Discurso 05/2024
20 de junio de 2024
2023 fue un año de intenso trabajo para la continuidad de cada una de las tres líneas estratégicas que establecimos en noviembre del 2017: Atención centrada en las personas y las víctimas; Diálogo permanente con actores sociales y públicos; y Modelo de gestión con disciplina administrativa.
La administración que encabezo está próxima a acompañar un tercer momento de transición: fui electa por la última Asamblea Legislativa del Distrito Federal; ratificada por la II Legislatura del Congreso de la Ciudad de México, y continuaré mi función a la par de la instalación de la III Legislatura.
Sumado a ello, esta gestión ha coincidido con cuatro titulares de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y recibirá a la quinta, a partir del 5 de octubre, para continuar con la construcción de puentes de trabajo sostenido para la defensa y promoción de derechos humanos.
De 2017 a la fecha, hemos trabajado con 16 Delegadas y Delegados, así como con 35 titulares de Alcaldías; y próximamente trabajaremos con 12 nuevos Alcaldes y Alcaldesas, y continuaremos el trabajo con 4.
Quisiera hacer referencia al trabajo legislativo y su relevancia, en una Ciudad como la nuestra, con una Constitución sumamente progresista.
Desde el 5 de febrero de 2017, fecha en que fue promulgada la primera Constitución Política de la Ciudad, el Poder Legislativo ha armonizado y/o publicado al menos 120 leyes.
La actividad normativa ha sido un ejercicio constante, y la Comisión seguirá participando en el desarrollo de instrumentos para la exigibilidad de derechos que alcancen los estándares más altos en derechos humanos.
Por tanto, uno de los principales desafíos que retomará la siguiente Legislatura, es dar por concluida la armonización legislativa y publicación de cuerpos normativos que derivan de y mandata nuestra Constitución.
Quedan pendientes, de manera relevante, el Plan General de Desarrollo, los Programas de Ordenamiento Territorial, los Sectoriales, Especiales e Institucionales; y los Parciales de colonias, pueblos y barrios originarios y comunidades indígenas residentes, fundamentales para el avance en los DESCA.
Asimismo, para la protección y garantía de los derechos de personas trabajadoras no-asalariadas, es necesaria la legislación que mandata la Constitución, para brindarles seguridad jurídica y reconocimiento de su aportación a la economía, cultura y vida diaria, de una urbe tan dinámica y diversa como la nuestra.
Por su parte, las bases normativas necesarias para la reestructuración de los servicios periciales y forenses de la Ciudad, así como para la creación del Organismo Público Autónomo de la Defensoría Pública.
Finalmente, la legislación que dé vida a un Sistema Integral de Cuidados, diseñado con todo el entramado, para que especialmente los Grupos de Atención Prioritaria gocen de manera efectiva de los bienes y servicios que subsanen las brechas de desigualdad; necesariamente debe realizarse con enfoque diferencial, el respeto al derecho a la vida independiente -y para ello la relación con el sistema de apoyos y asistencia-, y la capacidad jurídica de las personas con discapacidad, el Interés Superior de Niños y Niñas, el reconocimiento de la necesidad de revertir la feminización de los cuidados -remunerados y no remunerados- para la igualdad entre hombres y mujeres; todo esto, con pertinencia cultural y de género para la prevención de la discriminación.
Este último es un desafío mayor, en tanto implica la vinculación con el Sistema Integral de Derechos Humanos, el sistema de planeación, y necesariamente tendrá que encontrar la forma de conciliar con las disposiciones de la recién aprobada Ley del Derecho al Bienestar e Igualdad Social.
A la par de lo que he mencionado, hay pendientes legislativos que derivan de la evolución del contexto de cualquier sociedad. Ese es el caso, por ejemplo, en lo relacionado a la atención a personas migrantes en la Ciudad de México, ya sea que permanezcan aquí o que se encuentren en tránsito, pues se ha identificado que la Ley de Interculturalidad, Atención a Migrantes y Movilidad Humana en el Distrito Federal requiere ser modificada para que, entre otros criterios, prime el de coordinación, para que ésta no recaiga en la SEPI, como se diseñó originalmente.
Consecuente y paralela a la labor legislativa, en la Ciudad se emprendió la alineación de la política pública, mecanismo principal de garantía de los Derechos Humanos, sobre todo de los Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales.
Tanto la labor legislativa como de política pública, están llamadas a priorizar a los grupos de atención a los que la propia Constitución reconoce como receptores sistemáticos de discriminación estructural: personas con discapacidad; niñas, niños y adolescentes; personas jóvenes y mayores; víctimas; personas privadas de la libertad; migrantes; personas con identidad indígena y afrodescendiente; minorías religiosas; personas que viven en instituciones de asistencia social, en situación de calle; personas LGBTTTIQA+, y mujeres.
Estamos, sin duda, llamados a reducir de manera apresurada la brecha de desigualdad en la calidad de ejercicio de derechos.
En cuanto a la política pública, quizás uno de los mayores desafíos que se nos presentan, es el tránsito de lo local a lo federal de la mayor parte de los servicios de salud.
Esto es así, en tanto implica que los Organismos Públicos de Protección de Derechos Humanos locales perderemos la competencia y posibilidad de atender las quejas en torno al Derecho a la Salud, que para esta Comisión representa el tercer derecho humano más mencionado, solamente después de Seguridad Jurídica e Integridad Personal.
En función de lo anterior, es preciso encontrar mecanismos que nos permitan seguir apoyando a la gente y seguir ayudándola.
La Ciudad que habitamos y transitamos es una urbe politizada, con gran tradición participativa, en donde cada vez más grupos tienen introyectadas sus demandas, a partir de la convicción de ser titulares de derechos. De ahí, la mayor corresponsabilidad de atenderlas y avanzar en el Respeto, Garantía, Promoción y Protección.
En lo que toca a las agendas globales -como la inclusión de la población migrante; la protección del derecho humano al agua; la erradicación de la violencia hacia las mujeres y de la brecha de igualdad entre los géneros; la solución efectiva al reto de la movilidad urbana, mediante transportes accesibles y con bajo impacto ambiental; la disponibilidad de vivienda digna; y muchos otros temas prioritarios-, cuya resolución trasciende la mirada confrontativa que resulta un lugar común, esta Ciudad requiere de ejercicios efectivos para la integración, para la construcción de acuerdos y la innovación en el abordaje de la conflictividad social -que es connatural a la vida en sociedad-, y para para la cual debe haber salidas viables para la renovación constante del tejido social, que cohesione a las comunidades, a los barrios y a las colonias, en torno al avance en la calidad de vida de las personas.
La confrontación es insuficiente para avanzar y sostener los avances en el acceso a los derechos.
Este Organismo Público de Protección de Derechos humanos cuenta con las herramientas, a partir de su mandato y experiencia, para avanzar en esa dirección y acompañar al Estado, de cara a las personas en su diversidad, de cara a garantizar seguridad humana.
Esa es nuestra visión amplia y fin último.
Los Organismos Públicos Autónomos de Derechos Humanos somos -por tanto- necesarios para la Democracia, pero no como tradicionalmente se piensa: la experiencia nos dice que nuestro papel es acercar a la gente a sus autoridades y a éstas con la gente, teniendo el enfoque y estándares de derechos como vehículo para el diálogo, habilitando mecanismos para su protección y el Buen Gobierno, ahí donde esos mecanismos aún no están habilitados y no se sabe cómo hacerlo.
Así fueron concebidos los Organismos de esta naturaleza, desde su creación en el siglo XVIII, y desde entonces data su presencia arraigada, ya sea en las tradiciones escandinavas o ibéricas, plasmadas en el constitucionalismo del siglo XIX.
Aun cuando tenemos vida en nuestro entramado constitucional actual, desde hace poco más de tres décadas, los Organismos No Jurisdiccionales de Protección De Derechos no somos una creación reciente: las actuales Comisiones son herencia de las Personerías, las Defensorías del Pueblo, las Oficinas del Ombudsperson, las Procuradurías Sociales.
No somos entidades fiscalizadoras; somos entidades habilitadoras de derechos, en todo su ciclo: Ejercicio, Respeto, Garantía, Promoción, Protección, Investigación de violaciones, y Reparación.
Para ello, en esta Comisión hemos apostado a alejarnos de la emisión de Recomendaciones, como fórmula única y principal de nuestro actuar, para transitar hacia múltiples fórmulas de actuación efectiva, que son conciliatorias, mediadoras, de restitución inmediata de derechos, formativas y de acompañamiento para las personas, víctimas y colectivas.
Con esa convicción y fuerza seguiremos acompañando las acciones y esfuerzos de esta gran Ciudad, para el cumplimiento último del mandato de toda entidad pública y de todo servicio público: la Protección de Derechos Humanos de las personas.
No podemos darnos el lujo de continuar con debates añejos sobre la necesidad de hacer obligatorio el cumplimiento de nuestras determinaciones; nuestros instrumentos recomendatorios no pueden ser vinculantes, pues de serlo, compartiríamos funciones con un Sistema Jurisdiccional -por cierto, hoy a debate- y no estaríamos partiendo del reconocimiento del papel de los Organismos en el entramado del Estado.
Asimismo, dejaríamos el mandato de constituirnos como servicios flexibles, no formalistas de resolución de conflictividad, de investigación de violaciones a derechos humanos y prevención, guiados por principios de Justicia Restaurativa, que permitan trascender hacia la Seguridad Humana.
Desde su Autonomía, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México está preparada para contribuir con las y los ciudadanos, las Organizaciones de la Sociedad Civil y los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, para continuar con la transformación de las estructuras, que erradiquen los patrones persistentes de violaciones graves a derechos humanos, para lo que, en más de un tema, se debe de regresar al enfoque local, para entender todo aquello que, aunque parezca lejano, impacta en la vida de las personas de la Ciudad.
Con ese modelo de gestión, la Comisión tiene un liderazgo nunca antes visto, no solo en el país o en la región, sino a nivel internacional.
Al día de hoy, esta Comisión preside el Instituto Internacional del Ombudsman (IIO), integrado por cerca de dos centenares de organismos en todas las regiones del mundo: es la primera vez que un organismo local y una mujer latinoamericana preside este Instituto.
Los derechos humanos de las personas están presentes en la vida cotidiana, y es por eso que procuramos para la sociedad -en términos macro- el mismo cuidado que ponemos en nuestros hogares -en escala micro-, para que nada falte en nuestras casas. Desde la alimentación, la higiene, la movilidad segura, el esparcimiento, el disfrute de la educación la ciencia y tecnología, el goce de la salud integral, el regreso seguro a casa de cada integrante de las familias en su diversidad etaria, de género, de identidad cultural y discapacidad.
Eso es lo que queremos y por lo que hemos trabajado, y seguiremos trabajando de este modo.
El gran equipo que conforma la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México ha contribuido y contribuye cada día para la gobernanza de esta Ciudad, y tengan por seguro que lo seguirá haciendo.
Permítanme concluir con mi tradicional poema, que no lo dije al principio.
De Jorge Velosa, Somos miles y miles.
Somos miles de miles […]; somos gentes de bien […] flores que van segando por querer un país, un país […] de todos para vivir en paz. Somos grito de gritos, cacerolas de luz, un trueno que retumba con la fuerza del mar, cuando rompe el letargo que acumula en su ser, cuando dice allá voy y decide empujar.
Todo eso somos, somos, todo eso y mucho más, vencedoras del miedo, del odio y del dolor; soñadores de sueños con derecho a soñar, armadas de la gana que la vida parió, con el eco del trueno, con la fuerza del mar.
Muchísimas gracias.