jueves , 3 julio 2025

Discurso de la Ombudsperson capitalina, Nashieli Ramírez, durante la presentación del Informe Anual 2024

Discurso 02/2025
27 de junio de 2025

Nosotros, los del viento,

los que llevamos versos incrustados

al centro del timón de nuestra sangre. 

Nosotras, las portadoras de enredaderas turbias

nacida en lo incierto de la raza. 

Sí, las que llevamos el destino broquelado

más allá del color de nuestro sexo,

más allá de las voces de la herencia,

más allá del dolor de nuestro grito. 

Sí, iremos cantando, cantando,

como si germinaran las palabras

y no fuera prestado nuestro aliento;

como si en verdad la luz nos recubriera

y no tocara la muerte a nuestra puerta.

Desde el corazón al alma

nos vemos royendo nuestras propias ansias,

nosotros, los seres de la tarde aniquilada,

los del perdido otoño, los del viento,

los que llevamos nuestra vida

más atada a los cielos que a la tierra

y que vamos cantando, siempre, cantando.

“Los del viento”, Isabel Ángeles Ruano

 

Decía Carlos Monsiváis, un ex Consejero de esta Comisión, por cierto: “La poesía enriquece la intensidad de lo que vivo”. Es por eso que siempre leo un poema.

Buenos días a todas, todos y todes. Agradezco su presencia en la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, así como en medios virtuales, para este acto de rendición de cuentas.

Bienvenida Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Saludo a quienes me acompañan en este presídium.

No había duda, hace 2760 días, cuando cruzamos esas rejas de tonalidades moradas que suenan en clave feminista, la ruta estaba inequívocamente señalada. La ruta la marcaba la primera Constitución de esta Ciudad publicada meses atrás.

Los chilangos llegábamos con retraso a la plena participación en la democracia representativa de nuestro país, pero lo hacíamos con una Constitución que materializaba con creces la reforma constitucional del 2011 en materia de derechos humanos.

La convencionalidad, por tanto, parecía tener una clara aliada en esta Ciudad pues nuestra primera Constitución partió de ese alto estándar en su narrativa, en sus directrices y en la disposición de sus mecanismos.

Aun así, se enfrentó a la mirada formalista que la impugnaron, que cuestionaron el catálogo de los llamados derechos emergentes como el derecho al cuidado y el derecho a morir con dignidad; el enfoque que se le dio a ciertas instituciones sociales como las familias en plural; y a fenómenos como la violencia obstétrica, por mencionar algunos.

La Ciudad se colocaba una vez más a la vanguardia. Así como aun siendo Distrito Federal, fue la primera en despenalizar el aborto, la primera en aprobar el matrimonio igualitario, la primera en ofrecer la voluntad anticipada a su población.

No había duda. Ahora, con más fuerza, la Ciudad caminaría hacia el cumplimiento progresivo de los derechos humanos y, aquí, nos tomamos en serio esa hoja de ruta.

La Constitución ordenó a este Organismo estar presente y próximo a las personas. Mandató ser mediadores, impulsor de procesos de justicia restaurativa, conciliar. Vertimos nuestro compromiso en darle cumplimiento a ese mandato con el que, además, coincidimos en vocación.

Llegamos en el contexto de una ciudad en reconstrucción. Hacía casi 8 semanas que nuestro suelo nos recordaba la experiencia colectiva que motivó, en 1985, la movilización ciudadana y mucha de la fuerza organizativa contemporánea en esta Ciudad: sobre las ruinas de un sismo, cargando piedras, organizándonos para suplir los espacios vacíos. Llegamos con el recuerdo de que esta Ciudad se construye y reconstruye únicamente en la lógica de las manos de todas, todos y todes.

También llegamos para constatar que, si bien el Sistema No Jurisdiccional de Protección de Derechos Humanos era aún joven, ya requería grandes transformaciones, impulsos y renovaciones, pues no podemos seguir en la lógica de ser mero contrapeso en el marco anacrónico de la teoría clásica de división de poderes. Debemos adaptarnos a los cambios sociales, generacionales, orgánicos, políticos y, por supuesto, globales que nos comprometen en la actualidad, sin perder nuestra razón de ser y nuestra autonomía.

Por tanto, a la apuesta sumamos el reconocimiento de que había que rebasar con ventaja la idea de ser principal y exclusivamente fiscalizadores del Poder para convertirnos en agentes activos de propuesta y cambio, materialización de bienestar para las personas. El viraje comenzaba por colocar a las víctimas al centro, en constituirnos como la diferencia en postergar la justicia o acceder a ella, en restituir derechos y pronto.

Para nosotras, insistir en hacer vinculantes las Recomendaciones es una solución equivocada. Hay una razonabilidad que respalda que no lo sean. Nos encontramos ante un reclamo generalizado de justicia, ante un desfalco del monopolio de la jurisdiccionalidad como su única fuente, ante el reclamo de participación en procesos para una justicia pronta, comunitaria, individual, solidaria, restaurativa, restauradora, horizontal, transicional, inclusiva, pluralista, accesible, certera, confiable, segura, alcanzable, vital, sostenible y duradera.

Para la justicia entendida con amplitud, se requiere echar mano de más disciplinas además de la jurídica y de ampliar su lógica en la práctica. También depende de regresar a la idea originaria de que la fuerza y la efectividad del trabajo de las instituciones de ombudspersonradica en su calidad, legitimidad y capacidad de articulación, respuesta y construcción de consenso social para el cambio y para la construcción de una justicia cotidiana y palpable, lo que hoy en día se traduce en el apego al principio y derecho a una buena administración pública para la transformación estructural de las condiciones que generan violaciones a derechos humanos. Estamos llamados a ser parte de la solución para impedir abusos de poder, para construir relaciones distintas con los poderes, para perfilar nuevas formas de ejercerlo y no solo -o principalmente- a constituirnos como espacios de pasiva confrontación.

No contar con fuerza coercitiva no tendría que traducirse en la indefensión de las personas. El sistema Ombudsperson está en posibilidades de ofrecer alternativas para la justicia integral. Ya existen recursos para la justicia administrativa, constitucional, familiar, civil, laboral. Nosotras debemos ofrecer herramientas para la justicia social para que no devienen ni siempre ni exclusivamente de los tribunales.

En estos años, nos hemos dedicado a edificar esa infraestructura y tenemos evidencia de su utilidad, plasmada en consultas, informes, vinculaciones, conciliaciones, mediaciones, acompañamientos, e instituciones inmediatas.

Dejaremos robustecido el andamiaje institucional de este Organismo que se enfrenta a los retos diarios en los derechos humanos desde una lógica urbana local: la necesidad de distribuir equitativamente el agua, el abuso policial, las complejidades de la vida en la cárcel, la protección de la niñez, la prevención de las violencias, la expresión de la protesta, la mejora de la calidad de vida. Esta lucha es de todas las personas, y es diaria, con instituciones responsables, con claridad en su conducción y sin eludir a nuestra responsabilidad.

Ese es el llamado por el que el equipo de esta Comisión conformado al día de hoy por 739 personas, ha ocupado territorios antes olvidados. Es nuestra siembra, es nuestra cosecha.

  • Fortalecimos y ampliamos la participación de las personas en los procesos de defensa y promoción de derechos humanos mediante la puesta en marcha de metodologías adaptadas a los contextos como el ámbito escolar, en los centros penitenciarios o en los espacios públicos heterogéneos que recaban la voz de las personas tradicionalmente omitidas.
  • Hicimos más accesibles los mecanismos para presentar las quejas e incluimos, desde el primer contacto, formas para recabar y clasificar la información desde el enfoque diferencial, lo que favorece un posterior análisis interseccional.
  • Aseguramos la proximidad territorial no solo por medio de las 16 oficinas en alcaldías, sino acercar la Comisión a los espacios donde se sucede la vida de esta ciudad: albergues, calles, mercados, parques, barrancas.
  • Perseguimos la restitución inmediata de derechos siempre que se puede y apostamos a la conciliación y mediación como formas de resolución.

Estas acciones dan cuenta de que estamos convencidas en eliminar formalismos innecesarios, adaptarnos a los contextos e innovar, revestir nuestra naturaleza orgánica, reafirmar nuestra posición en el ecosistema democrático actual marcado por tensiones geopolíticas y la exacerbación de los efectos de fenómenos globales que impactan los territorios y sociedades, con mucha más fuerza en lo local.

La Constitución Política de la Ciudad de México y su legislación armonizada no solo marcó y marca el camino para este Organismo, sino que nos marca a todas, las instituciones y personas servidoras públicas.

En estos casi 8 años, la Comisión ha avanzado y la Ciudad también. Es preciso que tengamos claridad en que se está recorriendo la ruta de la transformación, de transformaciones estructurales, pero que persisten pendientes. La cuenta por saldar no es menor, pero es cierto que se requiere continuar con lo irresoluto al tiempo que se atiende lo inmediato, pues todos los días se suma algo adicional para resolver.

Por ello, acompañar los esfuerzos para armonizar la brecha es y será necesario, continuar con la modificación de estructuralidad es una labor de todos los días, llegar al punto de no normalizar realidades como las violencias, por ejemplo, cruza por cambios de fondo y por obligaciones claras que la sociedad en su conjunto está llamada a cumplir. No habrá progresividad de derechos sin transformación cultural.

Esta Ciudad cuenta con horizontes que colocan el objetivo en acortar la brecha en las grandes agendas. La nuestra no es una Ciudad estática, es una ciudad de vanguardia en pos de esos horizontes, de esos estándares que se alcanzan a base del debate, participación, discusión y construcción. Ese es el proceso que nos caracteriza.

Durante 394 semanas, esta Comisión se puso como meta constituir un liderazgo al ritmo de su dinamismo, algunas veces acompañando a sus autoridades y a su legislativo, otras abriendo camino, incursionando.

Nuestro llamado es a responder a ese dinamismo social con agendas más robustas sobre empresas y derechos humanos, para la salud comunitaria, la salud mental, sobre la agenda digital y la inteligencia artificial, la accesibilidad tangible en todos los ámbitos; la participación de los beneficios del progreso científico para todas las personas, entre otras.

Ninguna de las expresiones de los derechos de la ciudad es fortuita. Una bandera de la diversidad del tamaño del zócalo; la dinamita rosa; las anti-monumentas; los debates por la vida y la muerte; la riqueza lingüística que se expresa en las calles; la defensa de los murales en las paredes de nuestros barrios; la lucha por la memoria; la compleja y diversa cotidianeidad.

Nada de lo que hicimos lo hicimos solos. Hay personas aquí con las que la Comisión ha trabajado desde diferentes posiciones: servidores públicos; Alcaldes y Alcaldesas; legisladores; o la propia Jefa de Gobierno, primero desde una visión local y luego desde su visión de la Ciudad de México. Con la academia en la formación por la no discriminación, la investigación diligente y la profesionalización forense. Con docentes y cuidadores primarios para la salud emocional; con niñas, niños y adolescentes para las consultas; con organismos internacionales para el fortalecimiento de los estándares. En mesas de trabajo con usuarios del espacio público para el comercio, la protesta, la movilidad, los besos y el juego. Con representantes de los pueblos, barrios y comunidades, de la mano de las colectivas, de las víctimas, del lado de quienes desaparecen y quienes los buscan empáticos, solidarios y fraternales; acompañando a quienes son violentadas. A todas ustedes, gracias, gracias, gracias.

Gracias también al equipo de la Comisión por esto: promotores, visitadores, servidores que atienden a las personas, quienes gestionan con autoridades, a quienes cuidan las instalaciones y procuran las condiciones dignas para el trabajo, quienes administran los recursos y comparten el quehacer institucional en redes, quienes educan, apoyan y curan, quienes dan seguimiento a las agendas, y a todo el equipo: gracias por esta marcha en colectivo.

Gracias a mis amigos, a mis amigas, a mis carnalitas y a mis compas y gracias finalmente, a quien da sentido a mi poesía, mi hija y mi familia.

Inklusion
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