trabajado coordinadamente con la Organización desde hace muchos años. Me tocó ser de las promotoras, así como está ahorita, desde el 2014, la de Educación para la Paz y Derechos Humanos en Colombia, pues me tocó la oportunidad de promover la de primera infancia en Guatemala y en Colombia también, como parte de la Organización de Estados Iberoamericanos.
No es menor la realización de un acto de esta naturaleza, que permitirá articular esfuerzos y recursos en el ámbito de la educación, la cultura, la ciencia, la tecnología, la innovación y el desarrollo social, con la incidencia en la promoción, organización y desarrollo de la cultura de los derechos humanos.
La Comisión, a lo largo de 25 años, ha desarrollado proyectos de educación en derechos humanos, en resonancia con otras instancias en las cuales nos hemos hecho múltiples preguntas sobre diversas aristas del terreno educativo, fundamentalmente en cómo educamos, a quiénes educamos y principalmente para qué educamos; es decir, con qué propósito, qué es lo que promovemos y qué deberíamos promover a partir del acto educativo.
De acuerdo con los datos de la Secretaría de Educación Pública, en el ciclo 2017-2018 se encuentran 2.6 millones de alumnos inscritos en esta Ciudad; de los cuales, el 13% son de educación preescolar, educación inicial de adultos; el 32% de primaria; el 17% de secundaria y el 38% restante en la educación de nivel medio y superior.
Este universo de población educativa que tenemos en nuestra Ciudad es un espacio en donde se desarrollan altos y complejos procesos de permanencia, reprobación y exclusión social y también de éxito educativo.
No podemos de entrada comparar los indicadores que tenemos en la Benito Juárez con los indicadores que tenemos en Tláhuac, que nos acercan más a Chiapas, mientras que los otros nos acercan más a Monterrey.
Aunado a todo esto se agrega un componente que complejiza aún más la situación en la se encuentra actualmente la Ciudad de México en materia educativa, y tiene que ver con el acceso a espacios educativos; ya que como ustedes saben, el 19 de septiembre del año pasado se suscitó un sismo que afectó a nuestra Ciudad literalmente en su cimiento.
De esto, y de acuerdo con datos proporcionados por el Instituto Nacional de Infraestructura Educativa, un total de 759 planteles educativos en la Ciudad en su mayoría presentan daños moderados; sin embargo, nueve fueron catalogados como graves y requieren reconstrucción total. Lo cual implicó, entre otras cosas, la instalación de 782 aulas provisionales para al menos 27 mil alumnos.
Ante el avance muchas veces lento de la reconstrucción total y parcial de los inmuebles, se han presentado otros casos derivados de la dinámica educativa cotidiana; como por ejemplo los casos en la que la mitad de los alumnos toman clase en una escuela y la otra mitad toman clases en otra escuela. Sin embargo, muchas de estas escuelas y de sus alumnos son recibidos con poca aceptación y en muchos casos han sido víctimas de discriminación. Lo anterior según datos reportados en la Primera Audiencia Pública con Personas Damnificadas que se llevó a cabo en esta Comisión el 16 de marzo pasado, a casi seis meses del sismo, del cual se está preparando un Informe Especial, en donde se presentarán resultados de la misma.
Estos procesos tienen diferentes niveles en términos de discriminación. Todavía hay 20 escuelas en donde se están planteando y se está desarrollando el ciclo escolar no con jornadas completas, sino a la mitad.
Si bien es cierto la situación del sistema educativo en esta Ciudad no se compara con los efectos que ha tenido en Oaxaca y en el estado de Chiapas, en donde todavía ni siquiera está terminado el diagnóstico de los inmuebles, es necesario voltear a mirar exactamente lo que impactó el sismo a las escuelas y lo que derivó de eso en términos de lo que está pasando en el proceso de reconstrucción.
Estamos frente a procesos en donde las situaciones de discriminación o de excepción a la unidad administrativa están teniendo lugar. O sea, niños que finalmente tuvieron que faltar mucho tiempo y que ahora están siendo catalogados como posibles reprobatorios al no considerar estas situaciones de contexto.
Favorablemente a partir de la semana pasada, nosotros tenemos ya instalado una mesa de trabajo para este tipo de cosas, que no son cosas que tienen que ver con los inmuebles, lo físico, sino básicamente qué está pasando en las relaciones en las escuelas, cómo podemos ayudar a intervenir; en eso podemos ir mucho de la mano en estas estrategias de construcción de paz y derechos humanos con la Dirección de Servicios Educativos para la Ciudad de México de la Secretaría de Educación Pública; y creo que con eso vamos a poder en este tipo de alianzas avanzar bastante.
Adicional a esto que toca alguna parte de la matricula educativa, tenemos enfrente un fenómeno de discriminación que cada vez también avanza mucho más en las escuelas.
Se acaba de publicar la Encuesta sobre Violencia Escolar en el Ámbito Escolar 2015, aplicada a alumnos de escuelas públicas adscritas al Programa Saludarte de la Ciudad de México y se obtuvieron los siguientes resultados.
Muy impactantes porque de entrada el Programa Saludarte es un programa compensatorio, no de integración a jornadas de escuela completa, que supuestamente también tiene un adicional al promedio de las escuelas de la Ciudad.
Con todo y eso, lo que nos reporta esta Encuesta es sumamente grave: cuatro de cada 10 niños han sido víctimas de violencia en el ambiente escolar. Tres de cada 10 niños y niñas reconoce haber jugado un rol de victimario en este proceso de generación de violencia. Y seis de cada 10 reconoce haber sido observador en este proceso de generación de violencia.
Los tres tipos de violencia física que más experimentan los niños y las niñas en esta Ciudad en el ámbito escolar: el 25% empujones; 25% el levantamiento de las faldas a las niñas y el 20% lo que ellos denominan “zapes”.
Ante este panorama es un hecho que el componente de violencia escolar en el que conviven las niñas y los niños en esta Ciudad, así como las y los adolescentes que todavía están en la etapa de educación básica obligatoria…, que en este caso estamos ya hablando de educación básica obligatoria y educación obligatoria en general, estaríamos incluyendo la educación media superior también, es influida por fenómenos como el incremento de la violencia social y ahora cada vez más visibles lo que implica el entorno de medios de comunicación, en este caso las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales con relación a estos procesos de violencia entre pares y violencia colectivas.
Las condiciones de su estancia en espacios prestados, así como la vivencia cotidiana de la comunidad educativa, se ve trastocada día a día por ellos. Estos retos nos ponen en perspectiva sobre lo complejo que es el panorama actual en materia educativa.
Por todo ello, y siguiendo a… (inaudible), me gustaría colocar tres elementos centrales que nos plantean ante la pregunta ¿para qué educamos? Y aún más, ¿para qué educamos en derechos humanos? En modo de respuesta afirmamos: educamos para la emancipación del sujeto; es decir, es necesario recuperar el fin político liberador del acto educativo.
Educamos para la transformación de uno mismo y del entorno, tan poco humano en ocasiones, y finalmente educamos para ser sujetos de derecho a través de la palabra, a través del diálogo, a través de la mediación. Para ello, debemos ir…, como diría (inaudible), de la palabra transformador… Para ello debemos ir mucho más allá del problema de mera información y de la instrucción sobre los derechos humanos.
La lucha por educar en derechos humanos sólo reviste sentido cuando se inscribe en lo cotidiano, en el día a día. Esto es posible sólo si los derechos humanos se convierten en un modo de vida que nos permita pensar y construir presente y futuro de manera colectiva.
Además, como señala Fernández: “Cuando educamos en derechos humanos la brecha entre los instrumentos jurídicos y el ejercicio de los derechos se reduce, puesto que las personas se asumen protagonistas de su propia historia, conocen sus derechos, los exigen, los promueven y los disfrutan en su vida cotidiana”.
Es ahí donde radica la fuerza transformadora de la educación en derechos humanos. Ya lo planteaba el Maestro Arturo, exactamente en la construcción de paz, en estos procesos educativos a nivel de los territorios, de las alcaldías, es como podemos igual hacer alianzas con organizaciones como la Organización de Estados Iberoamericanos para poder avanzar en esta ruta.
Por ello, y como parte de la Firma de este Convenio, nos proponemos en conjunto con la OEI generar acciones y cooperación mediante los cuales se conjuguen esfuerzos y recursos, tanto materiales como humanos, en el ámbito de la educación, la cultura, la tecnología, la incidencia de la promoción y organización y desarrollo de la cultura de derechos humanos.
Por todo esto, para la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal es un honor poder colaborar con una instancia internacional como lo es la OEI, con presencia, como ya lo dijo Arturo, en 23 países mirando hacia el sur y volviendo a mirar hacia el sur. Sabemos que la firma de este Convenio de Colaboración abrirá la puerta del avance de innumerables proyectos, con la certeza de que el trabajo conjunto y articulado resultará vital para promover el desarrollo y construir una cultura de paz en espacios educativos y sociales, de convivencia pacífica, incluyentes y respetuosos de los derechos humanos en esta nuestra Ciudad, la Ciudad de México.
Muchísimas gracias.