Discurso 63/2018
23 de julio de 2018
Estamos aquí en el marco del año México-Colombia. Ya habíamos hecho alguna cosa anteriormente, vamos a seguir haciendo y esto no se debe nada más a que somos latinos y hablamos español, sino que yo parto de que, sobre todo en este tema además, aunque no tenemos historias paralelas y sí tenemos rasgos similares, pero no hemos vivido la violencia igual, creo que sí tenemos un ámbito en donde hay cosas que nos son sumamente comunes.
Y déjenme establecer además el porqué, también se preguntarán, estamos en la presentación de este libro. Vamos a tener una actividad que tiene que ver con un concurso de universidades en México y en Colombia relacionadas a la violencia. Vamos a tener igual también música y cosas relacionadas para estar bien en el marco. Pero esto lo hacemos en alianza con la Fundación Marco Ospina Pro Arte, aquí está su Presidenta Alina Ospina; su Directora Zoraida Gutiérrez, a las que agradezco mucho que confíen y que estén aliadas con la Comisión para este tipo de eventos.
A ver, ¿qué es Pro Arte? Y decimos, bueno, ¿y por qué estamos aquí? ¿Y en el libro y las violencias? Y nosotros que también aportamos a parte de los dichos en los hechos nuestro vínculo con Colombia con nuestro Tercer Visitador. ¿Por qué en el arte? Porque ya lo decía Emma al principio: la violencia hoy en países como México y como Colombia está tan enraizada, tan metida en nuestra vida cotidiana que naturalmente no puede dejar de tocar el arte. El arte para representarla, pero también el arte para sanarla. Y eso es, digamos, la manera y la parte más importante de por qué tenemos alianza, por qué estamos aquí y por qué estamos hablando de esto y realizando estas actividades que vamos a realizar.
Aquí lo vemos en el arte gráfico, pero decía en algún momento y se decía que empezando el año 2000, autoras tan importantes como Laura Restrepo en Colombia, con su libro Delirio, marcaba en la literatura algo que ya después Gabriel Vázquez y otros muchos han retomado en la propia Colombia, en términos del impacto sicosocial en las familias y en el orden social de la violencia, digamos, constante. Esto en este país. Pero también nosotros tenemos gentes como Cristina Rivera y muchos otros autores que también están enmarcando cómo a través exactamente de la cultura, el arte y otro tipo de expresiones vamos viendo los impactos de esta normalización en muchos casos de la violencia.
¿Qué es importante de este estudio en este marco?, parte de los datos relevantes en normalización, hay un planteamiento que dice, primer principio, hay violencia en las escuelas desde la primaria, luego sube un poco en la secundaria, baja un poco en la educación media superior y baja un poco más en la educación superior, en las universidades. Sin embargo, esto se hace a través de la sumatoria que el propio instrumento que platicaba Arcelia va explorando. Es decir, primero te pregunta si has sido violentado y en la mayoría ni siquiera dos de cada 10, tanto en mujeres como en hombres, te dicen no he sido violentado. Ya cuando vas preguntando te das cuenta que ocho de cada 10 han sufrido alguna versión de violencia en la universidad. Eso es una parte importante porque estamos hablando igual de una incidencia muy significativa y muy poco estudiada con relación a las violencias en las escuelas.
Entonces el primer punto es decir: hay violencia en las universidades, sí; está poco estudiado y tenemos que estudiarlo. Y además, parte de una lógica fundamental y creo que en lo retomado igual por Zamir, en lo que estaba planteando, y es en primer lugar este normalización en donde además parte de lo que es la universidad, ya no toman en cuenta a las preparatorias, estamos hablando “de adultos”, y entonces la percepción social es: “Pues ya están grandecitos, pues así se llevan”. Y además, lo trasladan al así se llevan, porque ese es el otro punto.
Aquí no estamos hablando nada más de acoso escolar, de bullying, violencia entre pares, estamos hablando de un contexto de violencia dentro de las escuelas y las instituciones, que va más allá del individuo, que va más allá de cómo me llevo yo con Arcelia y si aguantamos o no el golpe o la burla; o hasta estos retos de iniciación que no tenemos como en Estados Unidos, pero que sí tenemos; que no los tenemos porque no los hacemos películas, pero se hacen igual, en donde si quieres entrar demuestra que tienes apertura para la sexualidad sin ningún tapujo, demuestra que tienes apertura para que te lleves pesadito sin ningún tapujo, porque eso te hace ver adulto. Y entonces esas formas de violencia están ahí y están presentes en la lógica, como les digo, no nada más de uno por uno, sino en la colectividad y en la propia relación que se tienen en el mundo de la escuela, con el entorno y con los propios docentes y alumnos, docentes entre docentes y la parte externa. Entonces yo creo que eso es un elemento fundamental para poder relacionar y ver de qué estamos hablando.
Este estudio se hizo en Chiapas, en Sinaloa, en el Estado de México y en la Ciudad de México. Y lo que está planteando es que básicamente no tenemos mucha diferenciación entre si estamos hablando de la zona sur o de una mega ciudad o metrópolis como puede ser la nuestra, o de algún estado del norte, en donde simbólicamente pensamos que hay más incidencia de violencia. Sí hay algunas diferencias, pero la verdad que las diferencias son mínimas; si no podemos hablar más de que lo que nos está arrojando el estudio es que esto sucede aquí y sucede a lo largo de todo el país y tiene una lógica de repetición y esto es lo que nos está aportando.
Importante tres cosas a resaltar nada más para cerrar con la parte de lo que el estudio nos arroja, y es, uno, que siete de cada 10 de los jóvenes y las jóvenes que se estudió en esta investigación plantean que por lo menos han recibió en su vida un evento de ciberacoso. Eso nos está hablando de este otro campus virtual, a lo cual no nada más se están enfrentando estos jóvenes adultos, sino también, y sobre todo, los niños y los adolescentes en el mundo, incluyendo naturalmente en México y en Colombia en este caso.
El otro dato que es importante es que el 64% de los hombres indicaron que la culpa de la violencia la tiene quien la provoca. Es decir, si me violentan es porque yo hice algo o provoqué algo, o vengo de minifalda, o dije que sí, pero no. Entonces la culpa de la violencia está en quien provoca la violencia y no quien ejerce la violencia. Y esto es súper importante de retomar, porque acuérdense que uno de los elementos importantes según las encuestas de violencia en el país, es que tenemos una alta incidencia de violencia en el noviazgo, es la mayor, y lo vemos en las escuelas, ahora sí, que cómo se llevan y cómo justifica el nivel de violencia en las universidades.
Y lo otro que también preocupa es que no alcanza la mitad de las alumnas y los alumnos de las universidades que conozcan normas de convivencia dentro de las universidades, y entonces eso también preocupa y preocupa en demasía.
Importante, por ejemplo, combinar este tipo de resultados con lo que nos arrojó el primer diagnóstico de la implementación del Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM, en donde a partir de las denuncias presentadas entre el 2016 y el 2017 bajo este Protocolo en la Universidad, nos damos cuenta que básicamente las mujeres, sobre todo porque esto tiene que ver con violencia de género, son las que más, digamos, están denunciando este tipo de violencia, que la mayoría, si bien es cierto, se da en el ámbito académico, estamos hablando ahí de una división que es importante resaltar: es entre pares, o sea entre estudiantes, pero también es este tipo de violencia de género entre académicos y las mujeres que están siendo agredidas, las estudiantes, y entre trabajadores administrativos de la Universidad que lo están planteando.
Yo creo que este tipo de estudios, este tipo de diagnósticos, hoy apenas están teniendo una visibilización, y creo que nos apuntan a varias cosas. Aquí en México, así como en Colombia, como lo compartió Zamir, tenemos varias tesis ya de la Corte relacionadas a violencia escolar. De la totalidad de ellas no hay ninguna de educación superior. La totalidad de ellas son en educación básica; y, bueno, ya tenemos por lo menos desde ahí definiciones. No toda la violencia escolar, lo plantea la Corte ya reiteradamente, es bullying, porque hay una tendencia a que la sociedad ahora plantee, y como sociedad justifiquemos que son ellos los que se llevan así, y por lo tanto la violencia escolar se deriva nada más a cómo se tratan los niños entre ellos, los adolescentes entre ellos, y ni siquiera, como les digo, se habla de jóvenes.
Lo otro es también las sentencias de la Corte mexicana relacionadas a lo que es el papel de la institución. No estamos hablando de problemas individuales o entre pares. Estamos hablando de una violencia que por ser institucional tiene que tener una alta responsabilidad de las instituciones del Estado. Y esto quiere decir que las sentencias están apuntando no a cómo tienes que seguir, digamos, la investigación en lo que tiene que ver con los individuos, sino más bien en cómo las instituciones son responsables así como de enseñar matemáticas, de enseñar convivencia, de regular y mediar sobre los procesos de consenso social y de educación social en el marco de lo que es, hoy por hoy sigue siendo, la institución en términos de educación que plantee un estándar, que habla de la protección de los derechos en todos sus sentidos. El derecho a la educación cruza por el derecho a la vida libre sin violencia en todos los espacios, básicamente en lo que estamos fallando es en educar. Y Entonces las sentencias igual mexicanas están hablando de eso.
No, este asunto no es asunto privado. Esto es un asunto público y en esa lógica, por eso es un asunto de derechos humanos, invitamos y estamos muy contentos de poder ser esta Comisión un espacio para discutir algo que no se está discutiendo y algo que tiene que seguirse discutiendo, porque como les digo hoy las instituciones también, la educación superior, están a cargo exactamente de que esta convivencia sea una convivencia pacífica tal y como la queremos afuera.
No podemos permitir más una vida esquizofrénica, en donde acá tienes ciertas lógicas y en el otro lugar no las tienes y está totalmente desaparecido. Si nosotros queremos construir paz, la tenemos que construir en la familia, la tenemos que construir en las escuelas, la tenemos que construir en las calles. Y si no lo hacemos de esa manera no vamos a construir paz.
Por lo tanto en esa lógica los invitamos y les agradecemos que hayan estado en la presentación de este libro. Los invitamos a que pasemos a las actividades. Rapidísimo Zoraida va platicarles qué nos espera.