jueves , 21 noviembre 2024

Palabras de la Presidenta de la CDHCM, Nashieli Ramírez Hernández, en la Ceremonia Conmemorativa por el 30 Aniversario de este Organismo defensor

Discurso 13/2023
22 de junio de 2023 

Pasarán estos días como pasan todos los días malos de la vida. Amainarán los vientos que te arrasan. Se estancará la sangre de tu herida./ El alma errante volverá a su nido. Lo que ayer se perdió será encontrado. El sol será sin mancha concebido y saldrá nuevamente en tu costado./ Y dirás frente al mar: ¿Cómo he podido anegado sin brújula y perdido llegar a puerto con las velas rotas?/ Y una voz te dirá: ¿Que no lo sabes? El mismo viento que rompió tus naves es el que hace volar a las gaviotas.

El Doliente, Oscar Hahn.

Muy buenas tardes a todas, todos y todes.

Para mí es un gusto dar la bienvenida a las personas que aquí se han congregado, para conmemorar el 30 Aniversario del Organismo Público protector de los Derechos Humanos en la Ciudad de México.

Como ven, organizar un evento así, pues pasa como en todas las fiestas: errores que, pues yo sé, porque todos los que están aquí, tienen un sentido, de por qué estar aquí, y saben que, en esto de la lucha por los derechos humanos, hay que ser creativos, hay que responder y hay que cambiar las estrategias de un momento a otro.

Entonces, le pedí a la Secretaria que me permitiera hablar, primero yo, para dar el panorama que quiero darles a ustedes, y que posteriormente, naturalmente, tome la palabra.

Muchas gracias, Secretaria.

Es un honor contar con la presencia de todas y todos ustedes.

Están aquí, congregados, Alcaldesas de esta Ciudad, representantes de las Alcaldías; Diputadas y Diputados del Congreso local y también de la Cámara de Diputados federal, Senadores; Organismos Internacionales, Embajadas; representantes de Organismos Públicos Autónomos, entre los cuales se encuentran mis compañeras y compañeros de los estados, a quienes les pido que se levanten, para que los conozcan, por favor.

También están presentes, y nos visitan de lejos, la Procuradora para la Defensa de los Derechos Humanos de la República de El Salvador, Raquel Caballero de Guevara; y también el compañero de República Dominicana, que también están acá, de este lado.

Y, fíjense que, venía en camino el Presidente de la Defensoría de Angola, pero lo detuvieron en España -se los juro-, y lleva un día encerrado en el aeropuerto de Barajas; y apenas pudo tomar el avión, y llega, sino hasta el rato; pero aquí va a estar, acompañándonos.

Están Organizaciones de la Sociedad Civil, colectivas, activistas y defensores de derechos humanos, representantes e integrantes de la academia, del sector privado, de sindicatos, de medios de comunicación y, naturalmente, el personal de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.

Agradezco a quienes también nos están siguiendo por redes sociales, especialmente a quienes nos están siguiendo por fuera del país, integrantes de la Federación Iberoamericana del Ombudsperson (FIO), del Instituto Latinoamericano del Ombudsman (ILO), del Instituto Internacional del Ombudsman (IIO) y de la AGOL, que es el organismo que aglutina, y la alianza que aglutina, a los Organismos Locales de Derechos Humanos.

Agradezco a quienes me acompañan en el presídium: Leticia Ramírez, Marisela Zúñiga, Rafael Guerra, Jesús Peña y Ricardo Ruiz. Y también, a quienes están acá, en -éste, que yo llamo- el presídium ampliado, que son todo eso que está en las gradas.

Y, naturalmente están dos de los cuatro Ombudsperson, que me precedieron, y que forman parte de la historia de estos 30 años, quienes están presentes; muchísimas gracias por estar, Consejeras y Consejeros actuales, y ex Consejeros de esta Comisión; e integrantes de trabajo, mis titulares de la Comisión de Derechos Humanos.

Muchísimas gracias a los servidores públicos de la Ciudad y de la federación, que también están aquí, acompañándonos este día.

Los hemos convocado a la celebración del Trigésimo Aniversario de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, a un evento en el que la forma es fondo: las ceremonias, los rituales y las conmemoraciones contribuyen a reafirmar la identidad de las comunidades, grupos y sociedades, en torno a ideas compartidas, objetivos, creencias, historias; entre otras cuestiones significativas. Los actos festivos renuevan y, al mismo tiempo, dan continuidad. Por todo ello, este festejo es importante para nosotros.

Estamos en Tlatelolco. Aprovecho para agradecer a Jacobo Dayan, titular de este Centro Cultural Universitario, por alojarnos aquí, pues este espacio trae consigo una carga simbólica, y bien sabemos que el simbolismo es vehículo de la cultura, de la memoria y de la historia.

La defensa de los derechos humanos se inscribe en la resistencia ante la injusticia, la desigualdad y el atropello a la dignidad.

Y estamos en Tlatelolco, en donde las resistencias se han materializado en muchos momentos, a lo largo de los últimos cinco siglos.

Como escribió Jorge Jiménez Rentería: Tlatelolco puede definirse como un espacio con una trayectoria única, marcada por dos constantes: la redefinición identitaria y la resistencia cultural. El trasfondo histórico-social de Tlatelolco constituye el fundamento esencial para abordar los fenómenos de resistencia, en los contextos nacional e internacional.

En 1521, Tlatelolco alojó la última y decisiva batalla: fue aquí en donde sucedió la última resistencia mexica frente a las tropas españolas. Años después, la nobleza indígena resistió para mantener viva la primera y única academia de educación superior, dirigida a esa población en América: el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco.

Solo 50 años pudo sostenerse esta apuesta por un diálogo intercultural, distinto al que dominó posteriormente y al que debemos el proyecto colonialista del mestizaje.

En el siglo XIX, durante la Invasión Estadounidense a México, en Tlatelolco se construyeron trincheras para resistir la embestida enemiga en la Ciudad. Y fíjense que ahí descubrieron los vestigios que ahorita ustedes ven y que, después, en los años cuarenta, empezó su recuperación, para ver este sitio que todos ustedes conocen.

120 años después, en 1967, en este espacio se firmó el Tratado para la proscripción de las armas nucleares en la América Latina y el Caribe, mejor conocido como Tratado de Tlatelolco.: 33 países se adhirieron a este primer frente de resistencia regional.

Paradójicamente, tan sólo un año después, en el ‘68, en contraste con ese importante consenso para la justicia social y la paz, Tlatelolco sería la sede de la masacre estudiantil, producto de la represión del Estado: cientos de muertos, heridos y desaparecidos, y más de 2 mil detenidos, fueron consecuencia de los actos de resistencia de una generación ante un Estado que violentó derechos humanos y canceló libertades.

Al respecto, Carlos Monsiváis, Consejero fundador de esta Comisión, afirmaba que ‘con el Movimiento del ’68, da comienzo de forma multitudinaria la defensa de los derechos humanos en México’.

17 años después, Tlatelolco volvió a vivir luto y destrucción, esta vez, producto del terremoto del ’85: resistencia, a partir de la fuerza de los movimientos urbano-populares, y activando el sentido de ciudadanía y participación, ante la parálisis de las autoridades.

Y es por eso que estamos en Tlatelolco, celebrando tres décadas de trabajo, producto de las resistencias y que, a su vez, llama a la resistencia.

Hoy, han pasado seis lustros, desde la publicación oficial de la primera Ley que creó a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

La Comisión inició su vida institucional en una ciudad que consolidaría el reconocimiento de entidad federativa autónoma, hasta 24 años después, gracias a una anhelada Reforma Política.

Consecuencia de ésta, a partir de 2017, la Ciudad cuenta, por primera vez, con un texto constitucional referente, por caracterizarse como progresista, que reconoce a sus Grupos de Atención Prioritaria, para quienes día a día trabajamos: mujeres; personas de la comunidad de la diversidad sexo-genérica; niñas, niños y adolescentes; personas privadas de la libertad; personas con discapacidad; personas con identidad indígena y afrodescendientes; personas mayores; migrantes y en movilidad; personas en situación de calle; jóvenes; entre otras.

Esa sólida base constitucional y legislativa posterior, orgánica y en derechos humanos, ha favorecido que la atención que brindemos responda, tanto a un enfoque diferencial como interseccional, de proximidad, territorial y de justicia restaurativa.

Llegar a contar con esa base de exigibilidad, es producto de la resistencia, presencia constante y la participación de organismos como esta Comisión, que ha alojado a los grupos, organizaciones y activistas, que se ha nutrido con ellas, ha crecido y, así, ha continuado su ciclo virtuoso, para madurar institucionalmente.

Como fruto de esa evolución normativa, a 30 años del inicio de la vida institucional, este Organismo germina ya en cada una de las 16 Alcaldías, en donde, al menos durante el año pasado, se resolvieron 96% de los asuntos que ahí surgían.

No obstante la existencia de recursos normativos y de proximidad, orientados a colocar a las víctimas en el centro de la atención institucional, existen retos significativos frente a la persistencia de estructuras institucionales y prácticas de servicio público anquilosadas, que tienen por efecto perpetuar la impunidad ante las violaciones a derechos humanos.

Muestra de ello, es que, a la fecha, 40% de las Recomendaciones emitidas, desde 1993, por esta Comisión, aún cuenta con algún grado de incumplimiento. La normalización de esta impunidad es una forma de victimización secundaria que no podemos permitirnos en un país azotado por violaciones graves a derechos humanos, como la desaparición de personas o la tortura, así como por tan altos índices de violencia.

En cuanto a su labor de Educación, de 1993 a la fecha, la Comisión ha alcanzado un número de 1 millón 816 mil 558 servicios, que equivale, más o menos, a la población de la Alcaldía Iztapalapa; y también ha atendido a 1 millón 27 mil 242 personas peticionarias y agraviadas, que son un equivalente a la suma de las poblaciones de Milpa Alta, Cuajimalpa de Morelos, La Magdalena Contreras y Tláhuac.

En estos años, la Comisión ha afianzado su papel para servir como puente, como intérprete y promotora, entre aquello que sucede en la cotidianeidad y los escenarios concretos que involucran y lesionan los derechos humanos, y las personas que los viven; ese papel mediador y conciliador ha sido la apuesta de este Organismo en este último lustro.

Estamos convencidas de la importancia en la actuación de los Organismos Autónomos locales de Defensa de Derechos Humanos, en tanto, en el ámbito más próximo, damos respuesta directa y contribuimos a consolidar la atención local para la solución de problemas globales.

En este sentido, el ámbito nacional depende del local para la resolución de cuestiones estructurales: debemos trabajar en conjunto con el reconocimiento de horizontalidad, para garantizar la cobertura del territorio, con nuestros servicios. Es por ello que la perspectiva de alianza debe trascender las entidades y países, de manera que podamos conformar redes amplias y seguras reactivas a las necesidades concretas de las personas, desde un enfoque de derechos humanos.

Consciente de ello, esta Comisión tiene, por primera vez, presencia en arenas regionales e internacionales, en las que directamente proyecta y construye desde esa visión local.

Nuestra Ciudad es así de rica y diversa, como han mostrado y mostrarán los grupos que representan a cada una de las Alcaldías: danzan los concheros, los temazcales se encienden, los sonideros bañan las colonias; las personas mayores disfrutan con el baile en las plazas; nuestros cartoneros fabrican seres de ensueño, la artesanía abunda, nuestras paredes muestran colores y gráficas expresivas. A momentos, nuestras calzadas se visten de floridos tapetes; en medio del tráfico cotidiano, el organillo nos evoca: las reinas brillan, las comparsas nos alegran, la música y las voces nos recrea.

Las expresiones, el día de hoy, son muestra de que, conscientes de esa territorialidad y promotores de la proximidad, la Comisión promueve y celebra las alianzas sociales y vecinales; y nuestro papel como un agente conciliador, capaz de restituir los derechos violados en el menor tiempo posible, prever su comisión, investigar las violaciones con mayor efectividad para la protección de las víctimas y acompañarlas, hasta la efectiva Reparación Integral del daño.

A lo largo de tres décadas, 3 mil 370 personas han aportado, con su creatividad, empeño y compromiso diario, a la construcción y operación de este Organismo Público.

Como institución adulta joven, miramos hacia atrás para recuperar lo aprendido; tenemos los pies anclados en el presente, y nos proyectamos al futuro.

Sabemos que debemos acompañar a las víctimas, con puentes exigentes tendidos hacia las autoridades, para permitir el ir y venir de cambios estructurales.

Los Mecanismos No Jurisdiccionales de Protección de Derechos Humanos tenemos el mandato y reto de dialogar constantemente -desde la clara Autonomía- con los Poderes Legislativos, Judiciales, Ejecutivo y otros Autónomos, en el entendido de que todos formamos parte del entramado de recursos institucionales de los que dispone el Estado, para el Respeto, Garantía, Promoción y Protección de Derechos Humanos, de acuerdo con el Artículo 1° constitucional: las personas tienen derecho a acceder al mejor recurso posible, que garantice y restituya sus derechos, puesto que esa es la razón de existencia del Estado mismo.

El Sistema No Jurisdiccional de Protección de Derechos Humanos también está llamado a evolucionar junto con el contexto: no podemos ser más un Organismo que híper concentre en los instrumentos recomendatorios su mecanismo de reparación del daño, restitución de derechos, consolidación de garantías de no repetición y reconocimiento de las víctimas.

Ante los altos índices de impunidad y de crisis en el acceso a la justicia, en la medida en que restituyamos derechos prontamente y brindemos soluciones a las personas, con un enfoque diferencial, más sentido tendrá nuestro trabajo.

La Autonomía de un Organismo como éste, debe ser entendida con actualidad y asegurar la independencia de sus decisiones, el diseño de sus estrategias, en las que su parámetro sean las víctimas.

Nuestra labor es, más que nunca, de ser interlocutora con las autoridades para la restitución inmediata de derechos de las personas, y nuestros estándares de colaboración parten de los propios estándares del contenido de los derechos humanos contextualizados, aquí y ahora.

La conflictividad social en las ciudades es un elemento dado en la convivencia diaria, y la respuesta de la autoridad debe de ser siempre a partir de un enfoque de derechos humanos: este Organismo motiva día con día a terminar con la herencia de estricto derecho, que anulaba el binomio de relación entre la norma, los contextos y las personas.

Finalmente, frente a nosotros se encuentran importantes retos.

Uno de ellos, es empujar las agendas pendientes que exige nuestra gran Ciudad: la escasez de agua y vivienda; la inclusión social y laboral de personas desplazadas internas y migrantes; la garantía de los derechos digitales; la atención a la salud mental, desde una lógica comunitaria; la accesibilidad de las ciudades y sus servicios para todas las personas, en especial de las personas con discapacidad.

Asegurar la atención integral a las personas con enfoque interseccional en su atención; y la consolidación -finalmente- de un sistema de cuidados, diseñado a partir de una matriz de derechos involucrados; y atender otras agendas persistentes, como es la violencia en todos los ámbitos y todas las formas, en especial la ejercida contra las mujeres y niñas; la discriminación de la población LGBTTTIQA+, así como la desaparición de personas.

Otro reto más, es la erradicación de graves violaciones a derechos humanos, como la tortura, los tratos crueles, inhumanos y degradantes: no estamos ya en la época en que esas prácticas eran orquestadas con una lógica institucional y que constituían un método sistemático. No obstante, siguen siendo numerosos los casos de tortura, y persisten como una forma de control accesible en el nivel operativo de seguridad y procuración de justicia.

La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México agradece el compromiso de 419 mujeres y de 321 hombres que colaboran en ella.

Agradecemos a nuestro Consejo, a las Organizaciones de la Sociedad Civil, que han caminado estos 30 años desde el aporte, la participación, la crítica y la colaboración; a las instituciones educativas, de justicia y de la administración pública; así como a su personal, que día a día trabaja con este Organismo para transformar la realidad.

Sobre todo, agradecemos a las personas que habitan y transitan la Ciudad, quienes depositan su confianza en esta Comisión, pues son el motivo de nuestro actuar.

La resistencia es la acción o la capacidad de mantenerse firme ante algo: es el No Pasarán, de la resistencia de la República Española; es el Ni Un Paso Atrás, de la resistencia de los movimientos estudiantiles del siglo pasado.

Es el Ni Una Más y Ni Una Menos, de la resistencia de las mujeres de este siglo; es también el impulso para sostener los avances en derechos humanos. Es el bloqueo para impedir su retroceso.

Es el continuar con la construcción de sistemas y estructuras institucionales más adaptables, efectivas y de calidad, para proteger de mejor forma los derechos de todas las personas.

Alguna vez, Rosario Castellanos afirmaba: Recuerda, recordemos y luchemos, hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Hoy, en este 30 aniversario, parafraseo: Recuerda, recordemos y luchemos, hasta que los derechos humanos se sienten entre nosotras, nosotros y nosotres.

Muchísimas gracias.

Inklusion
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