Discurso 41/2018
29 de mayo de 2018
Hola, buenos días a todas y todos. Bienvenidos a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), próximamente de la Ciudad de México.
Quiero, de entrada, agradecer a Rosy Laura Castellanos, por haber escogido a la Comisión de Derechos Humanos para este evento; la verdad es que estamos muy, muy contentos. Saludar a Rosalinda Morales, a Carlos Aquino, a Margarita Castilla y a Mayra Quiñones, por acompañarme aquí en esta parte inaugural.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en suInforme sobre la Ciencia Hacia 2030, da a conocer las tendencias observadas en la investigación y las políticas en ciencia, tecnología e innovación en el mundo, entre 2009 y 2015, evidenciando que en este rumbo las desigualdades entre hombres y mujeres aún son muy grandes.
De acuerdo con este Informe…, las mujeres constituyen una minoría en el mundo de la investigación. En lo que toca a nuestro país, en julio de 2017, CONACYT informó que 36% del Padrón del Sistema Nacional de Investigaciones (SNI) está conformado por mujeres y que desde el año 2012 el porcentaje del incremento de las mujeres es de 65%, mientras que en la de los hombres es de 48%.
Sin embargo, las mujeres se concentran en disciplinas relacionadas con los roles culturalmente asignados y están sub representadas en ingenierías y ciencias exactas, así como en puestos de dirección. Por ejemplo, el porcentaje de mujeres investigadoras es casi paritario en disciplinas asociadas a las humanidades y ciencias de la conducta. En tanto que, los porcentajes más bajos de participación se ubican, como mencioné anteriormente, en ingenierías, físico, matemáticas, ciencias de la Tierra, lo que llamamos generalmente ‘ciencias duras’ , que sólo en este caso representan el 21%.
Mi hija, que anda por aquí, que en un mes será Licenciada en Ciencias Genómicas por la UNAM, me comentaba además, hace un ratito, que generalmente hay una tendencia igual a que en estas ciencias, en el ramo de las Ciencias, estén encajonando a las mujeres, por ejemplo, a que estudien Biología, a que estudien Veterinaria, que estudien Ciencias de la Salud; todo lo que todavía refiere a este estereotipo de las mujeres alrededor del cuidado.
En este contexto, felicitamos al Instituto de Investigación y Estudios en Cultura de Derechos Humanos (CULTURADH) para la realización de este Foro Mujer, Ciencia, Tecnología y Derechos Humanos, que vamos a poder trabajar, con los Talleres igual, hacia la tarde.
¿Cuál es y por qué tenemos hoy este contexto, aún persistente en el mundo, no nada más en nuestro país? En algún momento, Rosa Montero participó en un evento que tenía que ver con ciencia. Rosa Montero es una escritora española, y llamó a su ponencia “Cómo ser científica y no morir en el intento”.
Básicamente refiere, y eso lo van a abordar ustedes durante todo el día, a que uno de los grandes retos…, no es un reto técnico, no es un reto de que no sepamos armar currículos, no es un reto de que no comparta finalmente quizá los elementos fundamentales de por qué no accede todo mundo, o accedemos con la misma calidad y herramientas a la educación superior; sino, finalmente, ¿qué es lo que pasa en el ramo de las mujeres?
Y lo diría como en broma, pero es cierto: si nosotros empezamos a documentar en el desarrollo de la mayor potencialidad de generación científica, que inicia en el Siglo XX, tenemos ejemplos históricamente muy renombrados, que nos hablan de cómo ha sido y de cómo culturalmente ha sido una lucha la visibilidad de la entrada de las mujeres en la ciencia.
Hasta hace poquito, todo mundo celebrábamos a Watson y Crick, como los descubridores de la hélice de nuestro genoma humano. Sin embargo, sorprendentemente hace algunos años, salió al mundo a relucir que no fueron ellos, que no fue Watson, que fue Rosalind Franklin, quien hizo el descubrimiento. Y que mientras ellos vivían y disfrutaban del triunfo del Premio Nobel, etcétera, etcétera, Rosalind Franklin murió; murió muy joven, muy recientemente descubriendo la hélice, ¿por qué? Porque se exponía a los rayos equis, a tal intensidad, que pues ahora sí que ‘Cómo ser científica y no morir en el intento’…
Otro ejemplo de ello es Marie Curie. Marie Curie y su hija, una de sus hijas, que se dedicaba a la ciencia, murieron antes de los 70 años de edad, en un deterioro… Si ustedes ven las fotos de Marie Curie a los 60 años, casi mi edad, dirían que se ve como una viejita de ciento y pico, de los deteriorada que estaba, y era que se exponía al radio, al radio, al radio, al radio todo el tiempo. Y, a diferencia de ella y su hija, que estaban dedicadas a la ciencia alrededor del radio, su otra hija vivió hasta los 102 años. La especulación es que, si no hubiera estado en la pasión, como en muchas cartas lo refiere, no hubiera sido el radio, hubiera vivido mucho más y, claro, con mucha más calidad de vida… Murió sumamente deteriorada.
Ejemplos como estos o, como por ejemplo, en el comportamiento de los electrones hay un efecto conocido como el efecto Auger; este efecto fue descubierto por Lise Meitner, que lo publicó en 1922. Sin embargo, un estudiante, con todo respeto, de segundo pelo, lo publica en 1925 y, por ser hombre, el efecto que había descubierto Lise, lleva el nombre de los hombres y no de las mujeres. Tal parecería que estaríamos hablando de un mundo que hoy no existe; sin embargo, sigue existiendo.
Hoy es común que todavía digamos que las mujeres somos, son, ‘malas en matemáticas’. Sin embargo, hoy tenemos datos duros.los datos duros dan, no nada más en México, sino en el mundo, que los últimos exámenes de desempeño en matemáticas a nivel básico, las mujeres tienen muchísimo mejor calificación que los hombres.
Si estamos hablando ya de evidencias, básicamente ahora sí científicas, que nos dicen que hay hombres malos en matemáticas y mujeres malas en matemáticas, pero también hay mujeres buenas en matemáticas, como hombres buenos en matemáticas. Y esta limitante que es cultural, es fundamental en términos en lo que ahora estamos todavía enfrentando en el mundo de la ciencia.
Hace algunos años se hizo un estudio en Estados Unidos, en donde enviaron para evaluación de currículos y de aceptación para hacer un doctorado a poco más de cien catedráticos, de diferentes áreas de la ciencia, dos currículos: uno era de John, les decían a los investigadores; otros eran de Jennifer, les decían a los investigadores. Y así los repartieron.
Naturalmente, quien ganó el puesto fue John; el problema es que era el mismo currículo. A la mitad de los científicos les dijeron que era mujer y a la mitad le dijeron que era hombre; el mismo currículo, valorado por los cuerpos de expertos, uno pasó porque era hombre, y otro no pasó porque era mujer.
No cabe duda, y no me cabe duda, que el primer paso, y con este tipo de eventos lo estamos haciendo, el primer paso es visibilizar a las mujeres en la ciencia; visibilizar que básicamente lo que tenemos enfrente son barreras culturales, no barreras que tengan un tipo de evidencia científica para limitar su acceso.
Y en este sentido de visibilizar, déjenme concluir compartiendo con ustedes el nombre de las jóvenes científicas mexicanas que recibieron el año pasado el Premio L’Oreal de la UNESCO, con una beca; es una beca que estimula exactamente la participación y, en este sentido, visibilizar, que es algo que vamos a hacer durante todo el día aquí hoy.
Permítanme compartirles quiénes fueron las ganadoras mexicanas: Irais Bautista Guzmán, de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), quien fue reconocida por sus estudios relacionados con la viscosidad del universo durante sus primeros microsegundos de vida.
Mónica Andrea López Hidalgo, de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), reconocida por sus estudios de las interacciones neuro-gliales, que se relacionan con la pérdida de funciones cognitivas durante la vejez.
Ana Sofía Varela Gasque, del Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por su investigación para crear nuevos materiales que permiten reciclar el bióxido de carbono y reducir así su impacto ambiental.
Edna Leticia González Bernal, del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional, Unidad Oaxaca, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien lidera un proyecto para la conservación de seis especies endémicas de ranas en la Sierra Norte de Oaxaca.
Y Luz María Alonso Valerdi, de la Escuela de Ingeniería y Ciencias, del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey; quien obtuvo el reconocimiento, gracias a sus esfuerzos para generar un tratamiento acústico contra el Tinnitus Crónico y Refractario.
Tenemos mujeres, tenemos mujeres jóvenes; tenemos mujeres que han abierto camino. Y este tipo de espacio nos permite refrendar que las tenemos que hacer visibles; tenemos que acabar con estos mitos de que las mujeres no podemos hacer ciencia, tenemos que acabar con invisibilizarlas y este tipo de esfuerzos son importantes para realizarlo; es importante poder sostenerlos, por eso a la Comisión le da mucho gusto que estemos aquí, haberlos convocado a ustedes, y espero que pasemos una jornada llena de esperanza, llena de un camino donde cada vez más niñas y jóvenes, no nada más se crean capaces, sino sean reconocidas como capaces, no nada más para hacer ciencia, sino para elegir hacer lo que quieran, todos los días de su vida.
Permítanme finalizar con un párrafo de este artículo de Rosa Montero, del que les hacía referencia, haciendo referencia a su ponencia: Parecería que el mundo de la ciencia es especialmente correoso, especialmente impermeable a los avances igualitarios. Aunque en realidad me temo que es toda la sociedad la que padece un prejuicio colosal con respecto a este asunto. Basta unir las palabras mujer y ciencia para que, ¡bum!, el tópico machista nos estalle en el cerebro como una carga de kriptonita, debilitándonos el raciocinio y dejándonos las neuronas hechas papilla. Y cuando hablo de toda la sociedad me refiero también a las mujeres: recordemos que el sexismo es una ideología en la que nos educan a todos, y hay prejuicios profundísimos que anidan como gusanos en lo más hondo de nuestro corazón.
Vacunémonos, acabemos con los gusanos que nos corroen la mente.
Muchas gracias por estar aquí y que tengan una excelente jornada.