Discurso 34/2019
Quito, 8 de mayo de 2019
Agradezco a las y los organizadores de este evento, agradecerles la oportunidad de compartir una experiencia desde lo local en relación a las caravanas migrantes.
La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México es una Defensoría del Pueblo, somos parte del Estado, somos un Organismo Autónomo. A diferencia de Ecuador, no somos jurisdiccionales. Estamos en el área no jurisdiccional de defensa y garantía de derechos. Vamos a comenzar con el siguiente video… (Presentación de video).
Esa es la introducción a lo que les voy a compartir… Este protocolo, digamos, se generó a partir de la experiencia de noviembre. Nosotros logramos…, digamos, actuamos como han actuado muchos de ustedes y en muchos de los países de manera coyuntural, cuando ya estábamos viendo, ya estaban enfrente y logramos básicamente por una cuestión que combinó la transición de gobierno, el poder aplicar un primer protocolo del cual sistematizamos la experiencia y logramos que en las tres primeras caravanas de este año, por lo menos en su paso por la Ciudad de México, fuera operado.
Déjenme rápidamente darles un poco de contexto de qué está pasando. México es un país de origen, retorno, destino y tránsito. Es un país verdaderamente con vocación migrante; y una vocación migrante básicamente porque en Estados Unidos alrededor de 12 millones de los estadounidenses son migrantes mexicanos; es decir, un poquito menos que Ecuador, que son 17 millones. Bueno, 12 millones de mexicanos viven en Estados Unidos.
Eso nos habla de una tradición que viene desde el Siglo XIX que tiene que ver con nuestra frontera. Naturalmente eso es un contexto importante visto a cómo estamos reaccionando con estas nuevas migraciones. Tal parece que no fuésemos y tuviéramos una cultura migrante sumamente enraizada.
Somos un país de retorno, tanto de centroamericanos como de mexicanos y en específico ahorita platico de la Ciudad de México. Somos un país de destino y cada vez somos más un país de destino dado la situación actual y somos y hemos sido tradicionalmente un país de tránsito de migrantes.
Las modificaciones, al igual que aquí ustedes con la parte venezolana y otro tipo de migraciones, nosotros tenemos y nos impacta mucho en diferentes momentos las políticas de migración de Estados Unidos, los cierres, las devoluciones y todo lo que viene pasando, y entonces vamos cambiando y estamos cambiando y viviendo una modificación muy rápida de nuestra tradición migratoria.
De entrada, y aquí en la región se ve igual, tenemos un aumento exponencial de la presencia de niñas, niños y adolescentes desde el 2013. También cuando estaban hablando ayer de esta modificación en el aumento de niñas, niños y sobre todo adolescentes no acompañados desde antes del 2000. Esto está sucediendo y está impactando sobre todo recientemente.
El incremento de solicitudes de asilo también está fuerte en esa parte y la visibilidad de grandes contingentes de migrantes a través de caravanas con presencias muy variadas que no es la parte tradicional de tránsito por México: población LGBTTTIQA+, familias con mayor presencia de grupos de niños y niñas, sobre todo en primera infancia, personas con discapacidad y personas adultas mayores.
Esta parte de las caravanas no son una cosa nueva, lo que pasa es que sí tienen una dimensión nueva.
Empezamos a tener caravanas en México desde el 2004, que eran las caravanas de las madres que buscaban a sus desaparecidos en el trayecto de la ruta migratoria mexicana.
En el 2011 sucedió otra que fue solamente en la parte sur del país, que era la caravana de la ruta migrante viacrucis, por ejemplo.
Otro dato importante de otra caravana en México es la del 2016, que esa fue en Tijuana y fueron el grupo de haitianos que llegó a Tijuana en la frontera y que de hecho se instaló en Tijuana desde el 2016. O sea, la mayoría de estos haitianos, aunque algunos estaban pidiendo asilo en Estados Unidos, se quedó en Tijuana y ya forman parte de la sociedad tijuanense. Estamos hablando del norte.
En abril del 2018 tuvimos lo que prefiguraba lo que empezamos a vivir a finales del 2018. Fue una caravana de 400 personas movilizadas por una organización que se llama Pueblos Sin Fronteras y que llegó igual a la parte norte cruzando por la Ciudad de México.
Sin embargo, el gran hito fue exactamente en noviembre del 2018. Estamos hablando de grupos, de un grupo de alrededor de 10 mil personas y que si bien no se puede decir si es poco, lo que hay que observar es que llegan y caminan juntos y juntas.
Y en esa lógica tuvimos esa caravana inicial en noviembre, dos caravanas posteriores con menos personas en el mes de diciembre y volvimos a tener reactivadas. Tenemos inicialmente llegando a la Ciudad de México tres caravanas desde enero hasta marzo, y ahorita lo que está pasando es que las caravanas ahorita están detenidas en el sur del país, y ahorita vamos a ver algunos pasos.
Esa es la parte, digamos, de contexto global, de contexto de cómo está moviéndose, igual que aquí, el universo migratorio en México, y que de igual manera que en esta parte de nuestra América, también nosotros ahí, que formamos parte de esta América también, estamos viendo una modificación en los patrones de migración y en las maneras de migrar.
Contexto local, la Ciudad de México, tradicionalmente como cualquier ciudad, es una Ciudad que se hizo de migrantes. Entonces por lo tanto ni siquiera en las épocas en donde había estados netamente migratorios de condición migratoria, como pueden ser Michoacán, Jalisco, es decir la zona del bajío donde hay una tradición migratoria desde siempre, tenía más de cien años, la Ciudad de México no tenía una tradición migratoria de expulsión o de migrantes hacia Estados Unidos.
Empezamos a tener y colocar en agenda, ni siquiera pasaban, porque las iniciales rutas de tránsito de migrantes centroamericanos se daba por las orillas, iban en tren que es La Bestia, que ustedes han de haber oído hablar de ella, pues pasa una parte por occidente, otra parte por el Pacífico, otra parte por el Golfo, pero no pasaba por el centro de la Ciudad. Entonces no teníamos, digamos, esta experiencia.
La otra parte importante del contexto de la Ciudad de México es que empezábamos a ver que se estaban moviendo los patrones porque en el 2008 empieza la devolución y la deportación más fuerte, con Obama, de mexicanos y de centroamericanos hacia el sur. Entonces, por ejemplo, los aviones que todavía llegaron hace como tres años, empezaron a llegar cada semana, llegaban dos aviones con personas, o mucha gente veíamos que optaba por quedarse en la Ciudad, a pesar de que no habían salido de la Ciudad y que no tenían redes en la Ciudad.
Porque las ciudades así como tienen muchos defectos, tienen una virtud y es la impresión de que tienes mayores oportunidades y mayores capacidades, para poder responder, digamos, a trabajo, a una serie de cosas, que traían específicamente no nada más migrantes mexicanos que estaban siendo retornados, sino también migrantes centroamericanos.
Entonces ahí empezamos desde el 2008 a cambiar la configuración migrante de la propia Ciudad que no tenía como agenda, básicamente, estas situaciones. Ni siquiera éramos expulsores. No éramos tradicionalmente una Ciudad de tránsito.
Aquí vienen las rutas, eso es San Pedro Sula. Si se dan cuenta son varias las rutas. Estábamos hablando de la del Golfo, con la del Pacífico. La primera ruta migrante, la primera caravana, tomó la ruta… a pesar de que son 2 mil kilómetros más de avance, tomó esa porque es la más segura. Un dato que ya hemos visto en los dos días que tiene que ver, en el caso de México, con el gran riesgo por los grupos del crimen organizado alrededor de las rutas migrantes.
¿Qué es lo que tenemos ahorita? Ahorita tenemos alrededor de 10 mil personas, la mayoría en el sur del país. Están ahí desde hace cinco semanas, esperando definiciones, información y certidumbre de parte de una política migratoria nacional que todavía no logra cuajar.
¿Qué es lo que dio la Ciudad? Y ahí es un ejemplo de cómo desde el 2018 empezamos y qué tipo de repuestas hubo por parte del gobierno local. Como ustedes se dan cuenta, los mínimos necesarios en algunas partes del sur, y básicamente ya en el paso hacia el occidente, lo que hacían los gobiernos locales era alquilarles autobuses para que pasaran y cruzaran rápido y no les causara problemas.
Entonces, la verdad es que la única ciudad y el único gobierno local que dio una atención diferenciada fuimos nosotros. Este protocolo que tienen en la exposición, a partir dentro de dos semanas ya en la página de la Comisión, es un protocolo que marca siete fases, que van desde, básicamente, cómo se instalan estos albergues temporales, hasta cómo se tiene que cerrar y con qué tipo de información.
Traen protocolos de convivencia de reglamentaciones. Hay una serie de anexos con materiales que sirven para hacer, digamos, transitable el paso con un enfoque hecho sobre las ciudades.
¿Cuáles son las claves de atención? Lo primero es la coordinación interinstitucional entre niveles de gobierno, e intersectorial con Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Más de 60 Organizaciones de la Sociedad Civil se incorporaron al trabajo; organismos internacionales: ACNUR, OIM, Alto Comisionado, UNICEF, estuvieron también en el trabajo con nosotros a partir de esta coordinación.
Es una atención con enfoque de derechos que va, básicamente también, con tratos diferenciados a esta nueva diversidad de la configuración de estas migraciones. Contar con herramientas que faciliten la implementación. Este tipo de protocolos nos permite que cada quien sepa qué lugar tiene que hacer, qué acciones tiene que trabajar; y tiene además ya herramientas muy específicas: en cuántas comisiones, a qué se dedica y cómo se activa la Ciudad a partir de eso.
Básicamente es información, versus la incertidumbre. Retomo lo que la compañera de Perú nos compartía, y un poco de lo que se compartía en la mesa anterior: la premisa particular, en términos de que nuestra Constitución local, no la nacional, considera que los derechos y que tenemos obligación de garantía, en términos de los que habitan y transitan la Ciudad. Esto tiene que ver con las grandes metrópolis: en la Ciudad viven 10 millones de habitantes, pero transitan alrededor de otros 10; o sea, la Zona Metropolitana contiene 17 millones de personas más, somos 27 millones.
Entonces, teníamos que tener una Constitución, no de la Ciudad de México, sino una Constitución metropolitana, porque mucha de la gente que trabaja en la Ciudad vive, al igual que ustedes, aquí en Quito y está viviendo en Valles.
Quiero decir que todo lo que se mencionaba aquí, en retos de política migratoria y todo lo demás, coinciden con los retos que hay en México. Entonces, vámonos a la parte local, simplemente. Primero, cómo logramos…, y de hecho eso es lo que caminamos en la Ciudad de México, es que no necesitamos una política migratoria, porque eso le toca a lo nacional. Lo que nosotros activamos es lo que hace la Ciudad, poco o mucho, porque es lo que hace la Ciudad.
Es decir, no queremos, no se puede responder desde lo local, pretendiendo crear instituciones especializadas en migración, sino, más bien, que nuestras instituciones, lo que tenemos, mucho, bueno o regular, se especialicen en la mirada migrante, y entonces los grupos se activan, todo mundo hace lo que tiene qué hacer: los comedores comunitarios del día a día, pero cuando llega la población migrante, activas, que es parte de eso, que es institucional, con los recursos que tienes como Estado, como gobierno.
Y eso te cambia la mirada de qué queremos decir con alianzas interinstitucionales e intersectoriales; sobre todo, el trabajo con Organizaciones de la Sociedad Civil que, como en el caso de ustedes, tenemos una red importantísima de organizaciones que se han dedicado toda su vida a hacer redes migrantes. Antes lo hacían para protección nada más de pequeños grupos, antes lo hacían para nuestros mexicanos…, pues ahora lo hacen para todo mundo y es una red muy fuerte de trabajo.
El desarrollo e implementación de políticas de inclusión. Ese es otro de los caminos, esto está visto, son protocolos de albergue temporal, pero claro que hay un reto desde el resto de la Ciudad, para hablar de lo que también se ha hablado aquí, que es la inclusión y la integración.
Y, finalizaría con una parte que tiene que ver con cómo a nivel local se viven estas…, no teóricamente, sino en los hechos, esta permanencia, esta lucha de las visiones de derechos humanos, con las visiones de seguridad. Y básicamente, nosotros estamos…, y lo que operamos en la Ciudad, es un albergue de puertas abiertas, que no tiene seguridad pública con armas, y que entonces es una lucha constante, en términos de cómo haces prevalecer el enfoque de derechos, sobre el enfoque del miedo, no nada más de la sociedad, sino también de las instituciones, a una población que no es nada diferente a nosotros y yo creo que en la Ciudad tenemos muchas herramientas para debatir eso.
Nosotros decíamos: “estamos aquí con 10 mil, que no nos llenan ni el Estadio Azteca. Estamos aquí con una Ciudad que recibe 1 millón 200 mil peregrinos al año, y podemos con eso, podemos con lo otro”. Y es cómo ir reforzando ese tipo de mensajes, cómo vamos caminando a algo que también hemos visto aquí, que pasa a lo largo de lo que hemos comentado en los últimos dos días, que se han comentado, y tiene que ver con la parte del cambio cultural, también para aceptar este tipo de visión humanitaria.
Yo creo que hoy tendríamos que ver…, el programa es global, estoy de acuerdo, que está bien que tengamos acuerdos globales, que está bien que armemos acuerdos regionales, que está bien y es necesario que tengamos una política migratoria nacional, congruente, que responda a los tiempos que estamos viviendo, pero creo, y no es porque de ahí venga, pero creo que los migrantes, si las personas migrantes están en el territorio, están en nuestros barrios, están en nuestras colonias, están en nuestras comunidades… Y, entonces, los gobiernos locales son los que tenemos que hacernos cargo de eso, y lo tenemos que hacer a partir de una visión de derechos humanos. Gracias.