Discurso 05/2023
9 de febrero de 2023
Llegamos aquí presurosas…
Hemos venido, convocadas por un sueño.
Las mujeres recorremos las plazas del mundo desplegando palabras.
[…]
Nos encontramos proclamando la soberanía de nuestros cuerpos, defendiendo la libertad de nuestros pasos. Haciendo resonar nuestra voz.
[…]
Acarreando esperanzas en la desesperanza.
Tejiendo redes, laboriosas arañas.
[…]
Transformando la realidad con nuestros caminares, incursionando el viento vestidas de cometas, despeinadas de flores, deliberadas, presentes, en esta marcha por la vida.
Presentes, Guisela López (Guatemala).
Buenos días a todas, todos y todes, quienes nos acompañan el día de hoy, en la sede de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México; así como a quienes nos siguen, a través de la transmisión en vivo, por nuestras redes sociales.
Doy la bienvenida a las compañeras de las colectivas presentes el día de hoy, quienes motivaron la elaboración de este Informe, entre las que se encuentran integrantes de varios grupos de colectivas, reunidas por acuerdo en torno al Frente Feminista en Lucha contra la Violencia Económica, como son Sororas, Afrodita Aborta Legal, Antifa, Golondrinas Rojas, Merkada Anarkodisidennte; además de colectivas, como Kabag, Aquelarre Salem, Proyecto Fenix Libertas, Raíz Maleza, Hijas de la Luna y Mujeres Unidas en Libertad, entre otras.
Saludo a quienes me acompañan en el presídium: Marcela Figueroa Franco, Genoveva Roldán Dávila, Nuriney Mendoza Aguilar, Nadia Sierra, Margarita Castilla Peón y a Tania Espinosa Sánchez, quien nos acompaña de forma virtual; también a las autoridades y a las personas servidoras públicas presentes que están aquí: Rocío, muy bienvenida, por acá.
Los escenarios de desigualdad, violencias y alta precarización laboral impactan, en mayor medida, a las mujeres, quienes con frecuencia padecen violencia patrimonial y económica. Tal impacto es desproporcionado para aquellas en las que se acumulan otros factores de opresión y discriminación, además del género, como la situación socioeconómica y la orientación sexual diversa, entre otras.
La violencia económica forma parte de la violencia estructural, que resulta del sistema capitalista, que es esencialmente patriarcal. Se manifiesta en la desigualdad económica, la doble explotación a las mujeres, tanto en su trabajo productivo, como en su trabajo reproductivo; así como también en la desestimación de los trabajos del hogar, de cuidado y de crianza, que aún están altamente feminizados, y que tan solo recientemente comenzaron a ser contabilizados como parte del PIB nacional, a pesar de su carácter como Actividad Esencial y de contribuir al desarrollo de los países.
Como una forma de resistir los efectos de tal sistema, algunas mujeres se han articulado en torno a alternativas de autogestión y economía solidaria, que les permitan cubrir las necesidades cotidianas de subsistencia de forma congruente con los postulados políticos con los que se sienten identificadas.
Este último factor caracteriza su movimiento, en el marco del Derecho a la Reunión pacífica, y es el elemento por el cual su movimiento ha sido nombrado, por ellas mismas, Protesta Feminista en contra de la Violencia Económica.
Tanto la protesta como su postura en contra de la violencia económica como estructural, son dos de los elementos que las hace diferenciarse de otras actividades productivas, como por ejemplo, el comercio en el espacio público.
En la región de Latinoamérica se documentan algunos ejercicios equivalentes de Economía Solidaria Feminista, dentro de los cuales se identifica también que algunos se caracterizan por una resistencia que trasciende la mera obtención del ingreso, y que alcanzan a cuestionar las causas de la opresión y precarización de las condiciones materiales en que viven muchas mujeres.
Quince de estas propuestas están sistematizadas en el Informe que se presenta el día de hoy, comenzando por un ejercicio, en 2001, en Argentina; y recorriendo Uruguay, Nicaragua, Venezuela, Chile y Brasil, en 2022.
En cuanto a la experiencia en la Ciudad de México, estas expresiones se han registrado de manera principal desde 2015: además de las colectivas mencionadas al inicio de estas palabras, se identifica la presencia en el espacio público, de la Asamblea General de Mercaditas Autogestivas Feministas, Tianguis Disidentes, Mercadita Vassincelos, Feministlán en el Barrio, Un Rinconcito Feminista, Mercadita Pilares Evangelina Corona, entre otras, de igual relevancia.
En julio de 2021, un grupo de mujeres se acercó a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, para informar sobre las protestas que realizaban en distintos puntos de la Ciudad, entre ellos, el Sistema de Transporte Colectivo-Metro.
Algunas de estas colectivas forman parte del Frente Feminista en Lucha contra la Violencia Económica; otras se asocian en otras agrupaciones de colectivas. Sin embargo, se congregaron en torno a la identidad del ejercicio de protesta feminista en contra de la violencia económica, para poder unir fuerzas, con el fin de impulsar ante la autoridad y la sociedad en general, la comprensión de la expresión política de intercambio de productos desde la microeconomía feminista.
Aun cuando no se cuenta con un censo de colectivas y número de mujeres que integran este ejercicio de protesta, se estima que son más de 50 colectivas en la Ciudad, integradas a su vez con distintos grupos de mujeres, que reúnen a cientos de mujeres.
Aunque es la Alcaldía Cuauhtémoc la demarcación en la que se expresa y convergen la mayor parte de ellas, más de la mitad de las integrantes viven en la periferia de la Ciudad, lo que invita a considerar este asunto desde la mirada metropolitana. Y también están en otras alcaldías, como en Coyoacán, Azcapotzalco y muchas otras. Muchas de estas mercaditas son itinerantes, y eso también tiene que ver con esta movilidad.
En los últimos dos años, que ha brindado seguimiento -es decir, 2021 y 2022-, la CDHCM llevó a cabo 87 acompañamientos in situ, a las integrantes de las colectivas, al momento de realizar sus expresiones políticas, en los diversos puntos de encuentro de la Ciudad, en el espacio público.
El presente Informe pretende retomar los elementos de aquello que caracteriza la protesta feminista contra la violencia económica, tal como lo han construido las propias colectivas a lo largo de sus procesos organizativos, en los que la escucha, la palabra, el intercambio de ideas y la toma horizontal de decisiones son el tono que han elegido, reconociendo que se trata de una expresión de ideas y del ejercicio del Derecho a la Reunión.
En ese sentido, esta forma particular de protesta se caracteriza, no solo por su resistencia frente al sistema capitalista patriarcal y la respuesta para la sostenibilidad vital, sino que en ella es esencial el proceso organizativo sororo, horizontal, colectivo, solidario, separatista y generoso, en términos de contribuir con talleres y asesorías al proceso de otras mujeres, para Vivir Libres de Violencia.
La suma de elementos antes expuestos, caracteriza una forma de protesta, en particular, que debe de ser leída así -en su particularidad- por las autoridades, para responder en términos de sus obligaciones a protegerlas individual y colectivamente en su integridad personal; pero también en términos de los derechos que están ejerciendo, y aquellos que buscan concretar: asociación, reunión, protesta, derecho a la ciudad, al espacio público, a la economía solidaria, a vivir libres de violencia, entre otros.
Cuando este movimiento es visto como lo que es, un ejercicio de protesta, adquiere otras connotaciones en su aportación a la vida democrática y la participación en los asuntos públicos, que beneficia a la sociedad.
La Protesta Feminista en contra de la Violencia Económica coloca la complejidad de la problemática de precarización económica con base en el género, en el centro del espacio público; extrae de lo doméstico, algo que debe ser atendido como asunto público prioritario, tal como lo han hecho los feminismos a lo largo del tiempo: hacer público lo que el sistema patriarcal ha catalogado como privado, para beneficio de lo hegemónico.
Esto ocurrió con la violencia doméstica y familiar: pasó mucho tiempo para hacer de ésta un asunto en la agenda pública.
Es así, como este movimiento lleva a la calle una tribu de cuidados, intercambios, atenciones, acuerdos, difusión de saberes para la autogestión y sostenibilidad personal.
A partir del análisis realizado, esta Comisión observa que la Protesta Feminista contra la Violencia Económica es una propuesta antisistémica, que congrega elementos como la economía solidaria, circular y autogestiva, junto con procesos organizativos horizontales, que tienen una agenda política para la Subsistencia Vital Sin Violencia.
La protesta feminista contra la violencia económica se caracteriza por la horizontalidad en la toma de decisiones y la elección de vocerías que transmiten las decisiones tomadas por todas las integrantes; por ser espacios separatistas; por el tipo de productos que intercambian; por la diversidad de intercambios (pecuniarios y no pecuniarios) y por brindar otros servicios útiles, como la asesoría legal, el acuerpamiento sororo, empático y solidario; la provisión de cuidados y la orientación psicoemocional como herramientas contra la violencia de género. Resistencia radical.
Las tendidas tienen efectos didácticos para la sociedad interesada en ello.
En ese sentido, esta protesta no puede ser leída sin nombre ni apellido propios, sino que debe de considerar todos sus elementos, para que las autoridades puedan desplegar las medidas de protección, respeto, garantía y promoción de derechos, a las cuales están obligadas.
¿Por qué es diferente la protesta feminista contra la violencia económica, del trabajo no asalariado en el espacio público?
Porque la primera está orientada a la concreción individual y colectiva de la sostenibilidad vital progresiva, a partir de postulados congruentes con la teoría feminista y anticapitalista; mientras que el segundo, prescinde de ese elemento.
El comercio en el espacio público -aunque atiende al derecho de las personas al trabajo- no está orientado a modificar los sistemas de opresión económicos y políticos que afectan a las mujeres; esta intencionalidad transformativa no es una finalidad de la actividad comercial en vía pública.
Sumado a ello, sus formas organizativas tienden a ser individuales, o bien a estar jerarquizadas cuando se trata de un colectivo. La competencia por la venta de productos es una característica natural. En ello radican las principales diferencias con la protesta a la que hemos hecho referencia.
La falta de comprensión integral de este tipo de protesta, no sólo genera desencuentros y omisiones, sino también una creciente conflictividad social entre los diversos actores sociales, que tradicionalmente hacían uso del espacio público, con las nuevas actrices que se incorporan, de manera particular, entre las colectivas y las personas y grupos de comercio en el espacio público.
El abordaje tradicional de este conflicto sin una lectura de derechos, conlleva a su vez a otro tipo de violencia: la reproducción de la violencia institucional.
Es un hecho que, el espacio público es un ámbito en disputa, no solo entre personas y actividades, sino de derechos.
En esa lógica, existen espacios de intersección que permiten observar que las compañeras comerciantes del espacio público padecen los efectos de la violencia económica, también.
Muestra de ello, es que a nivel nacional, del total de personas comerciantes en el espacio público, 46% son hombres, quienes perciben un ingreso promedio mensual de 4 mil 80 pesos; mientras que las mujeres, que representan 55% de esa actividad, reciben un salario promedio mensual de 2 mil 730 pesos.
Esta realidad da cuenta de la agenda pública pendiente para la atención de la feminización de la precariedad económica, la desigualdad y la violencia económica hacia las mujeres que persiguen su ingreso en el espacio público, como consecuencia de múltiples exclusiones.
En el país y en la Ciudad de México hay bases constitucionales y normativas para el reconocimiento de la protesta social no tradicional.
Es por esa razón que se hace un llamado a utilizar dicho enfoque y recursos existentes, para delinear y perfilar respuestas integrales a este planteamiento, para evitar el uso de herramientas tradicionales, restrictivas y punitivas, como las propias de la legislación de Cultura Cívica, el uso excesivo de faltas administrativas y la persistencia de la ausencia de regulación del trabajo no asalariado y del uso del espacio público.
Es fundamental reconocer que, la protesta feminista contra la violencia económica coloca legítimamente, en el centro de su actuar, el enfoque de derechos humanos, en general, y de las mujeres, en particular: la valorización del trabajo no remunerado y su aportación para el desarrollo social, el derecho al cuidado y la obligación del Estado a garantizarlo, así como la desigualdad en la realización de dichos trabajos, el conocimiento sobre esquemas económicos alternativos y reconocidos en la Constitución y en marcos legales, tales como la economía solidaria, el comercio justo, con miras a transicionar hacia la justicia social; así como a la concreción de un ejercicio de derechos políticos -desde la organización ciudadana-feminista con características propias de los feminismos anticapitalistas-.
Asimismo, se observa que la labor de las mujeres y colectivas que realizan protestas feministas contra la violencia económica, debe entenderse como una labor de mujeres defensoras de derechos humanos, que requieren de una protección reforzada, por estar expuestas a una doble vulneración, tanto por actores particulares, como por estatales.
En suma: las autoridades deben generar políticas púbicas para que, entre otras respuestas a las demandas de este movimiento social, brinden sitios seguros a las mujeres que participan, para que puedan realizar sus expresiones políticas.
Aunado a ello, es importante el fomento de la formación y capacitación continua del personal policial y otras autoridades que intervienen en el espacio público, basada en paradigmas democráticos de la seguridad ciudadana, por lo que es necesario que las autoridades mantengan espacios de constante dialogo con las mujeres y colectivas, para la construcción de acuerdos entre ambas partes, que se adapten a los contextos cambiantes.
Para la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, el proceso de acompañamiento a las colectivas es de la mayor relevancia; y una de las formas de brindar acompañamiento, es por medio de este ejercicio de documentación y sistematización de la información, que se presenta el día de hoy.
Esperamos que este sea un punto de partida para la activación de otros procesos para la protección integral de derechos de las mujeres que ejercen este ejercicio de protesta en contra de la violencia económica.
Agradezco al personal de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, que coordinó la elaboración de los contenidos en el Informe, que aquí están presentes: Nuriney Mendoza, Margarita Castilla y Nadia Sierra, así como al equipo de investigación -Nicole Jaimes, Josefina Valencia, Natalia Rivera, Ángel González y Alejandra Ivonne Amador.
De igual forma, extiendo el reconocimiento a Domitille Delaplace, y a toda el área de investigación de la Comisión, por la integración de este Informe.
De manera muy especial, reconozco la atención del Relator Especial para la Libertad de reunión pacífica y de asociación, de las Naciones Unidas, quien dedicó el siguiente video -que vamos a transmitir- para comentar sobre la protesta feminista en contra de la violencia económica y su valor para la construcción democrática.
Gracias.