viernes , 22 noviembre 2024

Discurso de la Presidenta de la CDHCM, Nashieli Ramírez, en el Homenaje a Nacho Maldonado

Discurso 11/2024
2 de agosto de 2024

Pasa por esta calle,

como al comienzo:

camino de cualquier parte.

[…]

En las mangas del árbol

desliza el brazo.

Y saca la mano 

Llena de pájaros.

Combate con el mar,

cuerpo a cuerpo,

y deja a las olas

con los crespos hechos 

trenzas de espuma.

Baila con las palmeras

reclinado en su pecho

y saben a bodas eternas

la hora y el universo.

Ávido de mundo,

lame ciudades y puertos.

No se detiene ninguno

peregrino como el deseo.

[…]

Gira en espiral, hacia dentro,

con el otoño en las hojas,

y abre el arca de los recuerdos

en el sótano de la memoria.

Pisa el pasado, y camina

-a zancadas-

por los techos de calamina

de la infancia.

[…]

Sobrevuela el silencio

y deja, en cada palabra,

un alma y un cuerpo

de su propia sustancia.

Nadie hereda su genio

Pero sí lo que él hace.

Yo, a su paso, retengo

esta estela de imágenes.

[…]

Fragmentos de “El viento”, Eduardo Mitre (poeta boliviano nacido en 1943 miembro de la Academia Boliviana de la Lengua)

Buenas tardes a todas, todos y todes, quienes estamos aquí acompañando en esta memoria colectiva a nuestro querido Nacho Maldonado. 

Antes de empezar a leer lo que estructuré para compartirles es… hay muchísimas… de la mayoría de las y los que están sentados aquí, tienen muchas más cosas que compartir y muchas cosas que platicar alrededor de su paso por la vida, de trabajo y personal con Nacho. (…) Aprovecho no sin antes decir que es un gran honor. Yo conocí a Nacho por dos vías. Apenas arañando los inicios de este siglo. Uno de ella fue por Clarita Jusidman. Me acercó a partir del trabajo que voy a compartir con ustedes, es la incidencia a toda la política pública de familias. La otra es Adriana. Por azares del destino su hijo, mi hija y un grupo de personas que hacemos este tipo de familias diversas, nos acercaron. Le llegué por los dos lados y ha sido un privilegio. 

La Comisión y el Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia A.C. (ILEF) tienen una larga historia de colaboración comprometida. El Instituto ha sido un aliado en el acompañamiento a grupos de atención prioritaria como niñez que habita centros penitenciarios con sus madres y migrantes; ha brindado apoyo institucional para la capacitación en temas como violencia familiar, análisis institucional, promoción de la salud mental para el personal, entre muchas otras interacciones a lo largo de varios años. Por ello y por el afecto a muchos de sus integrantes y la misión de su asociación, cobra un significado especial el que estemos aquí para rendir Homenaje a Ignacio Maldonado.

He escuchado las palabras de quienes me han antecedido en el uso de la voz: Carlos, Celia, Maribel, Clara, y yo quisiera añadir un par de reflexiones, la primera sobre la memoria; la segunda sobre el tema de las familias como vínculo primigenio que me condujo a relacionarme con Nacho.  

Comencemos con la memoria. El periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski, al referirse a Heródoto, señalaba que el cronista griego considerado en Occidente padre de la historia desarrolló el “método histórico” a partir de la necesidad de entender los sucesos externos, de contar con un repositorio de hechos que permitieran entender las causas que condujeron a un estado de cosas en un momento y culturas determinadas. Para él, la ausencia de fuentes a las cuales recurrir para explicar esos hechos, o la falta de sistematización de esas fuentes, generalmente orales, dio motivo a la historia como disciplina. 

En tiempos actuales -decía Kapuscinski- esa angustia de Heródoto por no tener resguardada la narración de los hechos se subsana con las bibliotecas, enciclopedias, el Internet, los museos y muchos otros espacios físicos y digitales que aseguran la perpetuidad de la memoria de “lo público”, pero perpetuar la memoria de lo íntimo requiere urdir hilos distintos, es otro telar. Reunirnos entonces para ello es un acontecimiento virtuoso.

El día de hoy honramos el trabajo y legado de Nacho que afortunadamente consta en múltiples fuentes escritas para revisitarlo, por lo que la angustia por esa memoria colectiva no es un problema. Al mismo tiempo, honramos una trayectoria vital repleta de ese tejido de intimidades que es bueno compartir, festejar y también documentar porque una trayectoria de ardua labor no prescinde de los afectos y éstos pocas veces quedan en los textos, así que, de nuevo, celebro la convocatoria del día de hoy que reúne a esta comunidad, a esta familia.

Ahora bien, respecto al segundo aspecto, me voy a centrar en el legado de Ignacio con relación al desarrollo de las familias como sujetos de estudio, práctica y transformación, en tanto constituye mi vínculo inicial al trabajo de Nacho y con él mismo. 

Aún cuando en la actualidad “la familia” sigue siendo un tema que tiende a colocarnos de un lado u otro del espectro político en función de la concepción que tengamos sobre esta o éstas, recordemos que a finales de los años 70 y en la década de los 80 era casi un asunto de bloque, con claridad “La familia estaba a la derecha y las familias a la izquierda”. La aproximación hacia la familia era un motivo que decantaba a quienes nos colocábamos en lado, supuestamente, revolucionario. La familia era el tema de lo privado, la comunidad era el tema de la revolución. 

En ese contexto, la propuesta de Ignacio impulsó en México la evolución del paradigma sobre la familia con respecto al modelo dominante que ha significado históricamente esa institución social. Quienes aquí estamos, seguramente desde diversas disciplinas y con aplicaciones distintas, conocemos que es el modelo hegemónico de familia -en singular- el que ha sido considerado casi de manera exclusiva en el diseño de las medidas institucionales para su protección, reproducción, preservación y desarrollo.

El cambio de paradigma al que se suma el trabajo de Nacho, impulsa y desarrolla en el ámbito terapéutico y en otras disciplinas la transformación hacia el esquema de familias entendidas como núcleos de composición plural, entes que no son ajenos al momento histórico y cultural que los produce, en tanto no son entes marginales de “lo político” o ajenos a ello y en tanto, por todas esas características y otras más, tienen el potencial de ser verdaderos motores de cambio social, comunitario e individual. Es la aplicación de la teoría crítica a la familia, de la praxis crítica.

Al día de hoy, la pugna entre modelos tradicionales y actuales de familias es tan vigente como el cuestionamiento de cómo resignificar la agenda multidisciplinaria que promueva y asegure su protección. Para el ámbito en el que yo me desarrollo, la garantía, promoción y protección de los derechos humanos, las aportaciones que provienen de esa teoría y praxis sistémica sobre la familia promovida y desarrollada por Ignacio armonizan totalmente. 

Incorporo una reflexión con motivo de una entrevista hecha a Ignacio hace ya unos años. Las familias son productoras y reproductoras de identidades que no se construyen en ambientes asépticos, sino que están invadidas de mandatos culturales que generan dinámicas a las que respondemos porque, lo veamos o no, nos beneficiamos. 

¿Qué estamos produciendo actualmente? ¿Qué familias somos? ¿Qué recursos tenemos para protegerlas? ¿Cómo participa el Estado para su cuidado y apoyo? Son todas preguntas actuales que seguimos resignificando a partir de contribuciones como las de Ignacio Maldonado desde la aproximación terapéutica, la jurídica, la sociológica, pedagógica, entre muchas otras.

La diversidad en las familias ha sido siempre una realidad, pero no todos los modelos han gozado del mismo reconocimiento y estatus. Institucional y socialmente se ha “administrado” la inclusión o bien de la exclusión de la protección de sus individuos con base en ese estatus. El derecho internacional de los derechos humanos -y el derecho nacional- consideran que las familias constituyen la unidad básica de la sociedad, pero ya reconocen también que no existen modelos únicos, que tampoco se reducen a los lazos sanguíneos como primordiales y que también les atraviesan las desigualdades de género, de clase, entre otras. Aun así, el criterio que tendría que prevalecer en su constitución es la satisfacción de necesidades materiales e inmateriales de sus integrantes para su mejor desarrollo. 

En función de ese desarrollo llegamos incluso ahora al reconocimiento jurídico de la familia social como una realidad fáctica que opera efectivamente en los afectos y cuidados para y entre las personas. Recientemente, por ejemplo, se reconocieron derechos de suplencia de familiares sociales ante eventos como la defunción de personas trans que con frecuencia son olvidadas por sus familias biológicas y que no merecen ser devaluadas en identidad, memoria o disposición de restos. Es decir que, en las lógicas de hoy, no solo la consanguinidad, la genética, la adopción o el matrimonio se reconoce como fuente de lazos familiares, sino que se empieza a reconocer jurídicamente esa familia social. 

Ejemplo de ello, es que aquí mismo, en este espacio, está reunida tu familia biológica, por afinidad, y estamos aquí también tu familia social, la que has construido a lo largo de estos, a la par de tu familia biológica.

Me he referido tan solo a algunos aspectos del legado de Ignacio Maldonado, que es valiosísimo. No se puede más que honrar sus aportaciones, la generosidad para compartir e impulsar el conocimiento que pueden constatar generaciones de terapeutas, de familias y de instituciones que se han beneficiado con su aportación. Por todo ello, entonces, esta familia social se reúne hoy, celebra tu vida, tu trabajo, tu afecto y tu desapegada presencia entre nosotros. 

¡Muchísimas gracias Nacho!

Inklusion
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