Discurso 36/2018
16 de mayo de 2018
De entrada, un privilegio tener aquí al Instituto Latinoamericano de Estudio de las Familia (ILEF), la institución y, particularmente también de manera personal, tenemos grandes coincidencias profesionales, de visión y de trabajo con el ILEF, y esperamos seguir teniéndolas muchísimo más en el período en el que nos toca estar y coincidir desde aquí.
Pero yo estoy cierta, y eso sí quiero dejarlo muy claro, que aquí o en otro lado, nuestro trabajo, nuestro pendientes, nuestra lucha compartida, porque exactamente el día sea el Día Internacional de las Familias, con s, va a continuar mucho más.
Platicábamos hace poco con las compañeras y los compañeros del ILEF, mucho más ante la embestida, en términos de lo que qué se está entendiendo por familias, los discursos sobre las familias, las políticas públicas sobre las familias y, creo que aquí, desde el enfoque de derechos, desde este enfoque que nos ampara y nos cobija, no nada más en este evento, sino en el trabajo cotidiano, tenemos que seguir sumando, tenemos que construir otra narrativa, tenemos que construir otro discurso, que permita a la gente comprender de qué estamos hablando, por qué estamos hablando de esta forma, y que los discursos que tratan de colocar en un patrón y en una caja todo lo que está alrededor de las familias no tienen sustento, ni con la realidad, ni mucho menos tienen sustento con lo tendría que ser y lo que se tendría que valorar como familia y como familias, en un entorno comunitario de apoyo y de amor.
Hablar de familias, en plural, conlleva el reconocimiento de que la convivencia familiar se encuentra caracterizada por jerarquías, privilegios, derechos y obligaciones diferenciados, en función del parentesco, el género y la generación; que existen múltiples formas de arreglos familiares, que hay distintas formas de amar y de experimentar el erotismo y sexualidad; que los límites entre el espacio privado y el espacio público no son tan drásticos y no se autoexcluyen; que las tareas reproductivas y de cuidados no competen exclusivamente a las mujeres; y que tener hijas o hijos implica una elección filial y no sólo un devenir sexual natural.
De ahí que, actualmente, encontremos familias formadas por parejas sin hijos, de padres y madres sin conyugue; las integradas por una persona, las formadas por parejas del mismo sexo, las personas unidas en segundas nupcias, las integradas por diferentes generaciones o por personas que no comparten un lazo consanguíneo.
En esta mirada de familias y de diversidad encontramos cosas como las que hoy vamos a tener oportunidad de compartir, que tiene qué ver con cómo hay procesos de transformación intensa que son…, la familia siempre está cambiando; es decir, cuando hablamos de irrupciones, no estamos hablando simplemente de cambios, porque la familia cambia de manera cotidiana, pero hoy lo que vamos a tener son algunos ejemplos de lo que son las irrupciones, que básicamente es la violencia, es el cambio, pero surgido de la violencia.
Es como lo que decíamos hace rato con algunas personas que conversé, lo que nos pasó ahorita: estábamos sentados, cada uno en algún lugar, suena la Alerta Sísmica… Esa irrupción es una irrupción violenta. La diferencia es que hoy aquí no pasó nada, pero aquí, por ejemplo, nos van a compartir qué pasa, por ejemplo, y qué pasó con muchas familias en esta Ciudad y, claro, naturalmente como en muchos otros estados, como Morelos, Oaxaca y Chiapas, alrededor del 19 de septiembre.
Esa irrupción, igual que la que vivimos hace rato, sí tuvo un impacto, sí impactó a muchísimas familias, y eso es la lógica del concepto; es decir, no estamos hablando nada más del contexto de las familias, que es algo que se discute, no podemos trabajar, discutir, analizar e intervenir y fortalecer a las familias, si no lo hacemos en contexto. Pero tampoco…, no nada más es la visión de cambio, sino también esta parte que yo creo que no nada más en este país es de súper importancia, porque lo que está pasando en la vida individual y colectiva y comunitaria y familiar de millones de mexicanas y mexicanos, es que están siendo sujetas de irrupciones.
Entonces tenemos, y aquí vamos a tener ejemplos, creo que es un gran acierto, la manera en que vamos a abordar y celebrar y conmemorar el Día Internacional de las Familias, con este tema, en un país en donde, bueno vamos a estar compartiendo qué pasa con las familias de los periodistas desplazados, pero no nada más hay periodistas desplazados; estamos hablando de comunidades enteras que han tenido exactamente familias que ven cambiada su cotidianeidad, por las desapariciones, por los desplazamientos y por muchas cosas que hoy, lamentablemente vivimos en el país y en la Ciudad, que son básicamente la manera en que están forzando a cambiar a partir de la violencia, a partir de estas irrupciones, las perdidas, que son perdidas básicamente en la probabilidad de cambios de vida normal, a partir de que crecemos y forzosamente nos vamos a morir, sino en la lógica de que se están muriendo los jóvenes, de que se están muriendo cada vez más, quienes están económicamente en buena parte a cargo de muchas familias en nuestro país y básicamente creo que esto tiene mucho significado.
Para la Comisión de Derechos Humanos, el ser básicamente anfitriona, así lo somos, es un privilegio, estamos transmitiendo, estamos grabando, vamos a darle sentido a lo que aquí se discuta y, pues bienvenidas y bienvenidos a este espacio de reflexión, que básicamente lo que trata de colocar, como les decía, es esta parte tan fundamental, que es cómo tenemos violencias y sucesos monstruosos que lo que están haciendo es irrumpiendo en la vida de cada uno de nosotros y de nuestros colectivos más cercanos, y también los que están en otro círculo adicional.
Entonces, qué gusto tenerlos y tenerlas aquí.