Discurso 84/2018
26 de septiembre de 2018
En cierto modo, podría decirse que es idéntica a la lucha contra el miedo. Miedo frente a la diversidad, miedo a la incertidumbre que provoca la diferencia, a la evidencia de que no hay verdades intocables ni ordenes sociales preestablecidos. Miedo a lo que no es ajeno al miedo. En suma, a la libertad. Javier de Lucas
Buen día a todas las personas presentes y las que nos están siguiendo vía Internet. Silvia, Jesús, Carlos y Juan Carlos, que finalmente de parte de la Comisión, todos ellos documentan… Human Right Watch, el Alto Comisionado… hacen posible que hoy estemos aquí y mañana también. Agradezco especialmente de Dainius Puras, la Doctora Malena Pineda, la Doctora María Josefa Plá, la Doctora Shoshana Berenzon y el Doctor Mariano Hernández, que nos acompaña a la distancia, el Licenciado Carlos Zamudio, a Víctor Lizama y al Doctor Gustavo Hernández Rivera, de quienes estoy segura harán de este evento algo altamente nutritivo y definitorio para la transición del Sistema de Salud Mental en apego a los derechos humanos de las personas usuarias en México y por supuesto, hacer el constante reconocimiento a los que están aquí y hacen posible que estemos aquí.
Es un honor para la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal dar lugar a este importante y pertinente evento en relación a la salud mental en México. Históricamente, las personas con discapacidad han sido segregadas, discriminadas y excluidas bajo un estigma de temor y desconocimiento. Se les vinculó como personas que ponían en riesgo a la sociedad, fueron internados víctimas de tratamientos indignantes, escondidos, invisibilizados. Y con mayor énfasis lo vivieron las personas con discapacidades psicosociales e intelectuales. Ellos, durante siglos, han recorrido un camino de obstáculos para hacer valer su voluntad y favorecer que vivan su proyecto de vida de manera digna.
Gracias a su lucha y reclamos constantes por hacer oír su voz y el acompañamiento de organizaciones civiles se ha comenzado a modificar este panorama quedando, hoy por hoy, retos muy importantes por considerar. Un logro sin duda, es la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad la cual México adoptó desde hace 12 años y en ella se reconoce y distingue a la discapacidad psicosocial, dejando atrás el estigma como una enfermedad, quedando en el papel del Estado, la obligación de adoptar las medidas necesarias para que todas las personas gocen y ejerzan sus derechos humanos.
Estamos a días de celebrar el Día Mundial de la Salud Mental, celebración que busca crear reflexión y conciencia respecto al tema. Pero no debemos quedarnos únicamente en ello sino actuar para crear y mejorar mecanismos de atención, apoyo y tratamiento efectivos como pertinentes para que todas las personas, independientemente de la diversidad y sus funcionalidades y cualidades que cada una tiene, logre su participación plena y efectiva en la sociedad y en todos los aspectos de la vida en igualdad de condiciones que el resto de la población.
En México tenemos varios retos en relación a la salud mental. De acuerdo al INEGI, hasta el año 2014 existían en México un millón 420 mil personas con discapacidad psicosocial. Y según la Encuesta Nacional de Epidemiología en México, uno de cada cuatro personas mexicanas ha enfrentado alguna discapacidad psicosocial, la más frecuente de ellas es la ansiedad, uso de sustancias, depresión y fobias. Un reto, al igual que sucede con la gran mayoría de los países –lo decía Jesús- se asigna apenas el 2% de presupuesto a la totalidad de la fuente de salud que abarca esta temática.
En ese mismo tenor, México se ha colocado como uno de los países donde existe un mayor porcentaje de personas con discapacidad que son atendidas en servicios hospitalarios independientemente de la gravedad de la discapacidad, sumando al poco número de hospitales de salud mental, tanto en la Ciudad de México, y aún más marcados en otros estados, lo cual incrementa la dificultad de las personas en otros espacios geográficos para acceder a este cuidado y atención. Lo que abre paso al segundo reto que es la existencia de la salud mental dentro de la atención primaria. Esto requiere en un primer momento de crear una cultura de atención y cuidado a la salud lo que significa que se termine con los estigmas, tanto de la sociedad como de las personas usuarias que sin temor a ser discriminadas se acerquen a solicitar su atención especializada y a la vez no sea víctima de juicios ante la sociedad. Lo anterior, de acuerdo a los expertos, las discapacidades mentales inician antes de los 21 años de edad.
La tendencia mundial hacia el respeto de los derechos humanos, está dirigida a una atención comunitaria, ya lo decía también Silvia, ahí también tenemos el reto de la institucionalización de tener esa agenda para avanzar en esta lógica de estos nuevos paradigmas de atención a la salud mental.
Por todo eso, en hora buena que hayamos comenzado y que continuemos con este debate que básicamente corresponde a un debate de lucha institucional pero también, ya lo mencionaba Carlos, una lucha que tiene que ver con la incidencia y tiene que ver con la cultura.
Muchas gracias por estar aquí, bienvenidas y bienvenidos. Estoy segura que este evento, por lo que sostiene atrás, por las discusiones que plantea, será de mucho provecho para avanzar en el enfoque de derechos humanos en la salud mental.