Discurso 86/2018
28 de septiembre de 2018
Buenos días todas y todos, sean muy bienvenidos a esta su Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Cuando el Ingeniero Raymundo Collins, Secretario de Seguridad Pública compartió conmigo el que pudiéramos realizar este evento, compartió conmigo el trabajo que venía haciendo con Diana, con Gloria y otras compañeras y compañeros de organizaciones de diversidad sexual para las cuestiones del Protocolo y la actualización de los Indicadores y que lo presentáramos aquí… además esto es el principio, estamos inaugurando… habrá una jornada completa para discutir ambos instrumentos con compañeros de Seguridad Pública y también de la Comisión, naturalmente que le dije que sí.
No hay mejor lugar… hay gente que piensa que la Comisión nada más está mirando que se hace mal y no. La Comisión también apoyo y mira que también tenemos que corregir para poder avanzar para que todas y todos tengamos asegurados nuestros derechos humanos. Aunque a veces se piense que no, tiene que ver y no caminaremos, y no podemos caminar hacia eso, sino tenemos también un cuerpo de Seguridad en donde reconozcamos, en donde avancemos en este tipo de Protocolos, porque no hay desde nuestro punto de vista, avances en la democracia sino tenemos un cuerpo de Seguridad Pública, una policía que nos asegure, nos proteja y vaya de la mano con nosotros. Por eso muchísimas gracias Raymundo no nada más por el trabajo, sino por haber aceptado que sea aquí en la Comisión donde sea que estemos trabajando esto.
Hay distintas formas de ser distintos; se puede ser demasiado alto, demasiado bajo, o se puede ser diverso en la sexualidad y diverso en las opciones corporales –ya lo decía Gloria-, pero eso no puede hacernos distintos ante la Ley; hay que asegurar que los derechos son para todas y todos.
Este Protocolo es un avance exactamente en reconocernos en estas diversidades, en estas otredades que no tienen que limitar nuestra garantía de derechos. Y no es un problema menor, la Encuesta sobre Discriminación de la Ciudad de México marca la preferencia sexual como la segunda causa de discriminación en nuestra Ciudad. Esas son las dimensiones que tenemos. Comentan algunos organismos que llevan el monitoreo sobre homicidios por diversidad sexual que, a septiembre de este año, el corte es de 71 homicidios vinculados con diversidad sexual (en el país). El conteo de 2014 al 2018 habla de 314 homicidios de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, etc. Tenemos por lo tanto que enfrentar una discriminación que no nada más es una discriminación de trato, es una discriminación muchas veces de odio, homofóbica. Eso y este tipo de espacios, protocolos, no nada más enfrenta un problema menor, sino un problema de grandes dimensiones.
El trato diferenciado en razón de la orientación sexual que impide o anula el reconocimiento del ejercicio de los derechos constituye una discriminación que además de ser una violación al derecho de igualdad, se presenta como un obstáculo al ejercicio de los derechos a la salud, educación, trabajo, vida libre de violencia y por supuesto a la seguridad y acceso a la justicia cuando se es víctima del delito.
Es tiempo de reconocer que las personas de las comunidades lésbico, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual, asexual y más, son recurrentes víctimas de un tipo de violencia particular que es motivada por el prejuicio, motivada por la orientación sexual, identidad de género o diversidad corporal. A este respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), recientemente acuño el término “violencia por prejuicio” para referirse a aquella contra las orientaciones sexuales e identidades de género diversas y cuyos cuerpos no se ajustan a los estándares sociales de corporalidad femenina o masculina, binaria que ya se mencionaba. Esta violencia se dirige, entre otras, a las demostraciones públicas de afecto entre personas del mismo sexo y a las expresiones de feminidad percibidas en hombres o masculinidad percibida en mujeres.
La manifestación de dichas violencias suele provenir de las instituciones encargadas de socializar y mantener la normativa binaria de género, habitualmente puede tomar la violencia médica ejercida contra personas cuyos cuerpos difieren de los estándares socialmente aceptados de cuerpos femeninos o masculinos en intentos de “arreglar” el sexo. Así mismo, se puede manifestar en el uso de la fuerza por agentes de seguridad del Estado tratando de hacer cumplir la Ley amparados en normas de moral pública. De esta manera se ha documentado que con frecuencia se les somete a actos de violencia sexual como forma de castigo para traspasar las barreras de género o para cuestionar las ideas predominantes sobre el papel que les corresponde en la función de la diferencia sexual.
De manera particular, la violencia que se ejerce por actores encargados de la seguridad resulta preocupante debido a que ellas y ellos suelen ser el primer contacto con las personas en la cadena del sistema de justicia y tienen la obligación de brindar confianza a través de una actuación respetuosa y protectora de los derechos humanos inherentes a cada persona.
Por lo anterior, celebro que esta mañana atestigüemos la presentación del Protocolo de Actuación Policial para Preservar los Derechos Humanos de las Personas que pertenecen a la Población LGBTTTI y de la Segunda Edición de Indicadores sobre Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México.
Sin lugar a dudas, ambos son insumos importantísimos para guiar el actuar de las y los policías en la interacción con las comunidades, para que se manejen en un marco de respeto a la diversidad, los derechos humanos y la seguridad ciudadana.
Así, el Protocolo representa una brújula de manera ágil y les señala a las y los policías los derechos de las comunidades LGBTTTI+ y las obligaciones que tienen al estar en el servicio público sin dejar de señalar ejemplos concretos de detenciones arbitrarias en función de la orientación de identidad o expresión de género.
Ya lo decía Diana, además este Protocolo es ejemplo a nivel de la región, es un ejemplo a nivel mundial y no nada más por lo que contiene y lo que va a implicar en el ejercicio, sino también porque se hizo con ustedes porque estaban participando quienes se ven directamente afectadas.
Por otra parte, el sistema de Indicadores constituye una herramienta fundamental para dar seguimiento, medir, evaluar el quehacer de los cuerpos policiales respecto a su actuación y desempeño en materia de seguridad ciudadana y derechos humanos.
Reconozco el esfuerzo contenido en este material que se compone de indicadores generales, expresados por: la cantidad de quejas y respuestas por violaciones a derechos humanos recibidas en la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, el número de medidas especiales dictadas para la protección de ciudanía y de periodistas o personas defensoras de derechos humanos, la cuantía de Recomendaciones emitidas por organismos públicos de protección a los derechos humanos, la capacitación en materia de derechos humanos, el tiempo de respuesta de la policía en petición ciudadana, las acciones para la recuperación de espacios públicos, el uso ilegítimo de la fuerza y la desaparición forzada de personas.
Esto es un ejemplo de cómo lo que hacen las Comisión, en particular esta Comisión, tiene que servir de guía para la no repetición, para sistematizar y para seguir teniendo una actuación apegada a derechos. Así mismo, me congratulo porque esta Segunda Edición va más allá al proponer nuevos indicadores, esta vez en materia de percepción de seguridad, la apreciación de la movilidad ágil y segura, la cantidad del personal capacitado en materia de género y no discriminación, la proporción del personal por género que recibe estímulos de eficacia policial y las acciones de capacitación específica para atender la población perteneciente a grupos de atención prioritaria.
En este sentido, me uno a Jesús, al Alto Comisionado en acompañar a la Secretaría de Seguridad Pública a ver cómo se aterrizan, cómo se esté evaluando y cómo se monitorean estos indicadores.