Discurso 39/2021
29 de septiembre de 2021
Muy buenos días a todas, todos y todes. Muy buenos días a quienes me acompañan, a la Jefa de Gobierno (Claudia Sheinbaum).
El día de hoy se lleva a cabo un acto cultural que tiene impacto en el espacio público de la Ciudad de México. A la par, el día de hoy, se hace un borrado de lo que ha sido invisibilizado por muchos años: la participación e incidencia política de las mujeres en el país, el papel de las mujeres en las artes y las ciencias a lo largo del tiempo.
Vestir nuestro espacio público con la presencia de estas cuatro mujeres ─Sor Juana Inés de la Cruz, Gertrudis Bocanegra, Josefa Ortiz y Margarita Maza, nombradas en orden cronológico de su nacimiento─ contribuye a una narrativa de la historia más igualitaria, justa y realista, a la recuperación de la memoria con perspectiva de género, a reflexionar sobre el poder simbólico individual y colectivo que tiene esta irrupción en el tiempo y en el espacio para darles justo reconocimiento.
Es contar de nuevo la historia, es contar que las sociedades podemos regresar a nuestros orígenes para ver ─bajo categorías nuevas─ aspectos de nuestra propia cultura que nos hizo dejar de mencionar, dejar de observar, como sucede tanto en cuanto al género. Las relaciones de poder se construyen en el tiempo, pero también se deconstruyen en el espacio.
Mediante la develación de las cuatro esculturas de mujeres que incidieron en el rumbo y conformación de nuestra sociedad actual, se honra su paso por la historia, su aportación, se reconoce el hecho de que fueron invisibilizadas por patrones culturales que es necesario abolir y se incorporan ahora al carril de la nueva memoria social.
Las cuatro mujeres que hoy honramos a través de la exposición de su representación en esta también histórica avenida, compartieron un elemento común: todas y cada una de ellas tuvieron acceso a la mejor educación del momento en la que forma parte que en ese entonces estaba permitido para las mujeres.
Si la educación fue su privilegio, es preciso recordar que lo que en los siglos XVII, XVIII, XIX y parte del XX fue una excepción, no puede dejar de ser la regla para todas las mujeres en la interseccionalidad de sus realidades: acceso a la cultura, a la educación, a los beneficios de la ciencia, a la participación en las esferas educativas y culturales, entre otras.
Por eso el mensaje de que estén aquí estudiantes de escuelas que llevan su nombre tiene un doble sentido: el reconocimiento exactamente que cuando ellas vivieron esto era un privilegio, y hoy es nuestro derecho la educación igualitaria.
Al día de hoy, la Constitución Política de la Ciudad de México reconoce a todas las personas el derecho a la educación en todos los niveles, al conocimiento y al aprendizaje continuo, al acceso igualitario a recibir formación adecuada a su edad, capacidades y necesidades específicas, así como la garantía de su permanencia, independientemente de su condición económica, étnica, cultural, lingüística, de credo, de género o de discapacidad.
Tales derechos reconocidos deben de ser promovidos y garantizados con mayor fuerza entre los grupos de atención prioritaria, entre niñas y mujeres jóvenes. Ni un paso atrás a la educación laica y gratuita, comprometida con la naturaleza pluricultural, plurilingüe, intercultural y pluriétnica de esta capital del país, apostando a la cultura como un elemento abarcador entre las personas y no limitante de la otredad, apostando a la ciencia.
Enhorabuena para la ciudanía y la recuperación de la memoria histórica a partir de la presencia visible de estas cuatro mujeres en nuestra querida Avenida Paseo de la Reforma.
Muchas gracias.