Discurso 23/2022
21 de septiembre de 2022
Muy buenos días a todas, todos y todes. Sean ustedes muy bienvenidos a esta Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.
Agradezco inicialmente a la Diputada Indalí Pardillo Cadena, porque sin su impulso…, estamos con este tema desde el mes de mayo. Está intensamente trabajando al respecto, como ustedes se dan cuenta, y me da mucho gusto que podamos albergar lo que va a ser todos los trabajos de este día con relación a este tema, que ya empezamos a dibujar aquí en la mesa.
Saludo a quienes me acompañan en el presídium y le deseo pronta recuperación a mi querida Saskia Niño de Rivera, que como ven sí se ve bastante… (inaudible).
Quisiera plantear como un primer aspecto que la construcción de la paz implica necesariamente el reconocimiento de la validez del conflicto para que, a partir de ahí, puedan acordarse rutas hacia la construcción de interacciones respetuosas y más pacíficas en un momento y lugar determinado.
Así como el conflicto no es estático, la paz tampoco lo es. Quizás la paradoja es que llegar a la paz implica el reconocimiento de la naturaleza del conflicto, y a pesar de esa necesidad, existe una negativa hacia el primero a pesar de que sea el impulso para llegar al segundo escenario: la paz, que tampoco podrá ser perpetua, si no que habrá de renovarse.
El reto es pues encontrar las mejores herramientas para comprender tanto el conflicto como la paz, entendidos como los dos tensores de un mismo puente que nos permite transitar y cruzar de un lado a otro.
Como segundo elemento, desde mi punto de vista, el enfoque de derechos humanos aporta herramientas útiles para la construcción de consensos y el tránsito de los conflictos. Lo anterior cobra relevancia si asumimos que, en buena medida, son las violaciones de los derechos humanos las causas profundas de los conflictos.
Ejemplo de las herramientas útiles de cara al conflicto y la paz, son los propios principios de participación, la metodología de análisis de contexto, la reparación del daño, el enfoque diferencial y de género, etcétera.
A su vez que aportan herramientas, el sistema de derechos humanos ha sabido adoptar y adaptar otras a su estructura para fortalecerlas e integrarlas, y me refiero al enfoque intercultural, el análisis interseccional, entre otros.
¿Cómo nos tomamos en serio la construcción de paz? Valorando el conflicto: lo que expresa, quiénes participan, sus opiniones, sus propuestas, sus anhelos, el reconocimiento de los derechos que han quedado al margen, la historia, entre otras cuestiones.
¿Cómo construimos la paz? Acordando a partir del conflicto, diseccionándolo justo en esos elementos subjetivos, de contexto, en un marco que da el mismo catálogo.
Un tercer planteamiento es lo que toca al ámbito escolar. Se vuelve indispensable a partir de la identificación clara de quiénes conforman esa comunidad y del papel que tienen en el entramado de derechos en términos de prelación. La comunidad escolar está conformada por padres y madres, docentes y por niñas, niños y adolescentes en su diversidad.
En ese triángulo de integrantes, es importante identificar el papel de cada grupo y diferenciar entre cada uno también una función de la titularidad de derechos. En este caso, son las niñas, niños y adolescentes quienes tienen la titularidad del derecho a la educación, por lo cual debe de ser respetado y garantizado a partir del interés superior como principio, como derecho y como norma de procedimiento.
Pero no es el único derecho o principio en juego, corolario de lo anterior es el reconocimiento de que en el ámbito escolar no solo se pone en juego el ejercicio del derecho a la educación ─lo que ha venido a confirmar todo lo que hemos pasado con la pandemia de Covid-19─ sino también que se ejercen otros derechos igualmente relevantes para la satisfacción de los tres principios que establece la Convención sobre los Derechos del Niño: el principio de participación, el de desarrollo y el de no discriminación.
De tal forma que la escuela se convierte en el principal espacio para potenciar o para privar de una gran gama de derechos a los niños, las niñas y los adolescentes como sus titulares conforme a su edad, conforme a su desarrollo, conforme a, básicamente, el ejercicio de otros derechos que no nada más son el derecho a la educación, sino a la cultura, al esparcimiento, a la ciencia, a la información.
Dar cuenta de este amplio mapa de actores, derechos, principios y contextos me permite dar cuenta de la complejidad al aproximarnos al tema de seguridad en el espacio escolar, por lo cual es fundamental exponer razones para el planteamiento que establece la Comisión.
Lo primero, es importante diferenciar entre integridad personal, que es un derecho y un bien jurídicamente protegido, y la seguridad humana. Y en este sentido, nosotros decimos que el planteamiento no puede limitarse a la integridad personal. Tiene que tener esta visión de seguridad humana, que es una visión muchísimo más amplia y que tiene más aristas y más problemáticas para poder abordarlo.
Es decir, el problema de la construcción de paz en las escuelas no es un problema de integridad personal exclusivamente. Es un problema que rebasa eso y que el marco de seguridad humana nos permite avanzar más y quizá generar propuestas más congruentes.
La otra parte que es importante para nosotros es que concuerdo que Mochila Segura desapareció del escenario programático hace varios años. Sin embargo, eso no es cierto. La escuela, y comparto eso también, sí es un lugar seguro. Si nosotros hacemos cuentas de lo que pasa en términos de integridad, básicamente es un lugar, digamos, seguro por integridad física. Son pocos los episodios, la verdad, que tenemos en términos de…, ni balaceras, ni cuestiones que lleguen a más, pero cada vez que sucede un episodio lo que nosotros tenemos es que se desata lo que se denomina pánico moral y pánico social.
¿Y qué quiere decir eso? Que se llenan los medios, y los papás y la gente salen a la calle, ¿y qué piden? Mochila Segura tal como está.
Entonces no importa que discutamos en un foro que si existe o no existe porque sí existe. Y entonces uno de los retos es verdaderamente decir que de entrada no tiene ese nombre, porque ya no tiene ese nombre, porque también ─y ya hizo la Diputada referencia─ hay una sentencia en la Suprema Corte que prohíbe que se desarrolle ese programa, y pues ya con esa posición nadie lo va a hacer. Pero ese no es el chiste. El chiste es que básicamente lo que está atrás de Mochila Segura sigue presente y siguió presente en Escuela Segura, y tendremos que ver que exactamente las propuestas que tengamos en adelante, no continúe presente.
¿Por qué no debe continuar presente? Van decir: “Pues vas a decir lo mismo que dijo la Recomendación de la Comisión Nacional o lo que tus planteamientos y posicionamientos han venido planteando a lo largo de los años”, y les digo: “Pues les tengo una sorpresa, que no”.
Nos dedicamos, a partir de que platicamos con la Diputada, nos quedamos en la discusión y estamos ya por concluir, esperemos poderlo…, que estén ustedes, los mismos que estamos aquí, en la presentación de una investigación que ya hicimos. Es una investigación, básicamente, en 20 países de Latinoamérica, Estados Unidos, Inglaterra e Italia de qué están haciendo, cómo han venido operando estos programas de seguridad escolar. Cuáles son las lecciones aprendidas, para poder decirte de entrada, categóricamente, que más allá de que sea violatorio de derechos humanos, el programa Mochila Segura y los derivados de ella, aunque no se llamen Mochila Segura, que tienen que ver con desarme, que tienen que ver con revisiones solamente y exclusivamente, no sirve.
Ese es el problema. El problema no nada más es que si son o no violatorios de la integridad personal. El problema es que está demostrado en México y en muchos países, y empezando por quienes lo inventaron que fueron en Estados Unidos, que no sirve. Ni siquiera para lo que fueron creados, mucho menos para un panorama como el que estamos discutiendo aquí, que no es cómo protegemos la integridad física de los niños y de los maestros que están en la comunidad escolar, sino que es cómo construimos una cultura de paz y de legalidad en el espacio escolar, y que tiene otra visión completamente muchísimo más amplia.
Entonces lo que nosotros proponemos es: discutámoslo en este marco, discutámoslo en el marco sí de derechos, pero con las herramientas. No nada más por decir que es violatorio a la integridad personal. Es violatorio porque no te estoy preguntando. Si sirvieran quién quite y pues pudiéramos ver qué hacer, pero no sirven. Entonces si no sirve y aparte son violatorios, entonces no sé por qué tenemos que perpetuarlo con su nombre o sin su nombre.
Porque el problema es que lo que hemos venido generando posterior a Mochila Segura tiene muchos elementos de enfoque que son de Mochila Segura. Entonces cuando hablamos de cómo estamos y cómo tenemos herramientas y cómo podemos ir avanzando en esta construcción, tenemos que rebasar esta visión y por eso yo creo que sí vale la pena discutirlo. Sí vale la pena porque culturalmente la gente piensa que sí sirve. A las mamás y a los papás les da tranquilidad que se opere, y se entiende que les dé. Pero también entonces hay que hacer un proceso pedagógico de trabajo para que se entienda que, aunque estuvieran de todos modos, no nos va a poder hacer evitar el cómo escalamos la violencia.
Cómo pasamos de estos videos que nos llegan a todos cada semana, en donde están, sobre todo…, ya también niñas y niños de primaria, pero sobre todo a nivel de secundaria, peleándose a media cuadra de la escuela, grabando, haciéndolo viral, no creando ni una pizca de empatía por los que ven ni por los que están ahí peleándose, o los que están peleando y cómo eso va a escalar en diferentes niveles si no atendemos eso en esta otra lógica, que es la lógica de cómo construimos la paz, cómo reconocemos que esta paz se construye a partir de reconocer el conflicto y cómo generamos en todas y todos planteamientos que nos permitan tener respuestas y herramientas para atenderlo.
Naturalmente esto rebasa a la comunidad escolar. Estamos hablando hoy cada vez más de un problema, en muchos casos, psicosocial, ya lo planteaban. Un problema que requiere de trabajo en salud mental. Pero, en verdad, ¿los maestros son los que tienen que estar ahora a cargo, además de todo, de esa parte? En mi opinión, no.
En mi opinión es cómo hacemos herramientas, cómo fortalecemos, y qué bueno que está aquí el SIPINNA y el Sistema DIF. ¿Por qué? Porque supuestamente tenemos otras instituciones que tendrían que estar haciéndose cargo cuando tú detectas que hay algo que está rebasando el nivel de atención de un maestro del día a día, y que tenga que ser atendido por otras instancias.
Y yo creo que ahí es donde está la clave de en dónde cargamos, porque tampoco podemos cargar ante un fenómeno que también se reconoce. La violencia no se genera en la escuela por sí misma y por generación espontánea. Está en un contexto. Está ahí en la colonia, en el barrio, al centro. Los niños caminan de su casa a la escuela y de su escuela a su casa, pasando por el barrio. Y todos esos contextos confluyen para que luego en la escuela tengamos eventos como los que vivimos y que ahorita que estamos hablando se están viviendo seguramente, lastimosamente, en muchas escuelas y que tienen que ver con esta parte de, como les digo, no llegan a la violación al derecho a la integridad física, pero sí a lo que tiene que ver con entornos más seguros, con entornos que vean sobre seguridad humana y sobre todo que caminen en esa lógica ─y ahora ahí sí si valen─ en torno a los derechos humanos.
Me felicito de que la Comisión esté de la mano con este proceso. Creo que lo mejor que podemos hacer es ir inventando y construyendo con todos los actores rutas mejores, rutas que sirvan y naturalmente rutas que apoyan que las niñas, los niños y los adolescentes y los maestros y sus papás vean cumplido sus derechos humanos.
Muchísimas felicidades y espero que sea una jornada de éxito. Gracias