Discurso 53/2019
17 de junio de 2019
Muchísimas gracias al Congreso por invitarme a ser testiga de este evento.
A finales de los años 70, en Europa y Estados Unidos, la zonificación urbana comenzó a distribuirse a partir de un criterio adicional a la actividad económica, profesional, étnica, religiosa y otras. La orientación sexual y la identidad de género comenzaron a ganar espacio urbano en ciudades estadounidenses como San Francisco o Nueva York.
Los espacios en las urbes adquieren identidad social a partir de quienes los habitan, los disfrutan, de quienes se congregan en ellos. La transformación de las zonas urbanas no ha transcurrido sin conflicto. Ejemplo de ello fueron los disturbios de Stonewall, iniciados por represión policial el 28 de junio de 1969 en Nueva York. Sin embargo, esos conflictos trajeron consigo reivindicaciones cuya herencia revivimos hasta ahora cada año con las marchas del orgullo LGBTTTIQA+.
En México, el proceso de identificación y apropiación del espacio público fue visible un poco más tarde. La primera marcha del orgullo LGBT se dio en el contexto del décimo aniversario de la matanza del 68.
No es de sorprender que la disidencia a la hegemonía sexual y el rechazo por la intromisión del Estado en la corporalidad individual se manifestaran en compañía del rechazo al Terrorismo de Estado.
Desde 1978, año de la primera marcha del orgullo LGBTTTIQA+, hasta ahora, el despliegue de banderas en espacios privados y públicos ha sido progresivo y cada vez más las instituciones públicas se han incorporado a esta importante visibilización.
Desde la redada del Baile de los 41 -que en 1901 fue difundida mediáticamente, hasta ahora-, las instituciones y la sociedad ha modificado poco a poco su apreciación de la diversidad. Sin embargo, falta mucho por hacer para evitar la discriminación y sus efectos. Aún persiste autoridad policial, ministerial y judicial, de educación, laboral y salud pública o penitenciaria sesgada en su actuación por prejuicios y estigmas que tienen por efecto lesionar los derechos humanos de las personas, lamentablemente, incluso la vida.
En la antesala de la marcha de este año el próximo 29 de junio con el lema “Orgullo 41: Ser es resistir” y de la celebración del mes de junio como mes de la diversidad en la Ciudad de México (fue declarado mes del orgullo en junio de 2017), se hace un llamado para conmemorar este despliegue de banderas que, junto con las luces que iluminan cada año la Plaza de la Constitución, representa un grito para celebrar la diversidad humana y por detener los abusos en su contra.
Acompaño con mucho ánimo y gusto el despliegue de banderas en la plaza pública de mayor relevancia simbólica de la Ciudad y -porque no decirlo- del país; celebro la toma de este espacio público y el mensaje que trae consigo: no más imposición a la vida privada de las personas, no más violencia hacia la diversidad, no más un trato distinto de las autoridades, no más maltrato entre particulares por vivir una orientación sexual o identidad de género distinta de la heteronormada, no más discriminación a la población LGBTTTIQA+, de cualquier edad, en cualquier momento. Esta es nuestra Ciudad de la Diversidad.