domingo , 22 diciembre 2024

Discurso de la Presidenta de la CDHDF, Nashieli Ramírez Hernández, en la inauguración del Encuentro Intersectorial, Agenda de Prioridades para Poner Fin a la Violencia contra Niñas, Niños y Adolescentes.

Discurso 61/2018
19 de julio de 2018

Bienvenidos y bienvenidas. En lo personal, me da mucho gusto que hayan escogido a esta su casa para hacer este Encuentro.

Hace 12 años, Piñeiro daba a conocer lo que es el Primer Informe Mundial sobre Violencia hacia Niñas, Niños y Adolescentes y en él destacaban varias cosas: uno, que no hay espacio, casa, comunidad, instituciones que estén a salvo de presentar violencia hacia la infancia; que no hay país, no hay Estado libre, en su totalidad, de expresiones de violencia hacia la infancia. Y que tampoco la violencia hacia la infancia respeta clases sociales. Cambian, decíamos en algún momento, cuando estudiábamos cuestiones “de corrección”, “castigo corporal en la familia”, en México; decíamos que lo que cambiaba era el instrumento, o sea pasaba, si era clase media al cinturón, si era otro era con lo primero que agarraras, en lo rural, pero que finalmente seguía la práctica, seguía presente.

Y así, lo señaló este Informe, que además de todo dice dos cosas que son sumamente importantes y que justifican por qué estamos aquí y que justifican por qué tengamos que seguir cuestiones coordinadas; por qué tengamos básicamente que seguir forzando la mirada a ver dentro de todas las violencias sociales, sobre todo que se ven en este país, que se tiene que tener una mirada específica, hacia niñas, niños y adolescentes, que se tiene que tener una mirada de doble protección.

Y es que este Informe, la ruta que marca es que la violencia hacia la infancia no es justificable en ninguna medida, por nadie y, sobre todo, es previsible, la podemos prevenir, la podemos desterrar, ¿por qué? Porque básicamente es una construcción, y ya lo han planteado, tanto Mireya, como Christian, como Ricardo, en elementos que tienen qué ver cómo tenemos percepción, construcción social alrededor de estas violencia y, por lo tanto, podemos erradicarlas.

Entonces, para, digamos, en un país donde la Encuesta de los mexicanos vistos por sí mismos, habla de que 40% justifican pegarle a un niño ‘por portarse mal’ y, lo peor de todo es que 11% justifica pegarle a un niño por el hecho de que su papá o su mamá estén enojados, habla de las dimensiones, de entrada, en el ámbito del hogar.

Pero también tenemos datos como que el seis de cada…, es decir, 66% de los usuarios de los refugios de mujeres que sufren violencia son sus hijos e hijas menores de edad. Y esto nos habla de un contexto que tiene que ver en cómo al más, los esfuerzos que hacemos tiene que ser esfuerzos dinámicos; que las fotografías que tomamos nos duran un día; que lo que pasa es que, de repente decimos ‘¡Híjole! ¿No hemos hecho nada en este tiempo?’.

Sí hemos hecho. Pero, ¿qué creen? La dimensión del problema es tan grande, que de repente se ve muy poco. Y, por el otro lado, va configurándose de manera muy diferente, va  al ritmo de lo que está cambiando este mundo que nos rebasa todo el tiempo, y que finalmente tenemos que estar todo el tiempo diagnosticando y volviendo a tener otras miras.

Ya no hablemos de lo que ya es parte de la discusión, aquí está Policía Cibernética, por ejemplo. ¿Por qué está aquí Policía Cibernética? Pues porque la redes, el ámbito del internet, la nube, es un espacio de riesgo, si no sabemos cómo proporcionar a las niñas, niños y adolescentes herramientas, y nosotros mismos generar herramientas, para proteger de violencias, a través de este espacio.

Eso ya lo estamos discutiendo, pero, por ejemplo, lo que planteaba Ricardo: esta semana, esta semana amanecimos…, ayer, pues las notas son tres niñas asesinadas. Básicamente es ¿cuándo nosotros, hace 10 años, íbamos a hablar de feminicidio infantil? Y hoy estamos hablando de eso. Y ¿qué es lo que tenemos qué aprender y qué es lo que tenemos qué ver? Que las violencias se interrelacionan. Y que esto que pensamos muchos, que estamos a salvo, y es la violencia comunitaria, el ámbito de violencia que hemos estado normalizando, ya hace más de 10 años, en este país, tiene muchos efectos.

El primero que sabemos, pues sí, es la muerte de niños, la muerte de papás y las familias de estos niños, la orfandad relacionada con esta guerra. Y, de repente decimos ‘no, pues este es problema de los niños de Juárez, que viven a su alrededor este entorno violento y, pues allá los niños de Juárez, nosotros acá, pues tenemos nada más la colonia Juárez…’.

Pero no es cierto, porque esta violencia, transmitida desde los medios, pero también desde esta lógica de normalización toca espacios que pensamos que son espacios “privados” y, entonces, estamos viéndolo, por ejemplo, con violencia con las mujeres, es cómo las mujeres ahora relatan que las amenazas que reciben del marido golpeador son como ‘te voy a hacer pedacitos y te voy a meter a la pozolera’.

O sea, estas cosas que son de otro ámbito, y piensa uno que no están involucradas en eso, y se hacen de la violencia otras categorías. El hecho de que, por ejemplo, si nosotros decimos que seis de cada diez albergados en violencia extrema, porque para llegar a un albergue, una mujer tiene que haber estado en un estado de indefensión total, lo mismo pasa en la vida cotidiana de más de la mitad de las familias en este país, en donde no nada más es la normalización tradicional, no es nada más la normalización tradicional de ‘así me educaron y así entonces por eso soy mujer de un…’, etcétera, etcétera.

A eso, súmenle que hay un contexto en donde estas violencias tienen otras dimensiones que les prometo que hace cinco años, gente que hemos estado en esta agenda, no dimensionábamos de la manera que ahora dimensionamos.

El problema es complejo; el problema es cómo esto se va entrelazando, y cómo finalmente este tipo de agendas requieren, y yo digo cómo todas, pero sobre todo ésta, del trabajo de un Gobierno y de una administración que esté clara que tiene que coordinarse, de un Estado que esté claro que sin la suma de todos los Poderes no podemos avanzar, y también de una apuesta social en donde más organizaciones, qué bueno, a mí me da mucho gusto, ya sabía yo que iba a haber la reunión con Adolescentes, los adolescentes y también los niños y las niñas estén participando para hacer este tipo de alianzas para confrontar este tipo de problemática.

Es, ante toda, de repente la oscuridad que podemos ver, yo creo que este tipo de iniciativas y el esfuerzo que cada uno de ustedes hace alrededor de la Alianza y de otros mecanismos y redes, para atacar, para enfrentar, para colocar una agenda pública, en una agenda de política, de mirada de infancia, insisto, porque se requiere mirada de infancia, no es nada más decir…, claro que hay que proteger a las familias y creo que en la Ciudad podemos presumir que, a partir del 17 de septiembre, estará en nuestra Constitución, operando ya, por la única Constitución a nivel de este país, que reconoce el Derecho al Cuidado, y que tiene qué ver con esto que mencionaba Ricardo, en términos de que ‘pues el que está ahí cerca no tiene garantizado el acceso a sus derechos, para cuidar al otro y cuidarlo de otra manera, pues tampoco podemos avanzar’.

Pero, finalmente, lo importante, como les digo, es cómo no dejamos de pensar que las cosas y las políticas públicas trabajan como ósmosis hacia la infancia. Porque cuando ya estamos aquí pensando que si estamos apoyando acá, estamos viendo aquí, en el tamiz los niños se vuelven a quedar solos, las niñas se vuelven a quedar expuestas, por ejemplo, a embarazo adolescente, cada vez a menor edad, en donde las encuestas nos están diciendo que seis de cada diez de estas adolescentes marcan que el papá de ese niño, de esa niña, es un adulto mayor de 30 años.

Y, entonces, en esas lógicas, tenemos que tener esa mirada, y yo celebro que hayan elegido a la Comisión, que es más bien su casa, no la mía, porque es la casa de todos ustedes, es la casa de la agenda de los derechos, que es la casa, sobre todo, de la agenda de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

Espero que sea fructífera la reunión y vuelvo a terminar como inicié: sean ustedes muy bienvenidas y bienvenidos.

 

Inklusion
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