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Palabras de la Presidenta de CDHCM, Nashieli Ramírez, en presentación de revista Ciudad Defensora dedicada a «Pueblos y barrios originarios y comunidades indígenas residentes: sus derechos en la Ciudad de México».

Discurso 10/2021
22 de febrero de 2021

Buenos días a todas, todos y todes. Saludo a las personas que ven la transmisión de la presentación de esta edición de la revista Ciudad Defensora sobre Pueblos y barrios originarios y comunidades indígenas residentes: sus derechos humanos en la Ciudad de México, así como del folleto sobre los derechos humanos de este sector de la población.

También saludo a Guadalupe Martínez Pérez, quien me antecedió en la palabra, y agradezco sus aportes para la presentación de esta edición. Así como a Juan Jesús Hernández González, por acompañarnos a presentar este número de Ciudad Defensora.

Todas las personas que habitamos en la Ciudad de México somos diversas, tenemos diferentes costumbres, creencias, tradiciones. Algunas hablan, además del español, otras lenguas indígenas. Todos estos elementos nos dan una enorme riqueza y un valor cultural y social.

Los pueblos y barrios originarios son aquellos que se conforman de poblaciones asentadas en el territorio actual de la Ciudad de México desde antes de la colonización y del establecimiento de las barreras geográficas actuales.

Estos pueblos y barrios conservan sus instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, sistemas normativos propios, tradición histórica, territorialidad y al menos una parte de su cosmovisión.

Según el Padrón de Pueblos y Barrios Originarios de la Ciudad de México, en la Ciudad existen 139 pueblos y 58 barrios originarios. Más de la mitad del territorio de la capital está conformado por antiguos pueblos y barrios de origen precolonial, con identidad étnica, instituciones culturales, capital cultural y cohesión social que les distinguen.

La Ciudad de México tiene también comunidades indígenas residentes, las cuales son una unidad social, económica y cultural de personas que forman parte de pueblos indígenas de otras regiones del país, y que se han asentado en la capital.

Estas comunidades reproducen total o parcialmente las instituciones, tradiciones y la forma de vida comunitaria de los pueblos a los que pertenecen.

De acuerdo con datos del Censo 2020, el 6.14% de la población nacional habla una lengua indígena. A nivel nacional el número de hablantes de lengua indígena se incrementó en 451 mil personas con respecto a 2010.

Sin embargo, en términos porcentuales, las personas que hablan lengua indígena disminuyeron de 6.6 a 6.1%. Por su parte, 7.4% de las personas afromexicanas habla alguna lengua indígena.

Es importante hablar de este tema. El día de ayer se celebró el Día Internacional de la Lengua Materna y todo lo que nos dice, no nada más en México, sino a nivel mundial, es exactamente el llamado de atención de la pérdida de las lenguas. Cada vez que perdemos una lengua indígena, y eso lo estamos haciendo de manera acelerada en todo el mundo, nos perdemos a nosotros mismos.

En la Ciudad de México hay 9 millones 209 mil 944 personas, de las cuales el 1.4%, es decir, 125 mil 153 es hablante de lengua indígena. En el 2015 era de 1.5%; también estamos experimentando una disminución, aunque ésta es menor que el porcentaje nacional. De éstas, básicamente, solamente el 0.8% sólo habla una lengua indígena y no habla español.

En el Censo 2020 se registra un incremento considerable de personas monolingües con respecto a 2015, al pasar de 542 a 1,032 hablantes. La mayor parte de las personas monolingües son mujeres, el 65%. De las 68 lenguas indígenas nacionales, 55 se hablan en la Ciudad de México, siendo las más habladas el Náhuatl y el Mazateco.

Iztapalapa es la Alcaldía en la que residen el mayor número de hablantes de lengua indígena, seguida por Gustavo A. Madero, Tlalpan y Xochimilco.

Es importante destacar que estos números no retoman la población indígena que transita por la Ciudad de México. Muchas de ellas viven en la zona conurbada, residen ahí y todos los días se trasladan a la Ciudad de México a trabajar. Muchas de ellas, en mayor parte, son mujeres, ya que se dedican al comercio en vía pública.

La composición pluricultural, plurilingüe y pluriétnica de la Ciudad de México está reconocida en nuestro texto Constitucional.

Así, después de un ejercicio de consulta a las personas integrantes de estos pueblos, barrios y comunidades asentados en la capital, así como de la participación directa en el Constituyente, la Constitución Política de la Ciudad de México reconoce los derechos  individuales y colectivos de los habitantes, pueblos y barrios originarios y a sus comunidades indígenas residentes.

El texto Constitucional reconoce también los mecanismos de protección a su legado y, consecuente con la Constitución Federal y el contenido convencional del que México es parte, establece sus derechos a la autonomía, libre determinación, participación y consulta, entre otros.

Sin embargo, es importante insistir que persisten los escenarios de exclusión y discriminación que sufren las personas pertenecientes a los pueblos y barrios originarios y comunidades indígenas residentes de esta Ciudad.

Las problemáticas que enfrentan con mayor frecuencia para el pleno ejercicio de sus derechos humanos son el rechazo por su color de piel, su apariencia física o su forma de hablar. En estos escenarios, se les pueden negar el acceso a la salud, a la educación, a la vivienda, al agua, entre otros.

Además, enfrentan otros tipos de obstáculos que les dificultan la vida en sociedad. Por ejemplo, tienen problemas para acceder a la justicia y a una adecuada defensa porque juezas y jueces, ministerios públicos y policías desconocen sus formas de organización social y sus lenguas.

Además, se encuentran con barreras para ejercer sus derechos a la consulta, y a la participación en políticas y proyectos que puedan impactar su forma de vida, territorio y prácticas culturales con las que expresan y reproducen su identidad.

Estas problemáticas impiden el ejercicio pleno de sus derechos a la autonomía y a la libre discriminación.

Es importante también mencionar que para los pueblos y barrios originarios, la tierra y el territorio son importantes para la práctica de sus tradiciones e instituciones económicas, políticas y sociales.

Esto resulta especialmente complejo para las comunidades indígenas residentes que no cuentan con un territorio propio en la Ciudad y que se enfrentan al reto de continuar con el desarrollo de esas instituciones a la par de que mantienen el arraigo en sus comunidades de origen.

Ya nos adelantaba y nos comentaba Guadalupe algo que también es muy importante para analizar la situación y que tiene que ver con la mirada interseccional. Son las mujeres indígenas, por su condición de mujer y su condición indígena, recibiendo dobles, triples procesos de discriminación y destrucción social en esta Ciudad.

Este número de Ciudad Defensora, esta Comisión de Derechos Humanos, pone al alcance de las personas que habitan o transitan en la capital información diversa para profundizar en los derechos humanos de los pueblos y barrios originarios y comunidades indígenas residentes de la Ciudad de México, así como en las obligaciones de las autoridades hacia ellos.

De igual manera, se identifican algunos de los desafíos para concretar esos derechos y revertir las condiciones de desigualdad, exclusión, discriminación y pobreza que siguen enfrentando hoy en día.

Esta publicación abona a la construcción de una Ciudad de derechos, al reconocimiento de una Ciudad pluricultural, plurilingüe y pluriétnica sustentada en sus pueblos y barrios originarios y comunidades indígenas residentes.

Además es necesario puntualizar que se requieren acciones y políticas públicas locales con base en un estándar normativo para protegerlas de cualquier tipo de abuso, maltrato y otro tipo de violencia.

Además, el tipo de formato que tenemos en Ciudad Defensora permite seguir continuando con un proceso también que tiene que ver con la cultura. Tiene que ver con nuestra cultura a la no discriminación, en donde requerimos visibilizar, respetar y hacer vivir en esta Ciudad, incluidos, a todo aquel que pertenece a algún pueblo indígena o a todo aquel que vive en un barrio originario.

Quiero reiterar mi agradecimiento y reconocimiento a Guadalupe Martínez Pérez, Coordinadora Regional de Notimia; a Juan Jesús Hernández González, asesor de Pueblos y barrios originarios; y finalmente al equipo de la Dirección Ejecutiva de Investigación e Información en Derechos Humanos de esta Comisión por su labor para la edición de ese número.

Muchísimas gracias.

Inklusion
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