Discurso 98/2019
29 de octubre de 2019
Muy buenas tardes a todas, a todos y a todes. En el marco de una tradición tan nuestra como es el Día de Muertos, nos vemos de cara con un desalentado panorama, que también se ha convertido en nuestro en las últimas décadas, el de la violencia de género en su expresión más extrema: la cual nombramos feminicidio.
Quisiera que esta intervención tuviese un tinte de festividad. El papel picado y el olor a cempasúchil mezclado con copal nos generara un ánimo de sonrisas. Sin embargo, no hay dolor más grande que el de poner una ofrenda a quienes han sido víctimas de una falla estructural del Estado, de las instituciones y de la sociedad.
La cara de la violencia feminicida no se puede ver de forma aislada, sino como la combinación de las múltiples expresiones de las violencias contra las niñas, que inevitablemente están interconectadas y derivan de una desigualdad estructural entre hombres y mujeres; así como las dinámicas misóginas que están introyectadas en la sociedad, donde el desequilibrio de derechos y oportunidades, estereotipos y roles de género, es latente; y además, la muerte de cada mujer y niña perpetua la premisa socialmente construida acerca de la dominación de los hombres sobre las mujeres y su cuerpo.
Por eso la violencia feminicida no es un problema individual, sino un tema colectivo que requiere concientización e intervención por parte de las diferentes instancias, dependencias y organismos que orbitan en el sistema de prevención y erradicación de la violencia contra las niñas y mujeres; pero también el de la sociedad, el sentir conjunto de que estos eventos son inadmisibles y tan impensables que las fotos de niñas y de adolescentes en una ofrenda sobre feminicidios jamás debería de tener cabida.
Desde donde estoy, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, advierte preocupante que tras develación de los cinco instrumentos recomendatorios relacionados con violencia de género en lo que va del año, las cifras que ofrece la estadística oficial respecto de las carpetas de investigación iniciadas por feminicidios son bajas, y no reflejan la realidad, sino las dificultades o resistencias para investigar todas las muertes violentas de mujeres y niñas como feminicidios.
Aprovecho este momento para decir que si bien últimamente se ha puesto sobre la mesa la discusión sobre la necesidad de investigar las muertes violentas de todas las mujeres bajo esa óptica, no debe dejarse a un lado que es imperante que se hable sobre las niñas, niños y adolescentes víctimas de este delito en tres dimensiones: niñas, adolescentes y mujeres víctimas directas de feminicidio; niñas, niños y adolescentes huérfanos por la violencia feminicida como víctimas indirectas; niñas, niños y adolescentes testigos directos de feminicidio de su madre como víctimas indirectas.
En el primer aspecto, es importante que los feminicidios también son perpetrados a niñas y adolescentes, que si bien el Código Penal para esta Ciudad también prevé que se comete ese delito en contra de una mujer y por razones que se desagregan en el propio tipo penal, no excluye la posibilidad de que se comete en contra de una niña por razones de género desplegadas en la normativa referida.
Los motivos señalados y el contexto que debe analizarse en cada caso en particular, nacen a partir de las manifestaciones de distintos tipos de violencia de género que pueden ir en una escalada fatal, hasta a un desenlace trágico. Y por si fuera poco, revictimizante durante una etapa de investigación como es el caso de que se revisen los casos desde una tipificación distinta como la violencia familiar, la violencia sexual, el acoso o el hostigamiento.
Por ello, la investigación de estas muertes en un contexto de violencia debe de ser crítica y minuciosa para garantizar su acceso a la justicia y el derecho a la verdad.
Se recalca que no existe un tratamiento ni soluciones estandarizadas para la violencia de género, pues cada caso es tan único como la víctima y su historia de vida; y bajo esa lógica debe trabajarse desde los frentes que pugnamos porque las mujeres de esta Ciudad vivamos libre de violencia, y que las que aún buscan justicia estén en posibilidades de presenciar soluciones, que además de apegadas a la ley y emitidas bajo un enfoque de derechos humanos y perspectiva de género, resulten emocionalmente reparadoras y aborden el clamor de ni una menos. Gracias.