Discurso 19/2024
2 de diciembre de 2024
Buenos días en México, buenas tardes en Argentina.
Saludo a todas las personas que se encuentran siguiendo la transmisión en vivo por las redes sociales. De forma particular, saludo y le agradezco a Marisa Graham, Defensora de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes de la República de Argentina y a su equipo por su compromiso para llevar a cabo esta celebración de convenio de cooperación a distancia
Es mi convicción que las alianzas regionales de calidad son importantes por múltiples razones: favorecen el intercambio de estrategias y experiencias, impulsan la capacitación y formación, pueden contribuir a la incidencia para el avance de los derechos, entre otras cuestiones. De manera particular, la relación con instituciones latinoamericanas con las que compartimos objetivo de defensa, promoción y protección de derechos, además de contextos y retos comunes, es por demás enriquecedora. Las niñas, niños y adolescencias (NNyA) de los países, como sujetos políticos que son, también pueden beneficiarse de escuchar a sus pares de otros países para perfilar políticas que les afectan positiva o negativamente.
Muchos países de América latina compartimos el hecho de que a pesar de que hemos ratificado la Convención de los Derechos del Niño – el tratado internacional de derechos humanos más ampliamente ratificado en la historia en tanto ha sido adoptado por 196 países- a 34 años de su entrada en vigor aún constatamos resistencias culturales para eliminar las barreras que impiden garantizar su contenido.
Muestra de ello es que, a 13 años de la entrada en vigor del Tercer Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, relativo a un procedimiento de comunicaciones que permite someter a conocimiento de su Comité casos de violaciones a derechos humanos, únicamente 50 países lo han adoptado como es el caso de Argentina, pero no México.
Al leer una entrevista de la Defensora Graham, llamaron mi atención las siguientes afirmaciones: “El adulto-centrismo es parte constitutiva del patriarcado”, “es necesario seguir trabajando para que se reconozca a las niñas, niños y adolescentes como sujetos colectivos y políticos”, y “se requiere romper con el modelo tutelar y la institucionalización”.
Escucharla me permitió identificar coincidencias en intereses y objetivos. Lo anterior se fortaleció al conocer la labor de La Defe en cuanto a la accesibilidad para que niñas, niños y adolescentes presenten quejas, al coincidir en la participación en la Audiencia sobre el Derecho al Cuidado en la Corte Interamericana, entre otras actividades. Por tanto, confirmé que sería un acierto vincularnos institucionalmente de una forma cercana, sostenida y sólida para más de un objetivo.
Los Organismos Públicos de Derechos Humanos (OPDH) deben establecerse como puentes para elevar la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes, más aún en el contexto de la mejora de los sistemas de protección en diversos países e incluirlos como sujetos plenos de derecho. Al mismo tiempo, deben difundir la necesidad de que los derechos de la niñez y la adolescencia se instalen en el centro de la agenda pública e incidir en ello, razón adicional para dar este paso el día de hoy, con una institución única en ámbito de la protección de los estados, específicamente de niñas, niños y adolescentes como puede ser La Defe.
Retomo lo planteado por el filósofo y ensayista español Daniel Innerarity con relación a las democracias actuales en las que reconoce que todas ellas pasan por una etapa de insuficiencia representativa por lo que en los procedimientos de decisión hay menos sujetos, intereses y valores de los que debería, provocando una colonización del futuro: actualmente, se vive a costa del futuro, pero las niñas, niños y adolescentes que vivirán las consecuencias no tienen ni voz ni voto, carecen de participación y escucha en relación con una política en la que únicamente están representados los actuales votantes y sus intereses.
Esto coincide con el Informe sobre el Derecho al Desarrollo de las niñas y niños y las generaciones futuras emitido por el Experto Independiente de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Desarrollo.
A la luz de lo anterior, el mandato de las Instituciones Nacionales y locales de Derechos Humanos adquiere particular relevancia y más aún a través de ejercicios como éste en el que se coloca la cooperación regional en el centro pues en la medida en que estamos llamadas a promover, proteger y contribuir en la garantía de los derechos humanos de todas las personas, resulta fundamental sostener la agenda de los derechos de niñas, niños y adolescentes, combatir la renuencia que prevalece e impulsar el cambio cultural y la práctica para transversalizar la promoción y protección de los derechos de infancias y adolescencias.
Finalmente, es de mi interés referir que la Observación General Número 2 sobre el papel de las instituciones independientes de derechos humanos en la promoción y protección de los derechos del niño (2002) emitida por el Comité de los Derechos del Niño, reconoce que las Instituciones de Derechos Humanos en los países (locales o nacionales) representan un importante mecanismo para promover y asegurar la aplicación de la Convención pues las cuestiones relacionadas con ese grupo de población no se circunscriben a fronteras nacionales sino que cada vez resulta más necesario concebir respuestas regionales, tal como es el caso de los derechos digitales, la migración, el cambio climático, entre otros. Ahí esta la importancia de una Defensoría, específicamente, trabajando con este grupo poblacional como este en Argentina, que tendría que ser un ejemplo a nivel de la región.
Por ello, promover la cooperación por medio de la firma de convenios como éste contribuye al intercambio por medio de acciones de capacitación, iniciativas de investigación aplicada, promoción de diálogo e intercambio de experiencias y buenas prácticas, vinculación participativa entre niñas y niños de diferentes países, etc., pues así se permite establecer una plataforma sólida para abordar los desafíos de manera colaborativa, reconocer la centralidad del interés superior de la niñez y la necesidad de que este tenga una aplicación concreta para dar cumplimiento efectivo a la protección especial de las niñas, niños y adolescentes. Sobre todo, permite afrontar retos comunes.
Hoy celebramos la formalización de un camino para emprender acciones conjuntas desde la horizontalidad y la cooperación con el objetivo de garantizar el avance de los derechos de los niños, niñas y adolescentes en la región, quienes representan a 3 de cada 10 personas en América Latina.
Muchas gracias.